Las encuestas son apenas el termómetro o la traducción en números y gráficos de lo que se percibe en la atmósfera. El consenso mayoritario, incluso de los opositores más acérrimos, es que Javier Milei llega a diciembre con una fortaleza incuestionable, pese a un programa de ajuste draconiano, los dolores inevitables de la implementación del “plan motosierra” y una batalla cultural que dejó a varios actores de peso arrinconados y a la defensiva. Para los gobiernos elegidos después de 1983, el último mes de cada año asomaba como un limbo donde podía pasar cualquier cosa. Pero en el gobierno libertario creen que el clima político luce despejado, aunque tienen encendida una luz amarilla en el Conurbano, la trinchera donde resiste el kirchnerismo.
Repasar los diarios de hace cuatro años -cuando se cumplía el primero de la última gestión peronista- permite darle perspectiva al presente. En esos tiempos, en los matutinos aparecía que el presidente estaba peleado con la vice. Que, a su vez, Cristina Kirchner estaba enojada con la Justicia, en particular con la Corte. Que Nicolás Maduro se había robado otra elección. Y que se vivían los coletazos de la odiosa pandemia. Como dice un refrán que duele: si te vas un mes, Argentina cambió por completo. Si te vas cuatro años, no tanto.
Hay, sin embargo, un presente que tiene características inéditas y un actor central del poder que era en ese entonces una suerte de predicador de las ideas libertarias, que estaba algo en la academia y mucho más en las radios y la televisión: Javier Milei.
Este diciembre llegará con una novedad: el Presidente prepara junto a su equipo más cercano un discurso que tiene previsto difundir por cadena nacional el 10 de diciembre, cuando se cumpla el primer año de su gestión. Según pudo saber Infobae, el Presidente hará un reconocimiento a la sociedad por el esfuerzo y los sacrificios que impuso el programa de estabilización de la economía, que permitió frenar la inflación y el déficit fiscal crónico, anestesió el dólar y encarriló las principales variables macro para recuperar el crecimiento, el empleo y los ingresos. Habrá un repaso pormenorizado del presente versus la herencia: muchos datos económicos y reflexiones sobre los cambios políticos que se lograron en doce meses corridos. Todavía no se decidió si lo grabarán en su despacho o en el Salón Blanco. Son detalles escenográficos.
Va a ser la contracara de aquel mensaje que, como un anticipo de la tónica de su mandato, pronunció el 10 de diciembre de 2023, de espaldas al Congreso Nacional, donde había cumplido una fugaz y administrativa ceremonia de juramento y traspaso de la banda y el bastón. Allí, al pie de las escalinatas del Palacio Legislativo, dijo “no hay plata”, “no a la casta”, “el que las hace las paga” y el que “corta no cobra”, frases que sirvieron de coordenadas para su acción de gobierno. Innovaciones de forma y de fondo que sorprendieron al círculo rojo y a una sociedad acostumbrada a una ritualidad desapasionada.
Es un diciembre este que el Gobierno enfrenta con menos intranquilidad por la situación social. “El clima político está tranquilo. A la gente le está llegando la ayuda social como nunca antes, sin intermediarios, sin extorsiones ni avivadas. Tenemos igual un ojo en La Matanza, donde vemos algunas cosas que no nos gustan”, reveló a Infobae una fuente que sigue de cerca el día a día del Gobierno. Si el kirchnerismo tiene en el Conurbano su trinchera, La Matanza es el centro de gravedad de todo ese ecosistema. Con un intendente como Fernando Espinoza sospechado de las peores cosas, hay una luz amarilla intermitente que tiene en alerta al oficialismo.
El cielo, la tierra y los de siempre
Son las escenas del final de un año que tiene al Gobierno en euforia. Un estado de ánimo que puede subestimar riesgos y sobrevalorar la propia inteligencia y los márgenes de maniobra. El caso de la Ficha Limpia puede tener un poco de eso y en algunas oficinas de Casa Rosada admitían que hubo una demora en reaccionar ante la acusación de un pacto de impunidad con emisarios de Cristina Kirchner. En el oficialismo hay algo de fastidio, pero más de hartazgo con los zigzagueos de Mauricio Macri. “El PRO y él sabía que no tenían los números. Había que hacer las cuentas. Nos cargan los ocho que faltaron de los nuestros, pero no hablan de todos los de Juntos por el Cambio que se borraron. No era un proyecto nuestro y lo acompañamos. Los que tenían que asegurar los votos eran ellos”, decían en el Gobierno sobre el filo de la semana.
En las redes sociales, los militantes más apasionados de Milei asociaban el repentino fervor cívico del ex presidente de Boca a la licitación de la Hidrovía. Con la irresponsabilidad que ofrecen las redes, agitaban el fantasma de una réplica por no haber priorizado a la holandesa Boskalis, experta en dragados y otras actividades submarinas. Meras especulaciones.
La Libertad Avanza, que preside Karina Milei, emitió un comunicado que no dejó lugar a dudas que la bronca no es con los diputados, sino con Macri. Interpretaron como una provocación que después de que el presidente le transmitiera a Silvia Lospennato su compromiso para aprobar un nuevo proyecto de Ficha Limpia “el calabrés” volviera a agitar las sospechas de un acuerdo inconfesable de “Las Fuerzas del Cielo”. “El proyecto, como está, le dejaba a los jueces federales -que en las provincias responden a los gobernadores y a los señores feudales del peronismo- la posibilidad de sacar de la cancha a cualquier candidato. Se les da a los jueces un poder más grande del que tienen ahora. ¿A quién le conviene eso?”, especulaban frente a este medio.
En el Gobierno niegan cualquier acuerdo con Cristina Kirchner. Hay una lógica en el razonamiento que combina en dosis parejas los intereses de los involucrados y el tiempo. Son simultáneas que se juegan en el territorio del Poder Judicial y del Senado. Para la Casa Rosada, resolver la cuestión del máximo tribunal es el desafío más importante que tiene por delante. “Del 1 al 10 estamos en 5. Lejos, todavía″, confiesa una de las espadas que tiene Milei para esos menesteres. Dice como si lo creyera que no necesitan a exmandataria y que tienen cerca de 18 peronistas en el Senado que podrían ser más “sensibles” a sus intereses y los de su provincia que a los de la Presidenta del PJ.
Todavía hay tiempo: recién el 29 de diciembre, cuando cumple años el supremo Juan Carlos Maqueda, la Corte se queda sin mayoría ante un voto dividido. “No podemos permitir eso. Tenemos el tiempo de la feria judicial para negociar”, pronostica el interlocutor. ¿Y si no? Se descuenta el nombramiento en comisión y por decreto de necesidad y urgencia. Pero algunos no dejan de confiar en un desenlace inesperado antes de fin de año que destrabe la votación, al menos, del juez Ariel Lijo, y dejar para después a Manuel García Mansilla. “Son los dos o ninguno”, insistieron desde el Gobierno.