Cristina Kirchner se propuso ordenar el peronismo, revitalizar su liderazgo y construir un proyecto político nuevo en el camino que une este año con el 2027, cuando en la Argentina se vuelva a elegir presidente. Ese objetivo por delante tuvo su primera parada federal este domingo en Santiago del Estero, donde decidió celebrar el Día de la Militancia y dar el primer paso a nivel nacional como presidenta electa del PJ.
En un estadio lleno y con centralidad plena, insistió con una idea que ya le había dicho a los legisladores que la visitaron la semana pasada en el Instituto Patria, luego de que la Cámara Federal de Casación ratificara su condena en la causa Vialidad. “Estoy dispuesta a pagar el castigo que me quieren imponer, no me van a hacer arrepentir de nada”, sostuvo.
CFK considera que la justicia federal la quiere proscribir y que esa supuesta decisión está vinculada a los logros de su gestión como presidenta entre el 2008 y el 2015. Está construyendo un relato épico, en modo de campaña, con el objetivo claro de agrandar el enemigo para fortalecer la figura de su liderazgo. Desde ese lugar tratará de encabezar la nueva discusión del espacio político.
Hasta el domingo la ex presidenta se había dedicado a realizar recorridas y actos en el conurbano bonaerense. Merlo, Lanús, La Matanza, Moreno y Avellaneda. El cerco auto impuesto lo rompió cuando decidió tomarse el avión a Santiago del Estero. Como una casualidad del destino, menos de dos días después, la interna bonaerense volvió a explotar.
Fue la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, la que apuntó sin filtros contra Axel Kicillof, señalándolo como protector de los movimientos políticos del jefe comunal de Avellaneda, Jorge Ferraresi, en su municipio. En un extenso posteo en X le dijo al Gobernador: “En el último tiempo coincidimos en muy pocas cosas”.
La dirigente de La Cámpora puso el grito en el cielo porque Ferraresi, su archienemigo en el sur del conurbano, estuvo de recorrida en su territorio y lo hizo al ritmo que lanzaba críticas contra su gestión. No es la primera vez que Mendoza denuncia a su colega en público. Lo que nunca había explicitado de tal forma es su mensaje a Kicillof.
Antes de publicarlo en las redes sociales, Mendoza le dijo a Kicillof exactamente lo mismo pero en forma privada. A través de un mensaje de WhatsApp. La relación entre ambos es cada vez más distante. Muy lejos de la que supieron tener en el pasado. Lo que la quilmeña le está pidiendo al Gobernador es que ordene a Ferraresi. Y está dando a entender, a través de ese mensaje público, que en vez de ordenarlo, está convalidando su accionar.
“No caminamos Avellaneda, no nos metemos en su gestión, no lo cuestionamos. ¿Por qué tenemos que tolerar que él lo haga? ¿Se mete en nuestro territorio y tenemos que callarnos?”, señalaron en el entorno de Mendoza, justificando la avanzada furiosa de la intendenta camporista contra su par de Avellaneda, que es uno de los principales armadores del proyecto político de Kicillof.
“Los vecinos de Quilmes le dicen a Jorge lo mal que está la ciudad. Dicen que no levantan la basura. ¿Eso es culpa de Ferraresi? El problema es que la gente quiere vivir como se vive en Avellaneda, pero está en Quilmes”, sostuvo un dirigente de extrema confianza del ex ministro nacional.
La interna bonaerense no descansa. Máximo Kirchner sigue insistiendo en que no entiende los cuestionamientos de Kicillof sobre las formas de la ex presidenta.”Nadie está predestinado a nada”, fue una de las frases apuntadas al gobernador bonaerense durante una entrevista con Infobae. Una respuesta a la proyección presidencial que tiene el economista dentro del peronismo.
En el camporismo consideran que Kicillof se victimiza en forma permanente y que mira para otro lado cuando le llueven las críticas de los municipios que ellos conducen. En La Plata, como anticipó Infobae el último fin de semana, piensan que la agrupación de Máximo Kirchner se convirtió en oposición interna al gobierno bonaerense.
Mientras Cristina Kirchner intenta ordenar el peronismo a nivel nacional para que el kirchnerismo siga siendo la cabeza del proyecto político, en el territorio bonaerense, primordial frente a cualquier objetivo electoral, la guerra no para. En el lugar donde más orden debe haber, la escalada del fuego cruzado parece no tener límites.