La detención en La Plata de dos de los 61 bolsonaristas condenados por la Justicia de Brasil por la asonada de enero del 2023 contra Lula Da Silva precipitó entre la comunidad de refugiados en Argentina una ola de temor que los empujó a bajar el perfil y a dejar de frecuentar los lugares donde solían reunirse. “Están escondidos, con miedo. No son golpistas, por eso le pedimos al gobierno argentino que no extradite a nadie. Son patriotas y perseguidos políticos”. El que habla con Infobae es Symon Filipi de Castro, un joven de 33 años que en su país era pastor evangelista y ahora vive en Misiones, donde trabaja en un restaurante como chef.
Es uno de los referentes de cerca de 400 personas que participaron de la protesta que mantuvo sitiados los edificios de los tres poderes en Brasilia y que, al fracasar, cruzaron la frontera para huir del destino de prisión que los esperaba. Para la Corte de ese país, se trató de un intento de golpe de Estado liso y llano. Para los escapados, fue una manifestación contra un supuesto fraude que ningún juez reconoció. Los condenados se declaran “patriotas”. Los magistrados los consideran fugitivos.
Desde el año pasado, pero con mayor intensidad este año, después de la asunción de Javier Milei en la Presidencia, los bolsonaristas ingresaron a la Argentina de manera legal y también algunos de manera irregular para no ser detectados por las autoridades migratorias brasileñas. La Comisión Nacional de Refugiados (CONARE) otorgó decenas de refugios provisorios a estas posibles “víctimas” de persecución política, quienes fueron renovando cada tres meses de manera consecutiva y reservada -para evitar revelar identidades que los exponga a eventuales represalias- sus documentos para permanecer en el país.
Sin embargo, todo cambió cuando el juez del máximo tribunal Alexandre de Moraes condenó a un grupo grande de bolsonaristas que habían sido arrestados y puestos a disposición de la Justicia por la asonada del 8 de enero de 2023. Entre ellos, 61 que están en la Argentina y que el magistrado envió un pedido de extradición que la Cancillería remitió a la Justicia federal y que quedó a cargo del magistrado Daniel Rafecas, que transmitió a las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales todas las identidades.
El primer detenido es Joelton Gusmão de Oliveira, un ciudadano brasileño de 47 años, quien se encontraba viviendo con su familia en La Plata. El segundo detenido es Rodrigo De Freitas Moro Ramalho, quien tiene una condena de catorce años de prisión por delitos de abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, golpe de Estado, daño agravado, deterioro de los bienes catalogados y asociación delictiva armada.
“La mayoría de los que estamos refugiados tenemos documento. De hecho, a Rodrigo Moro y Joelton Gusmão tenían sus documentos y fueron detenidos cuando fueron a hacer los trámites de renovación del refugio provisorio. En total somos más de 400 los bolsonaristas que estamos en Argentina, pero 61 tienen condenas y pidieron la extradición. Lo que estamos pidiendo es que no los extraditen, porque son inocentes y van a terminar en la cárcel”, explicó De Castro, quien explicó que los arrestados quedaron alojados en una comisaría de La Plata.
Después de esos arrestos, según admitieron fuentes cercanas a la comunidad de brasileños que se escaparon a la Argentina -hay historias de pasos hasta en bicicletas para eludir los controles migratorios- y pudo comprobar Infobae, varios dejaron de frecuentar los lugares públicos a los que asistían para evitar la detención.
El referente de los militantes identificados con Bolsonaro explicó que “golpistas son personas que asumieron el Poder, pero ¿qué Poder tomamos nosotros? Ninguno. Para cometer un golpe de Estado tendría que haber armas de fuego o algo. Nosotros estábamos con la palabra de Dios predicando, cantando y pidiendo ‘¡Dios salva esta Nación!’. Hay una narrativa de la izquierda que dice que nosotros somos terroristas y golpistas y es mentira”.
Finalmente, afirmó que esperan que con la llegada de Milei a la Argentina la situación pueda encaminarse. “Sabemos que él fue a Río de Janeiro, pero no hablaron con Lula de esto. Confiamos en que van a escucharnos”, insistió. Concretamente, el presidente argentino y el brasileño apenas cruzaron un frío, protocolar e inevitable saludo en el inicio de las deliberaciones del G20, pero no hubo bilateral ni se profundizó en la relación diplomática y solo se firmó un acuerdo en materia energética.
En tanto, en apenas dos semanas se espera que Jair Bolsonaro visite la Argentina para participar de la reunión que el foro de derecha CPAC hará en Buenos Aires por primera vez. Es un encuentro político que se referencia con el futuro presidente Donald Trump y en el que abrevan líderes de la derecha dura de las Américas. Está previsto que el discurso de cierre lo dé el propio Javier Milei.