El gesto de Hugo Moyano de bajar sus pretensiones para encuadrarse en la política salarial del Gobierno marcará un antes y un después en la interna sindical. El líder del Sindicato de Camioneros, convertido en el adalid del gremialismo dialoguista, se distanció más aún de su belicoso hijo Pablo, afianzó su alianza con los moderados de la CGT y descolocó al ala dura sindical copada por el kirchnerismo.
La paritaria del 5,5% trimestral que firmó Moyano, cuando había arrancado las negociaciones con un reclamo del 15%, fue la señal que esperaba la Casa Rosada y también los dirigentes gremiales que mantienen el control de la CGT y apostaron al diálogo con la administración libertaria aun cuando esa instancia no se concretó ni tiene fecha de comienzo, y mucho menos algún logro para exhibir.
La importancia que le da el Gobierno al aumento logrado por Camioneros es tanta que este viernes por la tarde el Ministerio de Capital Humano hizo algo inédito: informó mediante un comunicado de prensa la homologación de ese acuerdo salarial. Nunca sucedió en el primer año de gestión mileísta. “La Secretaría de Trabajo, dependiente del Ministerio de Capital Humano, homologó el acuerdo paritario alcanzado entre representantes gremiales y empresariales del sector de Camioneros -afirma la declaración-. Este acuerdo contempla un incremento salarial del 5,5% para el trimestre diciembre-febrero, con ajustes que buscan garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores. Además, se establece un bono extraordinario de $600.000, que será abonado en cuatro cuotas”.
“Esta medida responde a la solicitud elevada por ambas partes, presentada por la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (FAETYL), la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), la Confederación Argentina del Transporte Automotor de Cargas (CATAC), por la parte empleadora, y la Federación Nacional de Trabajadores de Camioneros y Obreros del Transporte Automotor de Cargas, Logística y Servicios, por la parte sindical, dentro del cumplimiento de la normativa vigente”, agrega el texto, con membrete del ministerio.
Lo que no dice el comunicado es que el Gobierno intervino activamente para destrabar esa paritaria clave a través del secretario de Trabajo, Julio Cordero, cuya predisposición negociadora le está aportando soluciones en un área que suelen dinamitar otros funcionarios poco dispuestos a ceder.
De todas formas, hasta un duro como el ministro de Economía, Luis Caputo, que mantiene a rajatabla su política antiinflacionaria, también hizo un aporte a la paz sindical al acceder a que el aumento de Camioneros superara por poco el techo del 1% para los aumentos salariales de 2025: finalmente se firmó por un 5,5% en tres tramos de 2,2% en diciembre, 1,8% en enero y 1,5% en febrero.
Hugo Moyano, por su parte, aceptó ceder 10 puntos de su reclamo inicial del 15% e incluso redujo en 2,5 puntos la última oferta empresarial del 8%, en un sugestivo giro hacia posturas más moderadas que coinciden con el paso al costado que dio Pablo Moyano en la CGT y en la estructura de Camioneros.
El líder sindical ya había anticipado su viraje dialoguista cuando en octubre pasado cerró un acuerdo con el gobierno de Jorge Macri en el que, por primera vez desde 1998, desistió de seguir exigiendo el pago de indemnizaciones para los 6.000 trabajadores de recolección de residuos de CABA.
Esa postura representó un cambio crucial para Camioneros: derrumbó así un nuevo precedente de la famosa “Ley Moyano”, una norma no escrita por la cual el sindicato venía logrando desde 1998, de manera intimidatoria, que cada vez una empresa ganaba una concesión de servicios o cambiaba de accionistas, despidiera al personal, lo indemnizara y lo volviera a contratar.
En este caso, interpretaba que en octubre vencían los contratos de recolección de residuos de CABA y que a los 6.000 trabajadores afiliados a Camioneros les correspondía una indemnización que alcanza un total de 200 millones de dólares, según estimaciones macristas.
Con Moyano convertido en una reencarnación sindical de Mahatma Gandhi se están produciendo reacomodamientos en el tablero del gremialismo peronista. Otro eterno moderado como Héctor Daer, cotitular de la CGT y miembro de “los Gordos”, se plantó ante el Gobierno al rechazar una reformulación de la última paritaria para el personal de clínicas y sanatorios firmada por la Federación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (FATSA). El acuerdo con las cámaras consistió en un 11,4% de aumento para el período octubre-diciembre en tres tramos (4%, 3,8% y 3,6%), sobre los sueldos básicos de septiembre. Aunque ya se pagó en la mayoría de las empresas, Trabajo se resiste a homologarla y busca adaptar los números para no superar la pauta salarial de Economía.
La moderación del jefe de Camioneros contrasta con la postura ultraopositora de dirigentes K que impulsan un endurecimiento ante el Gobierno. Uno de ellos es el titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán, quien alertó que su actividad podría perder otros 30 mil empleos en el próximo semestre y se diferenció de la CGT: “Yo soy de los que piensan que no solamente tendríamos que estar en la calle resistiendo a este modelo, porque es todo pérdida, sino también estar pensando cómo levantamos nuestra voz para decirles que por acá no es el camino y que vamos a reconstruir nuestra Argentina.”, dijo. Más allá de los efectos de la política económica de Milei en el sector metalúrgico, Furlán está anticipando lo que se sabe: que habrá una fracción sindical que, a tono con la estrategia de Cristina Kirchner desde el PJ, buscará desgastar como sea a Milei en un año electoral.
Si los ultraopositores presionan, habrá que ver cómo hacen los dialoguistas de la CGT para mantener sin fisuras internas su actitud negociadora ante el Gobierno. Por lo pronto, hay alerta sindical por el proyecto de Promoción de Inversiones y Empleo, presentado en la Cámara Baja por la diputada nacional de La Libertad Avanza, Romina Diez, en coautoría con otros 14 colegas del mismo bloque, que plantea modificaciones en la Ley de Contrato de Trabajo ya planteadas en el DNU 70.
En caso de que el Poder Ejecutivo avale su sanción, podría representar el final de la tregua entre la Casa Rosada y la CGT. Pero para llegar a esa eventualidad todavía faltan unas cuantas semanas. La mayoría de los líderes sindicales se encuentra de vacaciones en este comienzo de 2025 y recién a mediados de febrero podrían activarse los movimientos para concretar el diálogo social que nunca arrancó entre funcionarios nacionales, dirigentes cegetistas y empresarios del Grupo de los Seis.
Por ahora, el buen clima sindical hacia el Gobierno quedó marcado por el gesto de Hugo Moyano. Pero la CGT sabe que con la administración libertaria no hay pronóstico que valga y pueden volver las tormentas. Después de todo, hay que ver cómo se logra aplicar el techo salarial del 1% a las paritarias a partir de marzo y saber si Milei avanzará con su anuncio de “una verdadera reforma laboral”. Por ahora, los gremialistas están descansando. Ya habrá tiempo para determinar si mantienen la paz con la Casa Rosada o si se sacan las ojotas para ir hacia el tercer paro general.