Victoria Villarruel cumplió días atrás un año como titular del Senado y, como mayor virtud, respetó dos mandamientos trascendentales para quien aterriza en el Congreso: tener el número y, ante dificultades, ganar tiempo. Todo eso se lesionó el jueves último, durante la sesión donde se expulsó al impúdico peronista disidente Edgardo Kueider, detenido en Paraguay la semana pasada con más de USD 200.000 sin declarar, lo que genera un escenario de incertidumbre para el corto y mediano plazo.
Lo ocurrido hirió el año legislativo para Villarruel y una Casa Rosada que, ante una adversidad, aprovechó la sesión para dinamitar aún más el poco contacto que sostiene con la Vicepresidenta. Si bien la puja es evidente, ya son varios los senadores que reconocieron ante Infobae la desconfianza ante idas y vueltas que, hasta ahora, sólo sirvieron para desviar la atención. Ayer, por caso, la líder de la Cámara alta manifestó que no está “participando de ningún armado político” y lo hará “donde el presidente -Javier- Milei me lo pida”.
El 13 de diciembre de 2023, el Senado tuvo su sesión preparatoria para elegir autoridades. Allí, un esquelético oficialismo -siete legisladores; hoy, seis- y una serpenteante oposición dialoguista -que viró en situaciones de imposible justificación, como hizo el jueves pasado la Unión Cívica Radical, en constante interna- unieron fuerzas para conformar una mayoría circunstancial de 39 integrantes y relegar al kirchnerismo, que allí tiene la primera minoría, con 33 bancas. En la Cámara alta, el quorum se obtiene con 37. Aquí fue más que importante la labor del experimentado peronista disidente Juan Carlos Romero (Salta).
Por supuesto que La Libertad Avanza tuvo derrotas en la Cámara alta, como con el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70, que desregula la economía; o el de fondos para la SIDE, que quedó rechazado de manera definitiva. A esto se suman las sancionadas leyes que mejoraban las jubilaciones y blindaban los presupuestos universitarios, luego vetadas por el Gobierno, y con una insistencia opositora que no prosperó en Diputados.
El Senado había estado más de dos meses sin sesionar hasta finales de noviembre, cuando recibió el más que demorado informe del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. La merma en la actividad no sólo conformaba a la Casa Rosada, sino también al propio kirchnerismo, que todo ese tiempo sólo reclamó, con poca insistencia, el debate del vigente DNU para renegociar deuda con mayor flexibilidad en las condiciones.
La detención del viajante entrerriano, que se fue enojado del Frente de Todos en 2023, se convirtió en una luz de esperanza para dicho espacio y, en particular, para Cristina Kirchner, quien vio en la expulsión del ahora ex legislador no sólo la posibilidad de recuperar una banca -pasarán de 33 a 34 legisladores, a tres del quorum y mayoría propia-, sino también la realización de una purga exprés en su bancada.
“El que no se siente el jueves, será igual de traidor que Kueider”, alardeó a este medio, al cierre de la noche del martes, uno de los principales integrantes de dicho interbloque. Estuvieron todos en el recinto excepto el santiagueño Gerardo Antenor Montenegro, quien prefirió sumar millas en el exterior. Pensar que, días atrás, parte de la bancada estalló en furia ante la orden de la ex jefa de Estado para exigir una sesión que nunca fue consultada entre pares.
Ante ese panorama resulta increíble el daño que se autogeneraron oficialismo y dialoguistas: desde que el kirchnerismo reclamó ir al recinto, perdieron una semana entera entre negociaciones fallidas y desconfianzas mutuas, y llegaron a la sesión sin una definición, algo que no había ocurrido en casi todo el año. Ni siquiera, con la ley Bases que desempató Villarruel. Es decir, se la dejaron servida al principal bloque opositor del Senado, que se regodeó durante toda la jornada y se llevó una victoria para mostrarle a Cristina Kirchner. El lugar de Kueider será ocupado por la actual legisladora provincial y referente camporista Stefanía Cora.
Fatídico 36
De cara a un potencial período de sesiones extraordinarias que el Gobierno vendió con liviandad y nunca activó o, en todo caso, a la preparatoria que tendrá que realizar la Cámara alta la última semana de febrero próximo para ratificar autoridades, queda un lesionado oficialismo y una serpenteante oposición dialoguista cada vez más enojada con la Casa Rosada, con 37 voluntades sumadas, ya que el radical Víctor Zimmermann estiró su licencia por un cargo en Chaco hasta finales del mismo mes. Es decir, un quorum justo y más que delicado.
A pesar de esto, lo cierto es que el Gobierno tampoco puede fiarse. Un ejemplo contundente: en el lote de los 37 aparecen los santacruceños José María Carambia y Natalia Gadano, que responden al gobernador Claudio Vidal y ya dieron varios dolores de cabeza a la Casa Rosada. La legisladora ni siquiera participó de la sesión del jueves pasado. Ya hablaríamos de 35 sin ellos.
Otros caminos podría ser peores: un kirchnerismo junto a silvestres provinciales y algunos oscilantes radicales -volteretas olímpicas en una bancada que nunca logró manejar el correntino Eduardo Vischi- en reclamo de sesiones, con número suficiente, para aplicar derrotas a los alicaídos libertarios. En una semana, todo se dio vuelta.