Tras la convocatoria a sesionar mañana para tratar el escándalo del senador Edgardo Kueider, detenido la semana pasada en Paraguay junto a su secretaria y más de USD 200.000 sin declarar, el bloque de la Unión Cívica Radical decidió bajar al recinto -como el Pro- y se muestra proclive a acompañar la postura del oficialismo y la oposición dialoguista de suspender al entrerriano hasta el 1 de marzo próximo, aunque persisten dudas sobre la expulsión del peronista disidente que empuja el kirchnerismo.
La bancada tuvo un año legislativo lleno de idas y vueltas, con posturas divididas en varios temas y jugadas personales que limaron el bloque que comanda Eduardo Vischi (Corrientes), que tras la cumbre evitó dialogar con Infobae. Los radicales esperan para mañana el regreso del porteño y titular del centenario partido, Martín Lousteau, quien pidió licencia en la Cámara alta del 2 de diciembre pasado hasta hoy, inclusive.
Desde la UCR consideran viable la suspensión -junto a la activación de la comisión de Asuntos Constitucionales, donde tendría que discutirse el expediente Kueider-, aunque algunos aún dudan sobre la expulsión. No sería la primera vez que en una reunión de este estilo se piensa una cosa y, luego, se hace otra.
Una situación similar ocurrió ayer en el convite que realizó el PRO en la Cámara alta. De ahí sí salió un compromiso para dar quorum, lo que elevó la presión y derivó en la convocatoria realizada este mediodía por el titular provisional del Senado, el puntano libertario Bartolomé Abdala.
¿Cuál es el estado de situación por estas horas? Hay dos senderos: la expulsión que desea el interbloque cristinista, que comanda José Mayans; y una suspensión como la que se votó contra el peronista Raúl Ochoa, por un delito electoral, en 2005. Ambas precisan los dos tercios para ser habilitadas sobre tablas -no tienen los dictámenes correspondientes de Asuntos Constitucionales, que preside Kueider- y la misma cifra para ser votadas.
En el temario, primero está la expulsión. Aquí aparecen las estrategias y movimientos a los que todos los bloques deberán prestar atención. Si ello no prospera, se pasará a la suspensión. No obstante, el kirchnerismo mostró hasta ahora una postura inflexible y sólo empuja su idea. Entonces, si ninguna iniciativa tiene aval, el escándalo podría ser de relevancia, ya que Kueider continuará no sólo con su banca, sino también con su dieta.
Otro escenario viable, si no avanzara una expulsión, es que el Frente de Todos se levante del recinto en queja por no ir por la remoción del entrerriano y deje en soledad a oficialistas y dialoguistas para que allí sí haya dos tercios. Siempre y cuando se sostenga un quorum más que fino. En cambio, si el cristinismo se queda en el recinto y no habilita el debate de la suspensión, quedará consumado un verdadero papelón.
El temor en varios despachos, de no mediar una solución anticipada, es que senadores del oficialismo y la oposición viren de pensamientos en el medio del recinto. Es lo que desea el kirchnerismo, que quiere ver a esos bloques acompañar la expulsión de Kueider. Una victoria impensada, por más extraño que suene, a favor de la “moralidad” para una bancada con varias travesías judiciales abiertas.
¿Por qué el kirchnerismo solicita una expulsión veloz? Si el entrerriano abandona la Cámara alta, su reemplazo será la actual diputada provincial y referente camporista Stefanía Cora. De esa manera, el cristinismo senatorial pasaría de 33 a 34 legisladores. A tres de recuperar el quorum y la mayoría. Enfrentado quedaría un disminuido oficialismo y una serpenteante oposición dialoguista con 37, ya que el radical Víctor Zimmermann estiró su licencia por un cargo en Chaco hasta finales de febrero próximo.
Si la suspensión obtiene luz verde el jueves, la camporista Cora no asumiría y el Senado ganará tiempo, al menos, hasta el 1 de marzo, día en el que Javier Milei tendrá que asistir al Congreso para dar inicio a un nuevo período de sesiones ordinarias.