La serie Succession, que ya va por su tercera temporada, es demasiado fiel a la realidad, opinó el psicólogo Clay Cockrell en The Guardian. “Explora tan bien los tipos de excesos tóxicos que enfrentan mis clientes que, cuando mi mujer la está mirando, tengo que salir de la habitación: me siento como si estuviera trabajando”. Fundador del consultorio Walk and Talk en Nueva York, Cockrell se presentó como psicoterapeuta especializado en “individuos con ultra elevado poder adquisitivo”. Si Kendall Roy buscara ayuda, probablemente se encontraría con él.
En su columna para el periódico británico, “Soy terapeuta de los súper ricos: son tan infelices como los pinta Succession”, confesó que, aunque la mayoría de la gente desprecie a los millonarios y no conciba que alguien que lo tiene todo pueda sufrir, a lo largo de los años él desarrolló “una gran empatía por aquellos que poseen demasiado”.
No es el único. Ya en 2015 The Independent informó sobre el aumento de los psicólogos de millonarios, dado que junto al proceso de desigualdad económica creció el “síndrome de fatiga por riqueza”, como se lo llama.
“Los medios proyectan la idea de que el 1% es gente que sale todo el tiempo, que va a fiestas, compra automóviles y sigue gastando”, dijo entonces Jamie Traeger-Muney, psicóloga y fundadora del Wealth Legacy Group, acaso la primera institución dedicada a ayudar a que los ricos vivan una vida feliz. “Pero mis clientes tienen más bien un sentido de conflicto sobre su riqueza. Se sienten afortunados y privilegiados, sí, pero tienen problemas únicos que resolver, y mi labor es hacerlos sentir más cómodos con su status”.
Cockrell comenzó a trabajar con multimillonarios por accidente, escribió. “Tenía un cliente adinerado, que hizo circular mi nombre entre sus conocidos. Por algo los llaman el 1%: no hay muchos, entonces su red es estrecha”.
Como muestra la serie ganadora de siete premios Emmy, cuya segunda temporada tuvo una media de 5 millones de espectadores, la riqueza no protege a los seres humanos de sus demonios interiores. “Me preguntarán cómo puede haber dificultades en ser millonario”, escribió el psicólogo en The Guardian. “Bueno, ¿cómo sería si no pudieran confiar en sus allegados? ¿O si mirasen con desconfianza a cada persona nueva en sus vidas? Lo escucho todo el tiempo de boca de mis clientes: ‘¿Qué quieren de mí?’ o ‘¿Cómo me van a manipular?’ o ‘Probablemente sólo son mis amigos por mi dinero’”.
Eso mismo se repite en cada episodio de la serie creada por Jesse Armstrong. Logan Roy (Brian Cox) y sus cuatro hijos (interpretados por Jeremy Strong, Sarah Snook, Alan Ruck y Kieran Culkin), no pueden tener confianza siquiera entre ellos, ya que viven en competencia y conflicto por el control de la empresa familiar, uno de los mayores conglomerados globales de medios y entretenimiento. La segunda temporada terminó con una emboscada mutua entre Logan Roy y su hijo Kendall; la tercera comenzó con una guerra interna de la familia por sumar aliados para asegurarse la sucesión.
Traeger-Muney coincidió en The Independent: muchos millonarios luchan contra las redes de seguridad que da el dinero e incluso intentan ocultarlo a fines de pasar por alguien común. “Existe una gran reserva alrededor de la riqueza, en particular ante los amigos”, dijo la experta que en 2006 se convirtió en la primera psicóloga que un banco contrató para que ayudar a sus clientes de más de USD 50 millones.
“La riqueza todavía es un tabú en nuestra cultura”, había dicho ya en 2012 a Mother Jones. Para los herederos —en el caso de Succession, Kendall, Shiv, Connor y Roman— es aun peor: “Reciben críticas de la gente que se burla de ellos. Es su peor pesadilla hecha realidad: la idea de que ahora son responsables de la infelicidad y la falta de riqueza de otras personas”.
Cockrell ve situaciones familiares como las de Succession a diario, subrayó en su columna de opinión. “Gente como el personaje principal de la serie, Logan Roy, quien proviene de orígenes humildes y creó un imperio de medios increíblemente exitoso”, escribió. “Sin embargo, es evidente que fracasó penosamente en la crianza de hijos funcionales”.
Como muchos de los que consultan a Cockrell, Logan quiso ahorrarles a sus hijos los esfuerzos que él debió hacer mientras ascendía en la escala social. El resultado, sin embargo, es una combinación deletérea de incapacidad y narcisismo. Los ultra ricos “impiden que sus hijos vivan las experiencias que precisamente los hicieron exitosos: sacrificio, trabajo duro, superación de los fracasos, desarrollo de la resiliencia”, añadió. “Un hijo consentido en exceso al crecer se convierte en un adulto que se siente con privilegios especiales, tiene escasa confianza en sí mismo, baja autoestima y una completa falta de determinación”.
Otro problema importante se deriva de la falta de interacción con otras clases sociales. Los ricos van a escuelas y universidades para ricos, y rara vez salen de esa burbuja. Como resultado, viven en un estado de aislamiento: “En el mundo hay pocas personas con las cuales puedan relacionarse realmente y eso desde luego conduce a una falta de empatía”, diagnosticó. Y propuso: “La próxima vez que vean Succession, observen cómo interactúan los Roys con su personal y con otra gente fuera de su círculo. Fíjense en la torpeza y en la falta de conexión humana, y en lo horriblemente que se tratan unos a otros”.
Los hijos de Logan han crecido sin las herramientas mínimas para asumir responsabilidades y sin los límites que otras personas incorporan a sus vidas: pueden maltratar o ser crueles, su dinero los exime de consecuencias. “Después de un tiempo, se normaliza y se acepta. Vivir una vida sin reglas no es bueno para nadie”, observó Cockrell.
Un último problema común entre sus clientes es la falta de propósito, “la depresión que se asienta cuando uno siente que no hay motivo para salir de la cama”. Todas las necesidades están cubiertas, incluso si vivieran varias vidas. “¿Por qué molestarse a ir a trabajar cuando la empresa que uno ha construido o heredado ahora funciona sola, sin uno?”, planteó. “Con frecuencia mis clientes están aburridos de sus vidas y en demasiadas ocasiones esto los lleva a perseguir alguna emoción —química o de otra clase— para llenar ese vacío”.
Con 1,4 millones de espectadores en el estreno de la tercera temporada y la cuarta ya confirmada, Succession promete seguir “adentrándonos en el interior de la familia Roy con un ingenio, una humanidad y una precisión indelebles”, resumió Francesca Orsi, la vicepresidenta ejecutiva de HBO Programming.
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