Un fuerte malestar se impuso en el Gobierno esta tarde, luego de que el oficialismo perdiera la batalla en el Senado contra el kirchnerismo por el futuro del senador peronista aliado de La Libertad Avanza, Edgardo Kueider. En la Casa Rosada debieron aceptar un cambio en el sentido de su propio voto a último momento, y responsabilizaron por esa derrota a los aliados del PRO y la UCR, cuyos legisladores dejaron de apoyar una suspensión, como querían los libertarios, y se inclinaron por una expulsión.
“Si se acabó la República, aprovechemos”, dijo, con evidente bronca, un alfil de Javier Milei, poco después de que se conociera el resultado de la sesión especial que había convocado Unión por la Patria para expulsar al legislador propio que, desde el debate de la Ley Bases, pasó a formar parte de las filas de La Libertad Avanza. Y apuntó directamente contra Mauricio Macri, titular de PRO. La tensión se profundizó, además, porque no pudieron reunir los dos tercios necesarios para avanzar con la moción que había presentado Ezequiel Atauche desde LLA para tratar la suspensión del soldado de Cristina Kirchner y titular del bloque K, Oscar Parrilli.
El áspero camino de las últimas 24 horas dejó en ascuas a los libertarios, que inicialmente querían evitar la sesión y tuvieron el primer revés ayer, cuando la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, se vio obligada a convocar. Fue luego de que el PRO y la UCR se pusieran del lado del kirchnerismo en el intento de tomar represalias contra Kueider.
Desde entonces, en LLA se vieron compelidos a cambiar el sentido de su estrategia, y decidieron que si no podían evitar que se tratara el tema, al menos intentarían que no derivara en una expulsión, sino en una suspensión. Además, agregaron un pedido para intentar desaforarlo. “De esa manera, le quitás los privilegios, lo dejás en manos de la Justicia. Y si resulta inocente, sabés que no lo juzgaste injustamente”, explicaban el razonamiento esta tarde.
En realidad, más allá de “respetar el debido proceso”, querían evitar que Kueider fuera echado definitivamente y prevenir, así, que una senadora camporista ocupara su lugar y les complicara aún más las posibilidades de conseguir mayorías en el Senado.
Hasta esta mañana, en el Gobierno creían que los aliados acompañarían esa salida salomónica que habían acordado anoche. Pero el panorama empezó a enturbiarse desde temprano. En el escarpado trayecto hacia la sesión, cayó como una bomba el oficio que le presentó la jueza federal Sandra Arroyo Salgado a Villarruel con un pedido de desafuero y detención de Kueider. La magistrada le mandó un mail a la presidenta de la Cámara alta con el objeto de “proceder a su detención por los canales diplomáticos correspondientes”, en el marco de la causa contra el legislador por enriquecimiento ilícito que tramita en la Justicia Federal de San Isidro. “Eso cambió todo”, lamentaron cerca del primer mandatario.
Cuando promediaba la sesión, los bloques aceptaron pasar a un cuarto intermedio, y para entonces, los libertarios tenían esperanzas, aún, en poder sellar un pacto con los aliados. Pero durante el intervalo empezaron a percibir que los amarillos y radicales dudaban. Y sobre el filo de la votación se dieron cuenta de que ya no tenían los votos para suspender a Kueider. “Veíamos que los radicales no aparecían, y después de unos minutos, lo supimos”, dijo, muy desalentado, un testigo parlamentario.
Para colmo de males, el viraje de los senadores cercanos al Gobierno obligó a los senadores de Milei a cambiar el voto. “Si no, quedábamos del lado de los corruptos”, explicó un miembro de la bancada. La decisión fue consensuada con la Casa Rosada. “No queda otra”, les transmitieron desde la Cámara alta al círculo íntimo del jefe de Estado, que seguía el devenir de la sesión desde Balcarce 50.
En Gobierno prometen represalias, pero no está claro de qué manera. Santiago Caputo había ordenado armar una lista de senadores y diputados con causas abiertas para intentar destituirlos, como contraofensiva hacia el kirchnerismo. Y hoy dejaron trascender los 30 nombres que listaron. Pero no tienen los votos, siquiera, para tratarlas. Y hacia el final de la jornada, algunos libertarios, vencidos, decían que la batalla está terminada. “Lo dimos todo, fueron tres días muy difíciles”, sostuvo un importante dirigente.
Otros se mostraban dispuestos a contraatacar, al menos, desde la exposición pública. “Votaron con el kirchnerismo, desde lo comunicacional se puede hacer mucho. Son traidores, se manejan así”, dijeron. En particular, apuntaron contra Luis Juez, que votó por la destitución de Kueider a pesar de que el pedido de LLA por una suspensión estaba claro. Están convencidos de que hizo un acuerdo con el kirchnerismo para obtener la presidencia previsional que hoy ostenta un senador libertario, Bartolomé Abdala. Pero señalaron que no se cortó solo y un importante asesor presidencial se mostró convencido que detrás de la jugada estuvo el titular de PRO.