“Karina Milei, Santiago Caputo, Conan, Murray, Milton, Robert, Lucas, Aaron, y Javier Milei, más dos escarbadientes...”. Con esa frase, pronunciada en la noche del lunes en medio de la extensísima charla que mantuvo con Alejandro Fantino, centrada en la figura de John Keynes, Javier Milei aprovechó para resaltar la precariedad del sistema de toma de decisiones que implementó en su gestión de Gobierno, y que le alcanzó de todos modos para llegar a fin de año sin mayores sobresaltos, y con el dominio absoluto de la escena pública.
Con ese sistema, Milei encaró una política de gestión muy agresiva, atravesada por un fuerte recorte de la administración central y una reducción drástica del gabinete heredado que, sin embargo, no se evidenció en su anillo más cercano: en su primer año de mandato, el jefe de Estado expandió la estructura de la Presidencia con la creación de tres nuevas secretarías y el incremento de cargos hasta alcanzar un total de 222 entre la Secretaría General, la Legal y Técnica, Comunicación y Medios, Prensa, la Secretaría de Planeamiento Estratégico y Cultura, además de la SIDE y el Consejo de Asesores.
Así se consigna en el último informe del Observatorio de las Elites del Conicet y la UMET, confeccionado por Pablo Salinas y Ana Castellani -investigadora y ex secretario de Gestión y Empleo Público del anterior gobierno-, adelantado a este medio. “El tamaño de la estructura de Presidencia es superior a dos ministerios que tienen despliegue territorial nacional como Capital Humano y Seguridad, y que, en el caso del primero, concentra las funciones de tres ministerios en uno (Trabajo, Educación y Desarrollo Social)”, sintetizaron los especialistas.
Entre secretarías y subsecretarías, Presidencia alcanzó este año 25 casilleros, mientras que Capital Humano llegó a 20, y Seguridad a 12.
La información, incluso, no está completa porque fue recopilada en base al mapa del estado que reúne la estructura organizativa de la administración central y que aún no fue actualizada en el caso de algunas áreas como la SIDE, que tuvo movimientos en las últimas semanas. Se supone, entonces, que el número de cargos de la Alta Dirección Pública (ADP) es aún mayor. En comparación a los últimos datos conocidos del gabinete de Alberto Fernández, por ejemplo, que dobló a esta gestión en cantidad de ministerios, terminó con 229 cargos en torno a Presidencia, es decir, casi el mismo número que en la actualidad y con decenas de casilleros sin actualizar.
Milei inició su gestión, en diciembre pasado, con nueve ministerios, y hacia el final de su primer año de gobierno redujo en uno en el organigrama: Economía primero absorbió a Infraestructura tras la salida del fallecido Guillermo Ferraro, después la Jefatura de Gabinete hizo lo propio con Interior, que fue degradado a una vicejefatura bajo el paraguas del ministro coordinador, y a mediados de año se creó el ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, que se hizo cargo de la supervisión y ejecución del recorte de un buen número de áreas de gobierno.
En paralelo, el área de Presidencia no paró de ampliarse, con un liderazgo muy nítido de Karina Milei, “El Jefe”, y de funcionarios vinculados estrechamente con algunos de los tres vértices del “triángulo de hierro”, que completan el jefe de Estado y Santiago Caputo, hasta llegar a ocho reparticiones, que son secretarías: se trata de Javier Herrera Bravo, Manuel Adorni, Sergio Neiffert, Eduardo Serenellini, María Ibarzabal Murphy -una abogada del riñón del consultor estrella de la Casa Rosada que trabó además un vínculo estrecho con el mandatario-, Leonardo Cifelli y Demian Reidel.
En ellos, Milei concentró buena parte del poder de la administración central.
“Es interesante observar cómo se ha concentrado más poder en el área en general y en las secretarías General y de Comunicación y Medios, en particular”, destaca el informe. En el caso de la hermana del presidente, desde que asumió sumó Cultura, que antes dependía de Capital Humano, y la agencia para la promoción de inversiones que estaba bajo el ala de Cancillería. En el caso de Adorni, pasó de una subsecretaría a una secretaría con el control, por ejemplo, de la ex agencia Télam y Contenidos Públicos.
Se trata de dos casos relevantes porque entre ambos funcionarios suman buena parte de los 222 cargos mencionados: 90 en el caso de la Secretaría General y 54 de Comunicación y Medios. Cultura, por su parte, cuenta con 64 funcionarios entre direcciones y el área de coordinación, entre otras.
Entre la oficina de la hermana del presidente y la de Adorni, que desde hace meses tiene un cargo cada vez más relevante, se concentran además dos pilares fundamentales del proyecto libertario: el armado político, a cargo de Karina Milei, y la estrategia de comunicación política en la que talla principalmente el consultor Caputo, que solo tiene una contratación en la Secretaría General a pesar de su poderío interno cada vez más rutilante.
En Presidencia, además de la concentración y la expansión en recursos humanos, se dio este año un fenómeno particular: de las casi 70 salidas que hubo en el 2024 en la administración central, sin contar los organismos descentralizados, solo el 6% correspondió a esta área.