La reunión no fue demasiado larga, pero sirvió para ratificar, sin la excepción de ninguno de los asistentes, el fastidio generalizado por una batería de promesas incumplidas casi en su totalidad. “Hoy estamos más para un no que para un sí. La verdad es que hay más chances de que te den algo diciendo que no”, aseguró uno de los participantes del encuentro de mesa chica del PRO que Mauricio Macri encabezó este jueves a última hora de la tarde junto a gobernadores, intendentes y legisladores en el centro de convenciones de la Ciudad, un punto de encuentro elegido especialmente por el ex presidente por una sencilla razón: allí se juega, desde el martes, el torneo mundial de bridge, el juego de cartas preferido del jefe partidario.
A Macri le fascina el bridge, un hobby que heredó de su padre Franco, pero está cada vez más fastidiado del juego que le proponen desde la Casa Rosada: el ex presidente quiere saber si Javier Milei y su “triángulo de hierro” con el que toma decisiones están dispuestos a avanzar en un acuerdo electoral de cara al 2025 en los distritos en los que gobierna el PRO. “Pareciera que ellos no quieren acordar con nosotros”, dijo anoche una fuente partidaria que participó de la cumbre macrista.
El jefe del PRO cree que se avecinan semanas decisivas para la relación entre el partido amarillo y La Libertad Avanza, y que la negociación en torno al Presupuesto 2025 es clave para conocer hasta qué punto el Gobierno está dispuesto a hacerle lugar a los reclamos de su principal aliado. Para eso, Macri reunió a Rogelio Frigerio, Ignacio Torres y Jorge Macri; a los diputados Cristian Ritondo, María Eugenia Vidal y Diego Santilli, y a los intendentes Guillermo Montenegro y Soledad Martínez, además de Fernando de Andreis, un colaborador histórico e intocable.
Los gobernadores de Entre Ríos y Chubut, y el jefe de Gobierno porteño llegaron a la reunión con información de primera mano del almuerzo que mantuvieron al mediodía, en Casa Rosada, con los hermanos Milei, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y su mano derecha Lisandro Catalán. Una comida entretenida, atravesada por un denominador común: la ausencia de respuestas. Torres fue el más explícito: dijo, sin eufemismos, que la comida no sirvió para nada.
Los mandatarios provinciales reclaman certezas en los fondos para sus jurisdicciones, quieren que Milei se comprometa a saldar la deuda con las cajas jubilatorias y por la coparticipación federal que le corresponde según la Corte Suprema a la Ciudad, y que atienda los reclamos de todos los distritos que son gobernados por el PRO. “Para aprobarles van a tener que enviar alguna señal”, dijo uno de los presentes. No hubo ninguna fisura. Hasta Santilli, que está obnubilado con LLA, resaltó que había que endurecer la postura.
El ánimo general del macrismo está orientado, de todos modos, en acompañar al final del día al Ejecutivo con la aprobación de la ley madre, en línea con la política de equilibrio fiscal dispuesta por el Gobierno. A eso se comprometió Ritondo con José Luis Espert, el presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda que se encamina a liderar la boleta oficialista en provincia de Buenos Aires. Es un compromiso asumido por el propio Milei.
El hartazgo es generalizado, el malestar es creciente y notorio. La cúpula del PRO es consciente de que no tienen demasiado margen para no acompañar a la Casa Rosada por las coincidencias ideológicas y el acompañamiento del electorado. Pero no entienden la lógica de un Ejecutivo que necesita sí o sí de su principal aliado en el Congreso y, aún así, todavía no brindó ninguna respuesta en términos presupuestarios.
Los gobernadores están impacientes. Y se quejan además de que reciben el mismo trato que otros colegas del PJ. Ya no los peronistas colaboracionistas, como Osvaldo Jaldo, sino los más opositores, como Axel Kicillof. “Al final, somos todos lo mismo”.
“Mauricio viene tratando de generar espacios de diálogo y de intercambio, pero después, para abajo de Milei, no pasa nada”, explicó un integrante de la mesa chica macrista. Aún es una incógnita, en ese sentido, la posible llegada de dirigentes del PRO al gabinete, tras la convocatoria a María Tettamanti en el área de Energía. Desde ese anuncio de la semana pasada hay cada vez más sospechas en torno a la cercanía de esa técnica especialista en el rubro con el ex presidente. Ocurrente, Santiago Caputo dejó correr la versión de una vinculación muy cercana de la flamante incorporación con el jefe del PRO.
Esa convocatoria se dio tras un encuentro tirante entre Macri y el consultor todoterreno de Milei, en plena discusión por el veto a las universidades que, finalmente, el PRO acompañó como una señal conciliadora hacia el Gobierno, un gesto clave en un momento en el que parecía que los acuerdos entre ambos sectores enfilaban camino a un precipicio tras la crisis de la triple derrota legislativa, signada por el rechazo macrista al DNU que intentó asignar $100.000 millones discrecionales a la SIDE, un revés que hizo estallar de ira al principal asesor presidencial.
Macri repite en privado que la delegación de la gestión de Milei en Caputo, un asesor que no tiene firma ni cargo formal pero que acaparó buena parte de la administración, fue una pésima decisión por parte del presidente. Sabe que el consultor es el gerente más importante del Gobierno, la figura central, incluso mucho más influyente que Karina Milei, y aún con muchísimo más poder que el que tuvo, por ejemplo, Marcos Peña durante su gestión.
El ex presidente cree además que este es un momento bisagra en la relación con el Ejecutivo. No solo por la discusión en torno al Presupuesto, sino por el debate alrededor de la modificación de la ley que regula los DNU, que se desarrolla en el Parlamento y que la Casa Rosada sigue con especial interés. ¿Puede esa negociación empezar a delinear el tipo de acuerdo electoral que La Libertad Avanza y el PRO tendrán el año próximo?
Desde el macrismo trasciende que el jefe partidario quiere saber si Milei y su entorno están decididos por sí o por no a sellar un acuerdo para el 2025. Macri está seguro que si el Gobierno explicita una fusión electoral puede tener un impacto decisivamente positivo en los mercados y en el rumbo del programa macroeconómico. Por el contrario, si se dilata y persisten los ruidos cruzados, el ex presidente está seguro que tendría consecuencias negativas para la gobernabilidad.
Es más. En la reunión de ayer a última hora, Ritondo hizo un ejercicio electoral: aseguró que un escenario optimista, con el Gobierno sacando alrededor de 40 puntos en los principales distritos, hasta en ese escenario necesitaría del PRO en el Parlamento, aún después de diciembre del 2025.
En ese contexto, para el ex presidente, la Ciudad es un tema muy sensible. Siempre lo fue, desde que fundó el PRO y desembarcó por primera vez en territorio porteño, y festejó su primera elección en el local “Che Tango”, en La Boca. Por eso enloqueció, y terminó de romper el vínculo con Horacio Rodríguez Larreta el año pasado, cuando el entonces jefe de Gobierno y precandidato presidencial acordó con Martín Lousteau un sistema de elección concurrente para beneficiar al radical, una decisión que ponía en jaque los intereses de la familia Macri y la hegemonía del PRO en el distrito.
Ahora, el ex mandatario y su primo están seguros de que la secretaria general de la Presidencia quiere arrebatarles la Ciudad. Para Macri, su casa matriz tiene mucha más importancia que cualquier otro distrito. Por eso sigue con especial interés la gestión local, habla fluido con los ministros y se mete en los temas.
El martes a la noche, la relación entre el macrismo porteño y La Libertad Avanza se resintió una vez más cuando en la sede de gobierno de Uspallata se enteraron de que el bloque patrocinado por Karina Milei en la Legislatura promocionaría al día siguiente una ley bases porteña que incluía desde la venta de empresas, un mayor ajuste fiscal y un protocolo anti piquetes, entre otras iniciativas.
El primero en enterarse fue Néstor Grindetti, el jefe de Gabinete, que le avisó al jefe de Gobierno. Jorge Macri enfureció, y llamó a Ritondo, que se comunicó con Caputo, el asesor. Otra vez, el PRO tuvo que recurrir al consultor estrella de la Casa Rosada, que se comprometió a postergar la presentación formal del proyecto en la Legislatura. El miércoles, Grindetti recibió en su despacho, de urgencia, a la legisladora Pilar Ramírez, la delegada de Karina Milei en la Ciudad. Del encuentro participaron además Nicolás Pakgojz, del AABE -cercano a Ramírez y a la secretaria General-, y Gabriel Sánchez Zinny, un colaborador de Grindetti que reporta cada paso a Mauricio Macri, y que solo se limitó a escuchar.
La reunión fue tensa, pero, según trascendió, terminó en cierta paz: quedaron en que enviarían el texto, que no fue consensuado, en estos días, y que giraría por las comisiones. Desde el PRO en la Legislatura aseguraron, sin embargo, que no están dispuestos a dar los votos para su aprobación.
Jorge Macri arrastra un creciente malhumor con el Ejecutivo. Peor aún: ya no tiene ninguna expectativa en la relación con el Gobierno. Cada tema de discusión con la Casa Rosada le demandó este año mucho mayor sacrificio del que preveía por las coincidencias políticas e ideológicas entre ambos sectores. El alcalde porteño cree que es por la decisión del “triángulo de hierro” de avanzar en la Ciudad para intentar sacarle al PRO el predominio absoluto de estas casi dos décadas. En casi todas las negociaciones necesitó además de la intervención de su primo Mauricio: en el reclamo por la coparticipación federal o el traslado de las líneas de colectivos, por citar dos ejemplos.
En la cúpula de la Ciudad abundan en si es necesaria una estrategia electoral similar en la Provincia y en la Ciudad. En el plano porteño, amenazan con la carta del jefe del PRO, con una posible candidatura al Senado que el ex presidente, según confían, no estaría dispuesto a jugar. El ex intendente de Vicente López auspicia, como algunos integrantes de la mesa chica macrista, la necesidad de dar una señal hacia afuera. Su primo dice que se acerca el momento de plantear la concreción de un acuerdo político global. Lo que no saben es si hay agua en la piscina.