Hay una conocida expresión que dice: “Si no está roto, no lo arregles”. Bueno, se podría aplicar al mundo de la series para explicar que cuando el original es perfecto, hacerlo de nuevo lleva a un callejón sin salida. Es lo que sucedió con Cowboy Bebop (2021), que intentó la proeza de estar al nivel de una de las series de animación japonesa más queridas y prestigiosas de todos los tiempos.
Fue en el año 1998 cuando se estrenó el primero de los 26 episodios. El amor del público fue instantáneo. Una combinación de ciencia ficción, acción, western, film noir y humor la convirtieron en un clásico desde su origen. La Tierra se ha vuelto inhabitable y en el año 2071 la humanidad ha colonizado la mayor parte de los planetas y las lunas del Sistema Solar. Pero el crimen va en aumento por lo cual la policía del Sistema Inter Solar ha creado una forma legal para que los cazarrecompensas se encarguen de perseguir delincuentes. Se los llama cowboys y compiten entre ellos para capturar a los delincuentes más buscados.
Los dos personajes principales trabajan justamente como tales. Spike Spiegel, un ex sicario, y Jet Black, un ex oficial de policía. Se les unirá luego Faye Valentine, una estafadora que ha olvidado todo su pasado. Este trío protagónico se repite en la versión 2021, pero en el casting ya se derrumba cualquier posibilidad de conectar con la serie. Aunque el animé suele tener mucha libertad a la hora de crear personajes, los actores, con sus rostros de carne y hueso, limitan la interpretación que un espectador haga sobre ellos. John Cho como Spiegel se ve muy mayor, fuera de forma, algo cansado. El actor, conocido por ser comediante, no logra ni de cerca aportar la melancolía del original y no parece haber recibido el entrenamiento para las escenas de acción.
Jet Black (Jade Harlow) cambia de raza, lo que no afecta en nada, pero tiene una familia de la que se ha alejado, lo que aporta escenas que le sacan dureza y a la vez desarman la trama principal. Fay Valentine, interpretada por la actriz mexicana Daniella Pineda, difiere del original más que nada en su vestuario. Los realizadores declararon que la forma de vestir del personaje de animé hacía difícil el rodaje de los momentos de acción, pero lo más probable es que hayan querido explorar más su belleza interior sin exponer tanto su piel. Le agregaron una relación lésbica sin demasiada justificación y con la torpeza que aquello que se incluye sin convicción. Y Ein, el adorable perro corgi, es interpretado aquí por dos perros distintos, ninguno de los cuales consigue tener el protagonismo que conseguía en algunos episodios de la serie.
Algunos de los momentos más espectaculares de aquel Cowboy Bebop de 1998 son imposibles de reproducir. Los villanos que se repiten tampoco tienen encanto. La secuencia de títulos es lo único que está a la altura del original, básicamente porque la copia y usa la misma música también. En cuanto al cierre, tarde un poco en aparecer, pero luego sí, como corresponde, llega con The Real Folk Blues, al menos en algunos capítulos.
Lo que tal vez marca la diferencia mayor es el aspecto visual en su conjunto. Cowboy Bebop era un animé de una ambición visual muy elevada. Cada escena estaba construida con un estilo muy marcado y apabullante. Esta belleza y esta complejidad no eran impedimentos para que la narración funcionara muy bien. La mezcla de géneros permitía que se pasara de una estética a otra y el tono agridulce funcionaba desde el aspecto estético también. Al pasar esto a un mundo real, los actores no tienen cuerpos de animé, sus movimientos son limitados y las posibilidades de colocarlos en encuadres extremos se vuelve impracticable. Por eso la acción se ve acartonada, convencional, sin gracia. Algunos momentos del primer episodio tienen cierta vida, pero luego no hay por dónde encontrarle identidad o estilo a la nueva versión.
Cowboy Bebop (2021) tenía que elegir entre conquistar al público fan de la original o triunfar entre los que no saben que existe otra versión. No consiguió ninguna de las dos cosas. La comparación no beneficia a la remake, pero sin comparación tampoco encuentra su propio camino.
A Netflix hay que reconocerle la gentileza de rescatar a la original y tenerla disponible para quien quiera verla. Un verdadero clásico que no tiene competencia y una nueva versión que no tendrá segunda temporada y que ya empieza su camino hacia el olvido.
SEGUIR LEYENDO: