Este lunes se inauguró la Cumbre del G20 en Río de Janeiro, Brasil, bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva. El evento reúne a líderes de las principales economías y organizaciones globales para debatir asunto clave para el sistema internacional como el cambio climático, la economía mundial, la equidad social y la gobernanza. Como es habitual en la ceremonia de apertura de este foro, el presidente anfitrión recibió a cada uno de los Jefes de Estado que participan en la reunión de hoy y mañana. Lo hizo con un saludo afectuoso que incluyó una foto distendida y sonriente con todos. Pero hubo una excepción: el único invitado con el que Lula no se retrató tomado de la mano fue Javier Milei, el presidente de Argentina.
La distancia ideológica y personal entre ambos quedó plasmada en esos 20 segundos que duró la caminata de Milei, junto a Karina Milei, la secretaria General de la Presidencia, por la alfombra roja de la entrada al Museo de Arte Nacional, sede de la cumbre del G20. Al llegar al encuentro, Lula le extendió la mano con frialdad, lo miró fijamente con el ceño fruncido, y evitó el contacto físico. Hasta ese momento, el jefe del Planalto había intercambiado abrazos, sonrisas y apretones de mano con el resto de los presidentes. Con el Jefe de Estado argentino aplicó gestos adustos, se atuvo a una foto de protocolo, y rápidamente le indicó el camino hacia el salón del evento.
Entre los participantes de la Cumbre del G20 sobresalen los primer ministro Narendra Modi (India), Shigeru Ishiba, y Giorgia Meloni (Italia); el canciller Olaf Scholz (Alemania); los presidentes Emmanuel Macron (Francia), Joe Biden (EE.UU.), Pedro Sánchez (España), Xi Jinping (China), Cyril Ramaphosa (Sudáfrica), Claudia Sheinbaum (México), Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia) y Santiago Peña (Paraguay).
También son de la cita en Río de Janeiro líderes como Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani (Unión Africana), Justin Trudeau (Canadá); la Unión Europea está representada por Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea) y Charles Michel (presidente del Consejo Europeo); Recep Tayyip Erdoğan (Turquía), y líderes de países como Nigeria, Egipto y Emiratos Árabes Unidos también forman parte.
Antes de Milei, Lula había saludado amistosamente a Biden, Erdoğan, Sergey Lavrov, canciller de Rusia, Xi Jinping, Trudeau, Modi y Macron. Con todos intercambió breves palabras y se mostró relajado. Esa actitud cambió cuando llegó el turno del presidente argentino. La incomodidad y tensión entre ambos quedó desnuda ante el mundo apenas se cruzaron.
El viaje de Milei a Brasil generó especial expectativa. Desde que asumió el poder, incluso durante la campaña electoral de 2023, el líder libertario tuvo cruces verbales con Lula enfatizando las diferencias ideológicas que signaron la relación diplomática entre ambos. Si bien ambos países mantienen el vínculo comercial y formal mediante sus cancillerías, el contacto entre los dos mandatarios es nulo. En la semana previa al G20, se conoció que el jefe de La Libertad Avanza tensionó en las negociaciones sobre el comuniqué final para evitar menciones y compromisos sobre asuntos que rechaza, como el cambio climático o medidas económicos contra el hambre.
Como contó Infobae, el presidente Milei revisará cada uno de los párrafos del último borrador del comunicado final del G20 de Brasil antes de firmar al pie de página. Si el texto diplomático violenta su perspectiva personal e ideológica sobre la agenda del desarrollo sustentable, el cambio climático, la guerra en Ucrania y la crisis en Medio Oriente, no firmará el comunicado del G20 y habrá una crisis inesperada en el foro multilateral.
Milei no tiene intenciones de fracturar el G20 para deteriorar su papel institucional en el escenario global, como sugieren desde hace días caracterizados voceros del gobierno de Lula da Silva.
Al contrario, el presidente argentino considera que el G20 cumple un papel en el tablero internacional, pero exige que Brasil no use la agenda del G20 para fortalecer su política doméstica en detrimento de los intereses permanentes de todos los socios de la cumbre multilateral.
En este contexto, el presidente argentino se transformó en el principal crítico de las posiciones geopolíticas que impulsa Lula en el G20 de Brasil.