Paro del transporte: el Gobierno y la oposición dura aprovechan para subir la apuesta en el juego de la polarización

La protesta fue presentada inicialmente como respaldo a los gremios de Aerolíneas Argentinas. Pero pasó a ser una disputa política mayor que nadie intentó frenar: ni el oficialismo, ni los jefes sindicales con Pablo Moyano a la cabeza. Señales de prematuro cálculo electoral

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Pablo Moyano y los dirigentes sindicales de AA, en un encuentro para sumar apoyo de universitarios
Pablo Moyano y los dirigentes sindicales de AA, en un encuentro para sumar apoyo de universitarios

De golpe, después de un mes sin que prácticamente asomara el tema, el oficialismo logró avanzar en Diputados con una propuesta de privatización de Aerolíneas Argentinas. Ocurrió, de hecho, en la antesala del paro del transporte que se realiza este miércoles y que, ya casi nadie recuerda, fue motorizado formalmente como respaldo a los jefes sindicales de la empresa aérea estatal. Pasó el tiempo. Y la protesta, los movimientos para ampliarla, el mensaje a la interna de la CGT y la reacción del Gobierno confluyen en un punto: se trata de una nueva pulseada política, en la lógica de una precipitada polarización con cálculo electoral.

Lo que ocurrió en Diputados es un paso, aunque con final aún abierto. El tema fue retomado en un plenario de comisiones y el dictamen de mayoría sumó a legisladores del oficialismo, del PRO, de la UCR y de algunos otros espacios. En el rechazo cerrado quedaron el peronismo/kirchnerismo y la izquierda. Y con texto propio -privatización parcial y con límites- marcharon Encuentro Federal y la bancada de la otra franja radical, que expone como curiosidad haber roto con el bloque original y, a la vez, responder al titular partidario.

El trámite está lejos de quedar resuelto y tal vez recién dentro de un mes llegue al recinto. Se abre una etapa de negociaciones para ver si es posible acercar posiciones entre las dos iniciativas que abren la puerta a un proceso que modifica el statu quo de AA. Eso incluye a espacios provinciales y tal vez, algunos peronistas. Por lo pronto, alcanzó para recordar la distancia entre el origen o discurso inicial del paro y la dimensión política real de la protesta de estas horas.

Resulta claro -y es lo que exponen de un lado y del otro en forma bastante abierta- que ni el Gobierno ni los promotores del paro movieron una pieza para evitar el conflicto. Y eso se debe a cuentas políticas sencillas. En el círculo de Olivos, consideran que va a generar más malestar que apoyo o comprensión social. Y en la mesa sindical, apuestan a alimentar el polo de oposición dura y a dar la batalla en la misma dirección dentro de la CGT.

La polarización -expresada como reformulación y profundización de la grieta- expone del lado del Gobierno una intención de escalar en ofensivas que de un modo u otro recreen la lógica de la pelea contra la “casta”. En esa línea, Javier Milei no ahorra adjetivos y, a la vez, expone su línea conceptual, peligrosa, cargada de descalificaciones que ponen en la mira desde legisladores hasta medios y periodistas de manera individual.

Ese ejercicio de intolerancia tiene el eco de otras épocas: la construcción del “enemigo”, sin lugar para terceras opciones. Ahora, le toca al kirchnerismo y la oposición más cerrada. Frente a la medida de fuerza del transporte, resulta evidente que el foco está puesto en Pablo Moyano, que alimenta ese espacio y es contracara ideal en el terreno de los jefes sindicales.

Algunos consultores señalan, como encuestas recientes, que la polarización tan precipitada resulta efectiva en el arranque para el oficialismo y para el peronismo/kirchnerismo. Pero es un interrogante en plazo mayores, a un año de las elecciones. Esto corre de manera especial para el Gobierno, planteado el recurso como apuesta excluyente no sólo en el discurso, sino además como estrategia para reducir el capital de posibles socios, empezando por el PRO.

Debate y disputa por la privatización de Aerolíneas Argentinas, en el primer plenario de comisiones de Diputados
Debate y disputa por la privatización de Aerolíneas Argentinas, en el primer plenario de comisiones de Diputados

Cristina Fernández de Kirchner es parte central del juego, más allá de la falta de evaluación que la colocó en el barro de la disputa por la presidencia del PJ, lejos de la coronación imaginada y en tensión con Axel Kicillof, la otra pieza que asoma para el reamado peronista. El núcleo K también percibe el desgaste de la interna y la ex presidente salió a tratar de correr el centro de atención, con un acto por el aniversario de la AUH que utilizó para cargar sobre Milei. Y el gobernador reiteró su intención de colocarse por encima de la disputa doméstica, un gesto repetido y recomendado para su proyecto presidencial.

En cualquier caso, la interna y la pelea con el oficialismo ponen el foco casi de manera exclusiva en Buenos Aires, quizá sin considerar las batallas y armados provinciales en el resto del país. El cuadro es complejo para todos y parece percibirlo más que otros Mauricio Macri. La polarización extrema y anticipada recorta espacios y tiempos para las negociaciones con el oficialismo, que oscila entre las señales de acuerdo y la intención de absorber la franja del PRO sin mucha correspondencia efectiva.

El ex presidente juega personalmente para tratar de mantener unidas a las filas del PRO. Ayer mismo, mantuvo un encuentro con el bloque de diputados. No es sólo una cuestión práctica frente al tratamiento de proyectos de fondo, sino además una estrategia mínima para la relación con Olivos. El mismo sentido tuvo la posición en conjunto de los jefes de distrito propios y aliados, cinco en total, para tratar con la Jefatura de Gabinete demandas locales en el marco de las conversaciones por el Presupuesto 2025.

La fragmentación de JxC sólo había dejado a salvo la marca de la coalición como conjunto de gobernadores, una decena, con entendimientos mínimos. Es más complejo cómo operará en la UCR, donde la fractura del bloque de diputados es una expresión y no un caso particular de las fisuras más amplias, que afectan desde la presidencia partidaria, a cargo de Martín Lousteau, hasta estructuras provinciales. El plenario de comisiones en Diputados, con el tema de AA, mostró la primera postal de fractura en dos bloques.

El Gobierno, por lo pronto, intenta explotar la reposición del debate sobre AA y resulta claro que a diferencia del caso de la UTA -con un último intento para frenar el paro de colectiveros, anunciado para el jueves-, apuesta a confrontar en blanco y negro con el sector que encabeza Pablo Moyano, aunque sin descuidar las municiones sobre los gremios de pilotos y aeronavegantes, concentradas en “privilegios” como el acceso a pasajes sin costos.

El dirigente camionero y aliados aprovecharon la necesidad de los sindicatos de Aerolíneas para impulsar una ofensiva contra el Gobierno que dejara en segundo plano las divisiones de los jefes sindicales del transporte, con excepción de la UTA, que se mueve por su cuenta. Por supuesto, Pablo Moyano escala a la vez en la interna cegetista, contra los dirigentes más dispuestos a las negociaciones.

No es una novedad esa disputa. Esta vez, la intención es mostrar a la vez capacidad de paralizar las actividades y convocatoria para rodearla de apoyos en la calle, con participación de algunos estatales y de movimientos sociales. El objetivo es evidente: presentar la protesta como demanda y presión por un paro nacional. Se verá cómo sigue esa interna. Pero por lo pronto, también la puesta en escena jugará para el Gobierno como imagen de la polarización que impulsa y que lo exhibe a gusto.

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