(Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil) Cerca de las 10.40, Javier Milei y Xi Jinping se encontraron para diseñar una hoja de ruta que contemple las necesidades económicas de la Argentina y fortalezca los intereses de Beijing que empuja una ofensiva geopolítica sobre América Latina.
El cónclave sucedió en el hotel Sheraton -adonde se aloja el premier chino- bajo estrictas medidas de seguridad, y se extendió por 30 minutos.
El gobierno nacional informó que durante la reunión se analizaron “temas de relevancia para la relación bilateral, incluyendo la cooperación constructiva y la ampliación de las relaciones comerciales entre ambos países”.
“China expresó su interés en incrementar el comercio, mientras que Argentina manifestó su vocación de diversificar y aumentar su oferta de exportaciones al mercado chino”, ampliaron mediante un comunicado.
Durante el encuentro, Xi Jinping cursó una invitación formal a Milei para que visite China, y el presidente argentino retribuyó con una invitación similar para que Xi pase por Buenos Aires. “Estas visitas se realizarán en plazos y términos a acordar entre ambas cancillerías”, precisaron desde la delegación libertaria.
Por su parte, desde el gobierno chino detallaron que “Milei valoró altamente las relaciones de amistad” entre ambos países. Y “manifestó su voluntad de seguir profundizando la cooperación binacional, por lo que el presidente Xi expresó su aprecio”.
La misma fuente gubernamental recordó que este año se cumple el 10º aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre China y Argentina, por lo que es un buen momento para fomentar un “desarrollo duradero y estable que coadyuve mejor al desarrollo de ambos respectivos países”.
En representación de Argentina, participaron de la reunión el ministro de Economía, Luis Caputo; el canciller Gerardo Werthein; la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el ministro de Defensa, Luis Petri; el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger; el vocero presidencial, Manuel Adorni; y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, junto con otros secretarios y funcionarios del gobierno.
La cita oficial reflejó el giro pragmático de Milei, que hasta el año pasado aparecía reacio a mantener relaciones diplomáticas con el régimen comunista de China.
El jefe de Estado asignó al encuentro con Xi un fuerte valor estratégico, que se vio reflejado por la presencia de la mayoría del gabinete nacional: Gerardo Werthein (canciller), Luis Caputo (ministro de Economía), Santiago Bausili, (titular del Banco Central), Federico Sturzenegger (Desregulación y Transformación del Estado) y Luis Petri (Defensa), participaron del cónclave cerca de la playa Leblon.
Tras la reunión con el líder chino, Milei y su comitiva se reunirán con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Milei está en las antípodas ideológicas de Xi, y durante la campaña electoral de 2023-hoy se cumple un año de su triunfo en el balotaje- reiteró que no tendría ninguna vinculación con Beijing, si asumía en la Casa Rosada.
“Nosotros no hacemos pacto con comunistas. Yo no promovería la relación con comunistas. Ni con Cuba, ni con Venezuela, ni con Corea del Norte, ni con Nicaragua, ni con China”, sostuvo Milei, el 16 de octubre de 2023, cuando le preguntaron su opinión sobre el régimen que encabeza Xi.
El pragmatismo político que exhibe Milei con Xi es consecuencia directa de los consejos del ministro Caputo y el titular del Banco Central, Santiago Bausili. Argentina tiene una debilidad estructural en sus reservas públicas, y China funciona como un soporte financiero a través de un swap por 5.000 millones de dólares con libre disponibilidad.
El Presidente conoce de economía y finanzas, y sencillamente Caputo y Bausili le explicaron que sin swap chino todo podía complicarse en los mercados. Milei entendió el asunto y apelando a la realpolitik dio un giro de 180 grados. Desde ese momento, Milei, Karina Milei, la excanciller Mondino, Werthein, Caputo y Bausilli se dedicaron a aceitar los vínculos diplomáticos con Beijing.
En este contexto, el ministro de Relaciones Exteriores cerró la audiencia de Milei y Xi en el G20.
El líder comunista ya sabe de las necesidades de la Argentina, y a cambio tiene una larga lista de objetivos geopolíticos que intenta coronar desde la administración de Mauricio Macri y el gobierno que compartieron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
La ambiciosa lista de Xi incluye las represas hidroeléctricas en el sur, las centrales nucleares en Buenos Aires, un puerto de aguas profundas en Tierra del Fuego, la participación en las comunicaciones de la Argentina, el control de la Hidrovía, y el acceso sin límites al cobre y litio del país.
La estrategia de negociación de Beijing funciona como una morsa que se opera con la paciencia milenaria china. La presión es constante, y en un determinado momento, Xi obtiene lo que quiere. El líder comunista puede ofrecer asistencia financiera -un swap-, mercados gigantescos -para menudos de pollo o soja- y respaldo en los organismos internacionales como el FMI.
Milei tiene estas opciones a su alcance, pero a su vez estará condicionado por la llegada de Donald Trump al Salón Oval.
La relación de Milei y Trump es perfecta, pero el presidente republicano siempre pondrá adelante su proyecto político y los intereses de los Estados Unidos. Ello significa que si Trump avanza contra Beijing -como lo anticipo en su campaña electoral-, Milei tendrá limitado espacio de maniobra para satisfacer los términos del trade off que Xi dejará planteado en el conclave de hoy en el G20.
El líder comunista invita a China, y Milei no tendrá alternativa. Pero no sucederá en enero como estaba planificado: el presidente no quiere mezclarse con los dictadores de la CELAC, que tambien iban a estar en esa fecha, y la gira se postergaría para mitad de 2025.
Además, Xi desea recuperar la construcción de las represas en Santa Cruz, un proyecto emblemático para China que pretende mostrarse activo en América Latina. El gobierno avalaría este pedido de Xi, pero tiene un problema previo: no hay plata, ahora. Y Argentina está comprometida a poner su parte para que avancen las obras.
A su turno, Milei planteará la necesidad de ampliar los mercados comerciales para el país, y la importancia de mantener la libre disponibilidad del swap por 5.000 millones de dólares. Un objetivo clave para el programa de ajuste económico.
Cuando concluya su reunión con Xi, el presidente se encontrará con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo. Argentina termina su plan de Facilidades Extendidas a fin de año, y dilata la negociación para cerrar un nuevo programa frente a una exigencia puntual del FMI: si levanta el cepo financiero, podría haber un desembolso extra que fortalezca las reservas del Banco Central.
Luis Caputo rechazó esa exigencia y todo había quedado postergado hacia adelante, pero el triunfo de Donald Trump aceleró los tiempos que había calculado el ministro de Economía. Desde esta perspectiva, Milei hará pesar ante Georgieva sus vínculos personales con el presidente electo de los Estados Unidos.
“Kristalina va a tener que romper el chanchito”, explicó a Infobae un miembro del gabinete que conoce la relación de amistad que ató Milei con Trump.
Argentina y el FMI tienen apenas 32 días para negociar un nuevo programa, y después Washington se paraliza cuando llega la Navidad al pueblo. Milei no tiene apuro -se resiste a devaluar- y jugará la Carta Trump acorde a sus necesidades financieras.
El mandatario argentino hoy sólo quiere dar una señal a Georgieva, y después aguardará que el presidente electo de Estados Unidos jure en enero de 2025. Milei se fue de Mar-a-Lago con una certeza a prueba de maleficios: Trump lo ayudará a gobernar, y el FMI tendrá un papel clave en la resolución de sus debilidades económicas.