Cristina Kirchner está aumentando progresivamente su protagonismo en la escena pública. Cada vez está más presente y más confrontativa. Se siente cómoda en ese lugar donde puede sentarse en el banquillo de los acusados y, al mismo tiempo, utilizar esa situación para fortalecer su liderazgo dentro del peronismo.
Mirar hacia atrás sirve para tomar noción del momento clave en el que la ex presidenta decidió zambullirse en la escena política. Fue el primer día de octubre, cuando desembarcó sorpresivamente en La Matanza, sin el gobernador Axel Kicillof ni el intendente Fernando Espinoza, y le dio vida a un gesto político que abrió la temporada de especulaciones electorales. Ella contra Javier Milei, pero también exponiendo la frialdad de su vínculo con el mandatario bonaerense.
A partir de ese momento su protagonismo fue en ascenso, sus contrapuntos con el Presidente y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, se acumularon semana a semana y sus videos de Tik Tok dedicándole frases picantes al Gobierno se repitieron con una frecuencia que no tenían en el primer semestre del año. Hubo un cambio notorio en su accionar público y en la continuidad de sus actividades políticas. Como en la era macrista, el Instituto Patria volvió a convertirse en uno de los puntos geográficos claves del arco opositor.
La última muestra de su decisión de mantenerse iluminada y en el escenario principal fue la fuerte crítica que le realizó al Presidente, algunas horas después de conocer que la Cámara Federal de Casación había decidido ratificar su condena en la Causa Vialidad, y tras enterarse que el Gobierno le había quitado la jubilación de privilegio y la pensión del ex presidente Néstor Kirchner.
En una publicación en redes sociales acusó al Jefe de Esto de perseguirla, le dijo que es “un burro”, que da “órdenes ilegales“ a los funcionarios judiciales y que detrás de su decisión de eliminarle la jubilación está apareciendo un ”pequeño dictadorzuelo”. Una arremetida furiosa que le permite cultivar su liderazgo y mostrarse con fuerza en medio de tanta interna peronista.
El enfrentamiento de Milei es con Cristina Kirchner. Y lo es en detrimento de Axel Kicillof, Sergio Massa y Ricardo Quintela, por citar nombres propios con peso político que son reconocidos en la vereda opositora. Los peronistas críticos que miran de afuera dicen que la confrontación tiene dos beneficiarios: Milei y Kirchner. Ganan los dos al mismo tiempo.
Esa idea está atada a una evaluación que se hace adentro del peronismo, sobre todo en el sector más distanciado de CFK. Son varios los dirigentes que creen que en la confrontación ella gana protagonismo, que eso le hace levantar su perfil en la provincia de Buenos Airres de cara a las próximas elecciones y que el mayor rédito de todo ese movimiento político se lo lleva La Cámpora, siempre bajo su ala, y principal promotora de una futura candidatura.
Las suspicacias están a la orden del día. Y empiezan a reflotarse a medida que la ex presidenta toma más protagonismo. El motivo es sencillo. En una parte del peronismo está enquistada la idea que el resurgimiento del liderazgo de Cristina Kirchner puede servir para movilizar al espacio político en el corto plazo, pero que a futuro lo único que provoca, puertas adentro, es una demora en la renovación de la conducción del espacio. La discusión de principio de año que está lejos de saldarse.
Ese es el debate que hay en el seno de la coalición y que genera múltiples posicionamientos internos, que afectan la posibilidad de que haya una estrategia común de la fuerza política. Más allá de si Kicillof es o no el nombre de la renovación, hay sectores internos que ven en la ex presidenta a un barrera que impide el cambio de ciclo. “Nadie dice que su liderazgo desaparezca, pero sería necesario que abra el camino para que otros puedan empezar a tener mayor influencia”, sostuvo un intendente del conurbano bonaerense.
La discusión interna del peronismo va de la mano de la mano de los movimientos de Cristina Kirchner. Mientras más protagonismo tenga ella en el escenario político y en la batalla dialéctica con Milei, menos espacio hay para que crezca la voz de Kicillof u otros referentes peronistas, que aparecen como potenciales candidatos.
Lo del gobernador bonaerense es el ejemplo determinante por su proyección nacional en el armado político y porque un armado político detrás de él que le está pidiendo a CFK y La Cámpora que lo respalden, lo ayudan a crecer y lo cuiden. ¿Por qué? Porque, a esta altura del calendario, parece ser la única opción K con posibilidades reales de edificar una candidatura presidencial consistente, lenta y con cimientos bien enterrados.
A medida que pasan los días la idea de que CFK sea candidata a legisladora el año que viene suma adeptos en el peronismo. Es en ese contexto que la ex presidenta se está movimiendo con comodidad y convicción. Está constuyendo una campaña anticipada, larga y sin intermitencias, que le permite consolidar su posicionamiento, y le da margen de acción para recomponer parte de su liderazgo. Ese trabajo tendrá sentido si es candidata o si no lo es. Porque si al final del camino no compite, para ese entonces tal vez haya podido cerrar las grietas de su conducción política.