El mapa político continúa en pleno reordenamiento desde la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada y en el último tiempo las internas en los partidos más históricos se recrudecieron, mientras el oficialismo parece aprovechar el contexto para acercarse a los espacios con los que tiene más afinidad, en medio de las especulaciones sobre una posible alianza de cara a las elecciones del año próximo.
En una misma semana, el Presidente o sus principales funcionarios -incluidos los que conforman el famoso “triángulo de hierro”- se reunieron con casi todos los gobernadores y diputados de la oposición dialoguista para afianzar el vínculo y tratar de llegar a acuerdos parlamentarios.
En primer lugar, el lunes pasado, el líder libertario recibió en la Quinta de Olivos a cuatro mandatarios provinciales vinculados con el peronismo: Gustavo Sáenz, de Salta; Hugo Passalacqua, de Misiones; Osvaldo Jaldo, de Tucumán, y Raúl Jalil, de Catamarca.
El encuentro se dio mientras el Partido Justicialista se encamina a unas elecciones internas que enfrentarán a Cristina Kirchner (distanciada de quien era uno de sus alfiles más importantes, Axel Kicillof) y Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja y férreo opositor a la Casa Rosada.
Mientras que un sector salió a pedir en las redes sociales por el triunfo de la ex presidenta para reorganizar el espacio con una autoridad clara e indiscutida, la otra facción reclama una renovación en el PJ para que nuevas figuras puedan ocupar lugares de relevancia.
El miércoles, en tanto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el poderoso asesor de Milei, Santiago Caputo, volvieron a reunir en la Casa Rosada a la mesa de diálogo político, que habitualmente se hace los lunes, pero que en esta ocasión se postergó dos días.
Esa no fue la única novedad, sino que, además, en esta oportunidad, además de los bloques de diputados del PRO, encabezado por Cristian Ritondo, y de La Libertad Avanza, que comanda Gabriel Bornoroni, se invitó al de la Unión Cívica Radical (UCR), con Rodrigo de Loredo al frente.
De acuerdo con lo que precisaron a Infobae fuentes cercanas al titular de la Cámara baja, Martín Menem, el radicalismo venía pidiendo desde hacía tiempo ser incluido en estos encuentros, que se llevan adelante desde hace poco más de un mes.
Sin embargo, la invitación se cursó recién para este miércoles, cuando el partido centenario estaba en plena discusión por la posición que debía tomar frente al Gobierno y analizaba posibles sanciones contra los cinco integrantes de su bancada que apoyaron los vetos a la Reforma Previsional y al Financiamiento Universitario.
Tal como precisó este medio, finalmente De Loredo no fue a la reunión de la UCR en la que se iba a analizar la cuestión, para poder asistir a la mesa de diálogo en la Casa Rosada con Francos y Caputo, lo que terminó de dividir al bloque.
Fuentes libertarias reconocieron que esta decisión sirvió para terminar de ordenar el tablero en ese partido, que quedó compuesto, a su entender, por cuatro grandes grupos: los que responden a Martín Lousteau, más críticos del Gobierno; los “radicales con peluca”, que votaron a favor de los vetos; los fieles a De Loredo, que están en una posición intermedia, y aquellos que se quedaron con el cordobés, pero no están del todo de acuerdo con su postura.
El jueves fue el turno del PRO, cuando Milei almorzó en el Salón Eva Perón con los tres gobernadores que integran esa fuerza, Jorge Macri, de la ciudad de Buenos Aires; Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, e Ignacio Torres, de Chubut.
Además, de esta comida también participaron Claudio Poggi, de San Luis, y Marcelo Orrego, de San Juan, que integran lo que era la coalición Juntos por el Cambio, aunque con agrupaciones provinciales propias.
A pesar de los gestos de acercamiento por parte del Presidente, que se puso al frente de las conversaciones políticas para explicarles, en primera persona y sin intermediarios, el rumbo de su administración, los gobernadores se mantienen firmes en sus reclamos.
En este sentido, principalmente en el encuentro del jueves, los dirigentes locales insistieron con las deudas que la Nación tienen con sus respectivos distritos, en concepto de fondos que debían ser destinados, por ejemplo, para obras públicas o para la compensación de las cajas previsionales.
Respecto de ese primer punto, en Balcarce 50 detallaron que son más de 2 mil proyectos de infraestructura distribuidos en todo el país los que tienen algún tipo de retraso en el pago, que viene incluso desde nueve meses antes de que terminara la gestión de Alberto Fernández.
La mayoría de esas obras se encuentran en la provincia de Buenos Aires, que no firmó el traspaso para terminarlas con recursos propios, como sí hicieron el resto de las jurisdicciones argentinas, incluida la Formosa de Gildo Insfrán.
Sin embargo, las que llegaron a ese acuerdo con la Jefatura de Gabinete exigen que la Nación se haga cargo de la deuda existente con ellas hasta la firma del contrato, y así se lo hicieron saber en el almuerzo al Presidente.
“Fue una muy buena reunión, se habló mucho de obras para las rutas nacionales y también del (Proyecto de) Presupuesto, pero no se pudo llegar a ningún acuerdo todavía”, explicó una fuente cercana a uno de los invitados a ese evento.
En cuanto a las cajas previsionales, si bien tienen voluntad de negociar, las autoridades nacionales remarcan que son montos demasiado grandes y que se adeudan desde hace muchos años, por lo que no es una discusión que se pueda resolver en el corto plazo.