El 24 de febrero de 2022 la vida de O.D. (30) dio un vuelco radical, como la de todos los ucranianos. Enterado de la agresión de Rusia, tierra natal de su esposa, decidió irse ese mismo día de Odesa, ciudad portuaria de Ucrania, donde trabajaba como músico, para formar una familia en alguna otra parte alejada del conflicto. Probó en Alemania. Probó en Rumania. El último país fue Georgia. Pero su mujer, por ser rusa, siempre tuvo inconvenientes para adquirir visa europea de trabajo. Como ella en la universidad había estudiado español, y él siempre soñó con aprenderlo, pensaron en Argentina.
Llegaron al aeropuerto de Ezeiza el 17 de diciembre pasado en un vuelo proveniente de Tiflis, capital de Georgia. La mujer, cuatro años menor que O.D. y embarazada, ingresó sin inconvenientes. Cuando él llegó al control migratorio, comenzaron los problemas. La Dirección Nacional de Migraciones (DNA) detectó que su pasaporte figuraba recientemente invalidado. Los agentes cotejaron los datos en el sistema y descubrieron que Interpol había emitido una alerta naranja respecto al ucraniano: su país le había suspendido la validez de su documentación por ser desertor del Ejército.
Ahí comenzaron los tironeos. La DNM le explicó al joven su carácter de “inadmitido” y que iba a ser deportado. Él se negó. Hubo idas y vueltas, con equívocos en inglés y en español. Se acercaron a la escena miembros de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y personal de custodia de la compañía aérea involucrada. O.D. llegó a estar en posición de manga para abordar al avión, pero se opuso y salió corriendo a los empujones.
Todo esto figura en las actuaciones a las que tuvo acceso Infobae tras el hábeas corpus que presentó el abogado de O.D., Christian Rubilar Panasiuk. Con fecha de ingreso el 18 de diciembre, dicho documento expone: “Christian Demian Rubilar Panasiuk, en beneficio de O.D., desertor del ejército ucraniano, pasaporte ucraniano (...), habitante que pisó suelo patrio, (...), informa al Sr. Juez que la DNM está tratando de deportar al beneficiario sin que el Sr. Juez haya resuelto. Se hace saber al Sr. Juez que el beneficiario ha tenido status de refugiado reconocido -en países anteriores-. Se hace saber que el motivo de su refugio, el que también solicita en la Argentina, es que su esposa es rusa y él es ucraniano. Su esposa está embarazada y lo espera en nuestro país“.
Con el hábeas corpus, el abogado también solicitó asilo político para su cliente. Y ante estos dos requerimientos, la DNA de Ezeiza se puso en contacto con la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE) con el propósito de clarificar la situación legal del ucraniano. Mientras tanto, el joven quedó a la espera durante horas en una “sala de inadmitidos” dentro del aeropuerto.
“Señor Juez: Por medio de la presente, tengo el agrado de dirigirme a usted (...), con el propósito de informarle que, siendo las 11.25 horas, y en ocasión de dar intervención a la CONARE respecto de la solicitud de refugio presentada por el amparista, se ha recibido un correo electrónico por parte de la Secretaría Ejecutiva de dicho organismo”, redactó el director de Control Aéreo de la Dirección General de Movimiento Migratorio, Ariel Abadie, en una nota dirigida al Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de Lomas de Zamora N°1, a cargo del juez Federico Villena.
“En dicho correo, se comunica la decisión de otorgar al amparista un ingreso provisorio por el plazo de 48 horas, conforme lo establecido en la disposición DNM N°20193/05″, añadió el funcionario de Migraciones el mismo miércoles 18 de diciembre. Con esa información incorporada, el juez de turno declaró abstracto el amparo y ordenó archivar el expediente.
Si bien el plazo de ingreso venció este viernes, el abogado de O.D. ya comenzó los trámites administrativos para que se le otorgue a su defendido una autorización de residencia permanente. La Conare, entre tanto, le expidió un título de refugio provisorio.
En diálogo con este medio, el joven O.D, quien pidió anonimato porque “está con miedo”, relató su experiencia ingresando al país: “Fue aterrador. De hecho, después de que no se me permitió entrar a Argentina, pedí asilo político al personal de seguridad que me custodiaba, a la policía y simplemente a las personas que trabajaban en el aeropuerto. Busqué la ayuda de todos. Me ignoraron: todos intentaban pasar la responsabilidad sobre mi situación a alguien más".
Y añadió: “Fue aterrador y desesperanzador. Intentaron obligarme a subir al avión sin explicar por qué me estaban ignorando. Probablemente, les resultaba más fácil así. Solo gracias a Christian supe que lo que estaban haciendo era ilegal. La policía y otros empleados se negaron a tomar el teléfono y hablar con un abogado. Intentaron quitármelo, argumentando que este era su país y sus reglas. Lo único que podía hacer era rezar. Ahora, mi abogado y yo estamos intentando obtener refugio para mí... Mi esposa y yo planeamos quedarnos acá”.
Según cree O.D., la suspensión de su pasaporte tiene que ver con “el intento de su país” de expatriarlo para llevarlo a combatir. “Rusia y Ucrania son vecinos -ponderó el joven-, y, como probablemente sepas, antes de todo esto eran parte de la Unión Soviética. Esto, por supuesto, es otra conversación aparte sobre los horrores de ese Estado. Pero la gente vivió en paz durante más de varias décadas, y de un momento a otro comienza una guerra entre amigos. Yo lo veo así: el 50% de los ucranianos tienen familiares en Rusia, y viceversa".
El joven tendrá junto a su esposa su primer hijo, y pretende salir a “trabajar en donde pueda” para sostenerlo. La música, dice, sigue siendo una necesidad. Mientras tanto, a la espera de novedades respecto a su estatus, alquiló un departamento en el barrio porteño de Palermo. Ninguno de los dos tiene conocidos en el país.