Al finalizar una de las peores semanas del conflicto aeronáutico, la tregua instalada entre Aerolíneas Argentinas y 3 sindicatos del ala dura puede ser apenas un espejismo o el principio del acuerdo. Ninguna de las partes está segura del resultado de las negociaciones reanudadas este viernes, que continuarán el lunes, pero las declaraciones de dirigentes de pilotos y de aeronavegantes, calificando los encuentros con la empresa como “positivos”, más la decisión de no seguir con las protestas mientras se sigan las tratativas, aportaron algo de paz en un escenario con clima de guerra.
Este conflicto es clave porque marcará la relación entre Javier Milei y el poder sindical. Tras las 3 reuniones entre Aerolíneas y los gremios, quedó una sensación de victoria parcial del Gobierno. Pareció eficaz la estrategia de la Casa Rosada de endurecerse cada vez más y tomar medidas drásticas como la desregulación del servicio de rampa, algo que pondrá en jaque a un gremio K como la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), que tiene en Intercargo a 1580 de sus 8.000 afiliados.
Fue demoledora para los sindicatos la imagen de los pasajeros atrapados a bordo de los aviones por la protesta sorpresiva de APA tras el despido de un empleado. Si los aeronáuticos buscaban acercarse a la gente común para sensibilizarla por el atraso salarial que sufren, los trastornos que vivieron cientos de usuarios por el “pecado” de haber decidido viajar en avión dejaron más aislados a los dirigentes sindicales y, además, expuestos a que gran parte de la sociedad apoye a Milei en esta batalla.
Curiosamente, en las reuniones de este viernes no se tocó de lleno el tema salarial, punto donde las posiciones se mantienen muy distantes. Los sindicatos se quejan de un desfase del 90% frente a la inflación desde diciembre y reclaman una mejora “con un 3 adelante”. Sin embargo, los funcionarios libertarios aún no se mueven de la oferta del 14% para el período junio-agosto. Las cifras están demasiado lejos. Pero a los gremialistas les quedó la sensación de que el Gobierno podría mejorar su propuesta de aumento salarial siempre que se modifiquen algunos puntos de los convenios.
Los sindicatos llevaron sus propias propuestas en ese sentido para mejorar la productividad, pero al Gobierno le interesa cambiar las cláusulas de los convenios que garantizan los remises para que pilotos y tripulantes de cabina se trasladen desde sus casas a los aeropuertos, y viceversa, un servicio que, según el oficialismo, le cuesta $1000 millones por mes al Estado. Y, en el caso de los pilotos, se busca que resignen los pasajes en clase ejecutiva para ellos y sus familias, que representan alrededor de $20.000 millones al año. Los funcionarios, de todas formas, se comprometieron a analizar las propuestas sindicales para dar este lunes una respuesta. Si conforman a Milei, avanzarán en su instrumentación. En caso contrario, se acelerará la definición sobre el futuro de Aerolíneas.
Los libertarios necesitan demostrar que pueden recortar gastos estatales aun ante la más virulenta ofensiva sindical y, sobre todo, necesitan exhibir una suerte de rendición de los dirigentes más duros. Ese escenario se desplegará a todo o nada este lunes, en el comienzo de una semana que incluirá, el martes o miércoles, un encuentro de la Mesa Nacional del Transporte que decidiría otro paro antes de fin de año. ¿Los sindicatos aeronáuticos están en una tregua sin medidas de fuerza, pero aceptarían hacer una huelga junto al resto del transporte? Todo dependerá de lo que suceda dentro de 48 horas. Por eso si el Gobierno logra un acuerdo con los aeronáuticos podría pacificar todo el frente sindical del transporte, donde la Unión Tranviarios Automotor (UTA) ya se abrió del ala dura.
En ese caso, Milei se anotaría un triunfo político crucial, superador incluso del que obtuvo gracias a su pacto con el sector dialoguista de la CGT, que le permitió mantener congelada a la central obrera. No es casual que se extienda el silencio cegetista ante el conflicto en Aerolíneas y en Intercargo. Quien está fuera de ese acuerdo es Pablo Moyano, el cotitular de la CGT que fogonea el endurecimiento de los gremios del transporte y que busca consenso para otro paro general. Es lo que reveló el titular de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, un ultraopositor que dijo a Radio Splendid: “La huelga está más cerca de lo que creemos. Ayer hablé con Pablo Moyano y seguro nos vamos a juntar en los próximos días. No tenemos otro destino que salir a la calle y pelear”.
En el Gobierno, de todas formas, se prendieron otras luces de alerta: Hugo Moyano mandó una carta a las cámaras empresariales para iniciar la negociación del nuevo aumento salarial que regirá desde noviembre y allí exige “un incremento acorde a la inflación real para los próximos tres meses”. Además, reclama un bono anual de $650.000 y una “contribución extraordinaria” para la obra social. Las pymes del sector ya anticiparon que no podrán pagar esas sumas en medio de la crisis del transporte automotor de cargas. ¿Milei logrará el milagro de amansar al líder de Camioneros?