A días de que se inicie un nuevo año electoral, el oficialismo no termina de definir la estrategia para saldar la falta de cuadros políticos. Pero la acérrima defensa de Javier Milei sobre Cristian Ritondo y la incorporación de Diego Kravetz, cuando el diálogo con Mauricio Macri sigue roto, demostró que, por ahora, se impone la estrategia de “salir a pescar” en otras fuerzas políticas para saldar el déficit propio.
En la Casa Rosada aseguran que Milei, que no se mete en la rosca, no descarta una alianza formal con el PRO en los principales distritos, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Pero Karina Milei, que influye fuertemente en su hermano y mueve los hilos de La Libertad Avanza, busca blindar la independencia del partido e incorporar referentes de la sociedad civil o, a lo sumo, dirigentes de sellos chicos, con perfil bajo y sin prontuario político.
Santiago Caputo se ubica en un punto intermedio: prefiere absorber cuadros útiles cuando valga la pena, siempre que no representen una amenaza al poder del Presidente. Pero también quiere impulsar figuras nuevas (después de todo, su profesión hasta el año pasado era la construcción de candidatos).
Mientras el Presidente, más allá de los guiños, se guarda cualquier definición clara para el año que viene, en LLA aseguran que el gesto para Ritondo fue parte del plan para cooptar cuadros sin oficializar alianzas y sin cuidado alguno por la inquietud que pueda generar entre sus líderes.
Las señales del Gobierno son confusas. La semana pasada, en el círculo íntimo del Presidente no se mostraban dispuestos (en palabras de un funcionario) a “inmolarse” por Ritondo como lo terminó haciendo Milei. De hecho, al día siguiente de que estallara el escándalo, alguien muy cercano al jefe de Estado admitió que le tenían especial aprecio al jefe del bloque amarillo, pero pareció soltarle la mano cuando dijo que, en todo caso, tendría que responder ante la Justicia. Milei dio vuelta esos argumentos días después.
“Se tiró arriba de una granada”, ilustró un funcionario del atónito mundillo libertario. Y en la Casa Rosada deslizaron que la reivindicación de la inocencia de Ritondo en boca del propio Presidente marcará un antes y un después en la relación “uno a uno” con el jefe del bloque amarillo, más allá de su pertenencia política. “El propio Mauricio no lo salió a defender. Milei lo abrazó sin protección, no podía pedir más”, dijeron.
También aseguraron que “no los sorprendió”. “Es la idea, rescatar a los que sirven”, dijo un funcionario, y remarcó que los usualmente agresivos militantes libertarios se privaron de atacar al referente amarillo en X, un gesto reservado para pocos en las filas que lidera Santiago Caputo.
Otros atribuyeron el gesto a un aprecio “personal”. Además de Macri, Ritondo es el principal dirigente de PRO con quien Milei tiene una relación directa y relativamente fluida. Se conocieron en 2021 a partir de un episodio de desconfianza, cuando el candidato de derecha denunció indirectamente en X al dirigente de Mataderos de pergeñar un plan para plantarle drogas en plena campaña. Ritondo se comunicó para aclararle que no había estado involucrado, y unos meses después, cuando Milei desembarcó en la Cámara de Diputados, se transformó en uno de los pocos legisladores con los que hablaba.
Después de acomodarse en el sillón de Rivadavia, Ritondo estuvo entre los escasos dirigentes que Milei recibió en la Casa Rosada. Almorzaron varias veces, y en uno de esos encuentros el jefe de Estado publicó una foto que los mostraba juntos y sonrientes. El titular del bloque, a pesar de las trifulcas con Martín Menem, se transformó en uno de los contados dirigentes, inclusive propios, con los que Milei se sentó a hablar a solas, sin su hermana ni su asesor.
Ritondo se sorprendió por el pronunciamiento de Milei y después de escuchar su discurso, le escribió por chat para agradecerle. “Le agradecí el apoyo público que hizo ante esta operación. Es clave tener el apoyo de Milei en este momento. Estuvo muy bien también el reconocimiento que le hizo a nuestro bloque por todo el trabajo legislativo de este año”, le contó a Infobae. “A Cristian lo quiere. Hasta le regaló un discurso en el Congreso”, recordaron en su entorno.
En otros sub-espacios de la fuerza de Macri ven un nítido intento de capturarlo. “Hay algunos dirigentes que estamos por el largo plazo. Otros piensan más en los cargos”, deslizan en la mesa chica de Macri. Al menos por ahora, Ritondo, que siempre defendió la necesidad de una alianza institucional, se mantiene en el molde. Y cerca suyo buscan aquietar cualquier sospecha sobre un enturbiamiento en la relación con el presidente de su partido: “Macri nunca se metió en estas cosas. Es el estilo de PRO, no denunciamos lawfare ni persecución, presentamos las pruebas en el ámbito donde hay que presentarlas”, dijeron.
En la misma semana, Santiago Caputo sumó a las filas de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a Diego Kravetz, que estaba incómodo en la administración de Jorge Macri. Y avanzó con el anuncio sobre su llegada como ”Señor 8″ antes que nadie. Además, en la Casa Rosada ven ávido por sumarse a sus huestes a Diego Santilli, el ex candidato a gobernador bonaerense de la facción larretista de PRO. Dicen que Milei lo tiene en observación: ante los ojos del Presidente, está complicado por su pasado de cercanía política con Horacio Rodríguez Larreta, uno de los adversarios preferidos de Milei y su tropa militante.
Los prospectos no están sólo en la Ciudad y la Provincia: en las filas libertarias mencionan también al radical Pablo Cervi, de Neuquén; a su correligionario de Tucumán, Mariano Campero (aunque es difícil, porque rivalizaría con un funcionario propio, el vicejefe del Interior, Lisandro Catalán); y al peronista Carlos Camau Espínola, de Corrientes.
Los guiños de Milei a PRO y los radicales se imponen a pesar de que la secretaria general prefiere sacrificar factores como el nivel de conocimiento, experiencia y contactos, para apostar al arrastre del sello de LLA y evitar así el riesgo de lidiar con “estrellas” que puedan desafiar su liderazgo. Pero no está claro cuáles son los deseos del jefe de Estado. Por lo pronto, en el PRO son cada vez menos los referentes que consideran verosímiles las versiones de que es posible una salida institucional. En cambio, creen que los libertarios se inclinan por “saquearlos” y “destruirlos”.