Con escenografía cuidada y sin desatender señales para lectura interna, la cadena nacional de Javier Milei por el primer año de gobierno expuso un mensaje en clave electoral que incluyó frases trabajadas como consignas, además de la previsible combinación entre reivindicación de lo hecho, contrapunto frente a lo heredado y anuncios. El sentido, en línea con las tradiciones políticas criticadas en el discurso, fue por momentos explícito y conceptual: planteo la elección del año que ya llega como una especie de plebiscito nacional sobre su gestión, sin lugar para matices ni juegos provinciales.
El mensaje, grabado, evitó el tono de voz para la tribuna y, en todo el desarrollo y aun a costa de cierta monotonía, fue evidente que se buscó una puesta en escena institucional -la exposición prolija del Ejecutivo- que dejó de lado incluso el “Viva la Libertad Carajo” como cierre. Eso fue expuesto del mismo modo en la actitud seria de los integrantes del Gabinete. La distribución de funcionarios no disimuló algunas jerarquías domésticas. Más bien, al contrario. Karina Milei estuvo ubicada a la derecha del Presidente -que le dedicó el único elogio exlícito- y a la izquierda, Guillermo Francos. Detrás, pero en plano destacado, Luis Caputo y Patricia Bullrich.
La construcción del texto -con dedicación presidencial directa y participación gravitante de Karina Milei y Santiago Caputo, según se dejó trascender- tuvo una lógica lineal: agradecimiento a la sociedad por el “sacrificio” que representa el ajuste, defensa de las medidas tomadas y pronóstico de un año próximo mejor en materia económica y social, con motosierra profunda como señal de diferenciación frente a ciclos anteriores y sobre todo, frente al tramo final de la última entrega del peronismo.
El recuento fue tajante, en la línea destacada. “Hace exactamente un año”, fue el giro que marcó el inicio de cada párrafo en ese tramo del discurso. Desfilaron cifras (inflación, déficit, Riesgo país, tasas, brecha cambiaria) y también asomó un juego de contraimágenes, como la de las calles sin piquetes en continuado. Después, por supuesto, siguieron los títulos de propuestas, por ahora sin definición del momento -en el más corto plazo, se espera aún el llamado a sesiones extraordinarias del Congreso- pero con ineludible camino legislativo: leyes vinculadas a la seguridad y contra el delito, reformas impositiva, previsional, política, laboral, penal.
Eso último no es un dato menor. Milei habló nuevamente de la “casta” y el mensaje la asoció con inteligencia a los “curros” desde el Estado. El énfasis en la herencia y algunos adjetivos duros parecen en sintonía con la intención polarizadora, apuntada al kirchenrismo, una disputa que a la vez busca explotar CFK, por cálculo electoral y por razones de alineamiento interno. Al mismo tiempo, esa movida asoma con intenciones de dejar sin juego propio a sectores aliados como el PRO o dialoguistas. Un desafío, especialmente para la construcción política, que demandarían proyectos de ley como los expuestos en la cadena nacional.
Naturalmente, Milei orientó el mensaje a lo que se denomina como relación directa con la sociedad o, mejor, con el electorado. En palabras presidenciales, fue dirigido a “los argentinos de a pie”. El agradecimiento por los “sacrificios” de esta etapa incluyó alguna alusión a Carlos Menem, mencionado en un pasaje, como la pincelada esperanzadora que reconoce el difícil cuadro social pero agrega que “vamos bien”.
Por supuesto, el planteo buscó asegurar que no se serán recreadas fórmulas distributivas, sino que se mantendrán el ajuste de la estructura del Estado nacional y medidas de fuerte perfil fiscalista que, se repitió a lo largo del discurso, deberían impactar positivamente en la economía real. En esa dirección, reiteró la consideración sobre el papel central de la actividad privada y dejó una línea significativa sobre la competencia entre provincias.
Conceptos tales como “estamos saliendo del desierto” o “dejamos atrás lo peor” fueron acompañados por contrapuntos repetidos entre “casta” y “sociedad”, con un agregado para recrear resultados exitosos de la última campaña. “Llegó la hora del hombre común”, fue la síntesis. Una manera de apuntar a la referida relación sin intermediarios con la gente y de apostar otra vez a la distancia con la política “tradicional”.
Sobre el final, Milei abordó los ejes quizás más significativos en términos electorales. Tuvo una frase que como primera lectura puede remitir a la tropa propia -y a la interna en el nivel de Gobierno- pero que además o especialmente tiene sentido de advertencia electoral. Repitió una frase gastada: “No nos podemos dormir en nuestros laureles”, dijo.
Fue en la antesala del tramo más abiertamente electoral, que buscó diferenciarse del “despilfarro” estatal de los oficialismos en época de campaña. Tal vez letra dirigida a funcionarios de áreas sensibles. Pero además, un señalamiento al electorado sobre no dar por superado el ajuste. En cualquier caso, Milei fue directo sobre el foco que pretende para las elecciones al sostener que eso en definitiva es lo que estaría en juego el año que viene.
Casi de inmediato, asoció el pasado a los “políticos rancios” y el futuro, a su agenda de gobierno. Y en la misma dirección, llegó la consigna explícita: “Vamos a plebiscitar los pilares sobre los cuales queremos construir esta nueva Argentina”.
En este punto, el más significativo en sentido político, Milei adelantó el eje de campaña. Y giró sobre una pretensión nada nueva y que va de la mano con el concepto más exagerado de presidencialismo: darles sentido plebiscitario a las elecciones de medio término. Es decir, y más allá del dramatismo que intenta el mensaje, traducir de ese modo la apuesta a la polarización.
Es curioso, porque en el archipiélago que expone la fragmentación política, se busca forzar alineamientos electorales en blanco y negro, a pesar de la difícil articulación de coaliciones. Con un agregado: el oficialismo anticipa que buscará darle ese sentido a la campaña y sobre todo, en caso de triunfo, al resultado más allá del efecto práctico en la renovación legislativa. Falta tiempo, aunque alcanza para confirmar que está abierta la temporada electoral.