Ezequiel Jarvis será vicepresidente del directorio del Ceamse en reemplazo de Claudio “Chiqui” Tapia, pero lo que podría ser una designación más en el esquema de poder porteño se convirtió en un dilema complejo para el gobierno de Jorge Macri e incluso para los sindicalistas y los empresarios.
Es que el saliente secretario de Trabajo de la ciudad de Buenos Aires se convirtió en un referente laboral del PRO con experiencia en la gestión gubernamental y buenas relaciones con los gremios y las empresas, condiciones nada habituales, y la demostración de que no será fácil reemplazarlo es que aún no se sabe quién lo sucederá. “Nos vamos a tomar un tiempo”, dijeron a Infobae en el gobierno porteño.
Ahora nombrado para un enorme desafío como pilotear la empresa pública que se encarga del tratamiento de residuos en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Jarvis dejará un cargo crucial porque por allí pasará la instrumentación del nuevo fuero laboral porteño, que está por crearse y buscará contraponerse a la justicia del Trabajo nacional, además del vínculo con las empresas y los sindicatos, empezando por Camioneros por la recolección de residuos y, sobre todo, con algunos de importancia estratégica en la ciudad como los metrodelegados o los municipales porteños.
Por ahora, de todas formas, Jarvis se tomará una licencia para dedicarse a sus nuevas tareas en el Ceamse y quizás dejar abierto un eventual regreso a la función que desempeña desde fines de 2015, cuando asumió la Subsecretaría de Trabajo del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta en lugar de Ezequiel Sabor, que pasó a secundar a Jorge Triaca en el Ministerio de Trabajo de la Nación.
En estas horas de falta de definiciones, en el PRO aseguran que para cubrir la vacante de Trabajo en la ciudad tendrá una influencia decisiva el titular del partido, Mauricio Macri, que es lo mismo que decir que el candidato surgirá del equipo de Triaca, el máximo experto laboral de esa fuerza política. Pero en el gobierno porteño lo descartan: “Mauricio no se quiere meter y es un tema que va a resolver Jorge, como sucedió con todo el armado de su gabinete”, afirmó una fuente oficial.
Como referente laboral del larretismo, Jarvis fue el autor de la reforma laboral de Rodríguez Larreta, más moderada que la del equipo de Patricia Bullrich, aunque por su eficaz desempeño y profesionalismo fue uno de los pocos funcionarios del ex jefe de Gobierno que fue ratificado en el cargo. Incluso fue ascendido: luego de que asumió Jorge Macri, en diciembre pasado, la Subsecretaría de Trabajo se convirtió en Secretaría, dependiente del ministro de Justicia, Gabino Tapia, y no como antes que estaba bajo la órbita del Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología.
El cambio no fue casual: Tapia, abogado laboralista, es un hombre de confianza de Jorge Macri desde que era intendente de Vicente López y como responsable de la cartera de Justicia debe negociar el traspaso de los fueros nacionales a la ciudad, algo que sigue muy trabado, y avanzar con la creación de los juzgados laborales porteños, proyecto que aún tiene que aprobar la Legislatura local.
Por la importancia estratégica de esta iniciativa, Trabajo pasó a depender de Justicia y así Jarvis se transformó en una pieza clave para permitir que la ciudad de Buenos Aires tenga un fuero laboral propio y le quite incidencia en este distrito a los jueces nacionales del Trabajo, sospechados de fallar siempre en favor de los trabajadores e incluso estar en sintonía con el kirchnerismo.
La idea del macrismo porteño es también diferenciarse de la zigzagueante política laboral de Javier Milei: busca mantener una buena relación con los sindicalistas, pero no comparte las concesiones que hicieron los libertarios a los dialoguistas de la CGT y que derivaron en una reforma laboral más light y en el freno al proyecto de Democracia Sindical, que le pone límites y controles al gremialismo.
En los últimos meses, Jarvis piloteó acuerdos del gobierno de la ciudad con dirigentes gremiales moderados como Armando Cavalieri (Comercio), Gerardo Martínez (UOCRA) y el barrionuevista Daniel Vila (Carga y Descarga), aunque la relación con el Sindicato de Camioneros es un caso aparte. El funcionario saliente en Trabajo tiene fluidos vínculos con Marcelo Aparicio, número 3 del gremio, y Hugo Antonio Moyano, hijo del líder sindical y abogado, pero la relación con Hugo Moyano quedó directamente en manos de Clara Muzzio, la vicejefa de Gobierno. Ambos acaban de cerrar el acuerdo -anticipado por Infobae- por el vencimiento del contrato de recolección de residuos.
Jarvis, además, fue determinante para que la Secretaría de Trabajo de la Nación, a cargo de Julio Cordero, congele la definición de una nueva fecha para realizar una compulsa entre los metrodelegados y la Unión Tranviarios Automotor (UTA) con el fin de definir cuál se quedará con la representación de los trabajadores de los subterráneos. Esa resolución tenía instalada una bomba de tiempo para el gobierno de Jorge Macri: si la compulsa era perdida por la UTA, el sindicato que habría obtenido la personería gremial (que otorga derechos exclusivos como la firma de las paritarias o la administración de sus propias obras sociales) hubiera sido el que lideran Beto Pianelli y Néstor Segovia, de impronta combativa y fuerte influencia del kirchnerismo y la izquierda dura.
Pero hay otra razón de peso para que cobre tanta relevancia saber quién irá a Trabajo en la ciudad: si Jorge Macri tiene aspiraciones presidenciales, como efectivamente las debe tener, la buena relación de su referente laboral con el sindicalismo es fundamental para su armado político.