La vicepresidente Victoria Villarruel tomó ayer una decisión política fundamental. No se va a quedar en silencio ante las fuertes acusaciones que lanzó Javier Milei y que expuso a cielo abierto la ruptura del binomio que ganó, hace un año, las elecciones con el porcentaje más alto desde la recuperación democrática, en 1983. Todavía no resolvió cómo, ni cuándo, pero sí que hará “aclaraciones” sobre algunos de los dichos del presidente de la Nación.
En el entorno de la titular del Senado, de todos modos, aseguran que la intención es evitar una escalada política que agrave aún más una situación que viene en deterioro progresivo y, por ahora, tiene características de ser irreversible. “Hay que tener, por encima de todo, responsabilidad institucional”, explicaron fuentes parlamentarias a Infobae.
Es un conflicto que emerge a pocas horas de la presentación del informe del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en el Senado y mientras la vicepresidente resiste las presiones del kirchnerismo -que tiene una banca monolítica de 33, cuatro menos de la mayoría- para tratar proyectos contrarios a los intereses del gobierno nacional, entre ellos el rechazo al DNU que habilita al Ejecutivo a renegociar deuda pública sin los requisitos de la Ley de Administración Financiera.
La decisión de responder fue tomada ayer a la tarde en el despacho de la vicepresidente, junto al grupo de confianza más cercano que tiene Villarruel. Los había citado para analizar el impacto político de las críticas del presidente y los pasos a seguir. En una improvisada merienda -con medialunas, infusiones y agua- la dirigente repasó las reacciones que hubo en el oficialismo a las palabras de Milei y resolvió después de escuchar a sus asesores que hará algunas aclaraciones. “Lo va a hacer en el momento que considere correcto”, dijeron las fuentes, que no descartaron que sea vía redes sociales o con una entrevista.
La vicepresidente venía de estar hiperactiva en redes sociales, por lo que no se descarta que ese sea el medio utilizado para brindar esas “aclaraciones”. Hay dos temas que podrían ser abordados: el de la supuesta negativa a asistir a las reuniones de Gabinete y su frase sobre el círculo rojo y la “alta política”.
“Villarruel no tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones. No participa de las reuniones de Gabinete. Decidió no participar. Hace mucho tiempo que decide no participar en las reuniones de Gabinete. El diálogo es lo que se necesita institucionalmente para cumplir con nuestros roles. Ella en su visión, en muchas de las cosas que nosotros hacemos está más cerca del círculo rojo, de lo que ella llama la alta política, y lo que nosotros llamamos la casta”, afirmó el mandatario. Esas palabras generaron un enorme impacto político.
Esas declaraciones del presidente fueron el final de una ofensiva que el equipo de la vicepresidente empezó a registrar hace unas tres semanas. Al mismo tiempo en que ella levantaba el perfil, con actividades, reuniones y fotos publicadas en sus redes, más se acrecentaron esas embestidas desde activistas y militantes, a dirigentes que responden a la Casa Rosada. Las agrias referencias de la diputada Lilia Lemoine o del biógrafo de Milei, Marcelo Duclos, no se ejecutaban en el vacío.
La declaración que pronunció la noche del martes en la entrevista con el canal LN+ confirmó que el malestar con la presidente del Senado no era de una facción, sino que era el eco de algo más concreto. La desconfianza de Milei con Villarruel proviene de antes del 10 de diciembre y recrudece cada tanto: desde que el presidente decidió darles a Patricia Bullrich y Luis Petri los ministerios de Seguridad y Defensa, a las diferencias por los aumentos a los senadores o la renuncia a la jubilación de privilegio, la crisis con Francia por un tuit -que sigue fijado en la cuenta de la vicepresidente-, o la reivindicación a Isabel Perón. Son capítulos de una serie de desencuentros.
Sin embargo, la frase de Milei de esta semana, elevó un escalón más la tensión entre ambos. Por eso, la vicepresidente decidió que esta vez no mantendrá el silencio que guardó ante otras críticas, principalmente las vinculadas a su supuesta negativa a seguir participando de las reuniones de Gabinete y la mención a su cercanía con el círculo rojo, la “alta política” o la casta, que el primer mandatario hilvanó como sinónimos.
En la charla de ayer en el Senado se recordó que la última reunión de la que participó Villarruel fue en la primera quincena de septiembre. “Después hubo viajes, suspensiones propias por la dinámica del Gobierno. No fueron muchas las reuniones de Gabinete a las que no fue”, explicaron en el Senado. Hay, de todos modos, una negativa a referirse a quién tiene la responsabilidad de “invitar” -o no hacerlo- a esos encuentros en la Casa Rosada.
La vicepresidente podría también referirse a la vinculación que hizo Milei respecto de la casta. Fuentes parlamentarias se mostraron sorprendidos de que al presidente le haya llegado la frase “alta política” que pronunció Villarruel en una entrevista en ocasión de la noche de los museos, el sábado 9 de noviembre pasado. “El Senado de la Nación me encanta, me parece hermoso, pero debo decirles que lo que más me gusta y donde más me gusta estar es en el recinto, donde puedo ver la política, la alta política en serio. Realmente es algo único que me gustaría mucho que los argentinos pudieran ver. Las distintas discusiones, el planteo de las leyes, los recursos que hay para avanzar o para entorpecer una ley. Es el lugar donde más cómoda me siento de todo el Senado de la Nación”, dijo en esa oportunidad.
Esa frase, pronunciada a las 9 de la noche en el canal de TV que tiene la Cámara, terminó siendo mencionada por Milei como un indicio de la relación de la vicepresidente con la casta.