El periodista norteamericano Martin Baron se hizo mundialmente conocido por la aclamada película Spotlight, que tomó el nombre de la unidad de investigación que lideró en el Boston Globe. El film, ganador del premio Óscar en 2016, abordó el trabajo del equipo de periodistas liderado por Baron, que reveló los abusos sexuales de un sacerdote local a menores de edad y su encubrimiento por parte del obispo de esa ciudad de Estados Unidos, donde la Iglesia católica era la institución más relevante. Ese trabajo le valió su primer premio Pulitzer.
Baron, hoy de 69 años y ya retirado, es una referencia en el mundo periodístico de Estados Unidos y a nivel mundial, reconocido por su trayectoria en el periodismo y sus estándares éticos y profesionales.
Desde la conducción del Boston Globe a la que llegó en 2021, lideró las coberturas de los ataques terroristas del 11 de septiembre, y el ascenso al poder de Barack Obama, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos. Antes, había pasado por Los Angeles Times y el New York Times, y fue director ejecutivo del Miami Herald, puesto desde el cual cubrió el regreso del niño balsero Elián González a Cuba, y el recuento de votos de las controvertidas elecciones del año 2000 en la que se impuso George W. Bush sobre Al Gore.
Su prolífica carrera culminó como director editorial de The Washington Post, puesto al que llegó en 2012 y en el cual permaneció durante nueve años. Hasta su retiro en 2021, estuvo al frente del tradicional periódico cuando el empresario multimillonario Jeff Bezos, fundador del sitio Amazon, se lo compró en 2013 a la familia Graham, su dueña a lo largo de 80 años. En ese rol, vivió la llegada a la presidencia de Donald Trump y su conflictiva relación con la prensa independiente, que tuvo al Washington Post como uno de los principales blancos de sus ataques.
Bajo su dirección, las redacciones que lideró ganaron 18 Premios Pulitzer. Al dejar la práctica del ejercicio profesional, se dedicó a escribir Collision of power, Trump, Bezos and The Washington Post, su primer libro, publicado el año pasado.
Editado en español con el título de “Frente al poder”, recoge sus experiencias en la capital norteamericana, donde fue testigo de primera mano de las luchas del poder político, económico y tecnológico.
A lo largo de 540 páginas, desgrana los intentos de Trump por deslegitimar al periodismo independiente; el lugar del tradicional periódico frente a esa estrategia; las presiones sobre su nuevo dueño, Bezos; la cocina de algunas de las principales investigaciones del diario como la injerencia rusa en la elecciones en las que Trump resultó electo; y la actitud del entonces mandatario norteamericano hacia Arabia Saudita después del asesinato premeditado en ese país del colaborador del diario, el periodista disidente Jamal Khashoggi, entre otras coberturas de hechos que atravesaron la política de Estados Unidos.
También aborda la renovación que viviría el histórico diario que destapó el Watergate en los años 70 de la mano del fundador de Amazon. Esa transición tecnológica lo llevó a tener 3 millones de suscriptores, 100 millones de usuarios únicos mensuales y casi el doble de personal de periodistas en su gestión, que pasó de 580 a más de 1.000 cuando Baron se retiró, una semana después de la asunción de Biden en enero de 2021.
Sin embargo, esos logros no se sostendrían tras la salida de Trump de la presidencia, por una caída en el interés en la política por parte de los lectores del diario. Según contó Baron, el periódico perdió casi medio millón de suscriptores, el tráfico digital se desplomó, y al año siguiente de su salida, el Washington Post comenzó a dar pérdidas. Además de mencionar -risueño- que “Biden era más aburrido”, admitió que el diario no atendió sus sugerencias de empezar a mirar “lo que estaba haciendo la competencia, The New York Times, diversificar la oferta, y ofrecer otros productos para la vida cotidiana de los lectores”.
En la mañana de ayer, a su regreso de la 80° Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en la ciudad de Córdoba, donde fue uno de los principales expositores, Baron presentó su libro en el Museo Malba, en la Ciudad de Buenos Aires. El evento fue organizado por el Grupo Clarín, y ante un auditorio lleno en el que se mezclaban periodistas, directivos de medios, políticos e intelectuales, Baron dialogó con Ricardo Kirschbaum, editor general de ese diario, y la periodista Carolina Amoroso.
En perfecto español, y sin perder el sentido del humor pese a su sobriedad, ahondó en algunos de los conceptos sobre los cuales había expuesto hace unos días en el ciclo Redacciones 5G, un programa sobre innovación en medios y periodismo de Telecom Argentina, la empresa que trajo a Baron al país.
“Debemos ser aliados de la verdad, de los hechos”, fue una de sus frases sobre cómo entiende la profesión. “Debemos tener una mente abierta, sin preconceptos. Los periodistas miramos al mundo por el ojo de una cerradura. No sabemos todo. Pero tenemos que poner todo el esfuerzo para alcanzar la verdad”.
También defendió enfáticamente la objetividad en el periodismo y la necesidad de mostrarle al público las fuentes y pruebas de las investigaciones, para “convencerlo” y ser “fiables” ante la audiencia.
Al concluir, Baron fue entrevistado por Infobae y ofreció en un mano a mano su perspectiva sobre el rol del periodismo independiente, qué deben hacer los medios antes los intentos de líderes autoritarios de desacreditar a sus periodistas, los cambios en el Washington Post tras la llegada de Bezos, y el principal desafío que enfrentó en la investigación sobre abusos sexuales cuando dirigía el Boston Globe.
También se refirió al riesgo que podría implicar para la democracia un nuevo triunfo de Trump en las elecciones presidenciales en Estados Unidos del 5 de noviembre, y enumeró las semejanzas -y diferencias- del republicano con el presidente argentino, Javier Milei.
—¿Por qué decidió escribir este libro tras su retiro en 2021 como director de The Washington Post?
—Lo escribí por varias razones. En principio, diría que porque había vivido un momento histórico para el Washington Post, para la prensa en los Estados Unidos y, también, para el país. Segundo, yo quería que los lectores entendieran mejor las decisiones que tenemos que emitir. Siempre hay estereotipos sobre los editores, sobre los periodistas, y quería darle al público ejemplos de las decisiones muy duras, muy difíciles, que tenemos que tomar. Y tercero, quería exponer mis argumentos sobre asuntos muy importantes en el campo del periodismo. Estaba frustrado con el comportamiento de algunos periodistas en las redes sociales, entre otros aspectos. Y entonces, quería abordar el tema de cuál deber ser el comportamiento adecuado para los periodistas.
—Pocos meses después de asumir como director del Washington Post, Jeff Bezos, el fundador y CEO de Amazon, compró el diario. ¿Qué impacto tuvo este traspaso de manos de la histórica familia propietaria de The Washington Post sobre el diario?
—Él quería impulsar una transformación en el periódico. Quería que nos hiciéramos un medio nacional y global. Pensaba, correctamente, que necesitábamos cambiar la estrategia y la forma de contar historias. También teníamos que convertirnos en un medio digital. Y entonces, él estaba dispuesto a invertir dinero pensando a largo plazo. Nos iba a dar una pista de despegue, es decir, iba a darnos el dinero, los recursos y también el tiempo para cumplir con nuestra misión y hacer la transformación digital.
—¿Temieron una injerencia en la línea editorial del diario?
—Yo temía una injerencia, sí, claro. Pero lo cierto es que nunca intervino en nuestra cobertura. Nunca sugirió una historia. Nunca criticó ninguna nota. Aún sobre su propia empresa, Amazon, su divorcio o sus amoríos.
—El libro comienza con un relato de una cena en la Casa Blanca en junio de 2017 con Bezos, en la cual usted participó. ¿Cómo siguió la relación de Trump con el Washington Post después de esa cena?
—Su relación con el Washington Post empeoró, obviamente, pero porque estábamos cubriéndolo de una manera correcta. Porque él era el hombre más poderoso del mundo como presidente de los Estados Unidos y teníamos la obligación de investigar su desempeño en su oficio. Y a él no le gustaba la cobertura y nos criticaba todo el tiempo, y nos acusaba de ser “los fake news”, de ser “alimañas”, y todo eso. Y también le ponía presión a Jeff Bezos, lo amenazó con aumentar las tarifas para entregar los paquetes de Amazon, e intervino en un contrato de 10.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa, para que Amazon no lo ganara.
—¿Por qué cree que Trump eligió al Washington Post como blanco?
—Solamente porque cubrimos cosas que no les gustaba. Y también el New York Times era un blanco para él. Todos los medios tradicionales y reputados, que él veía como enemigos políticos. Quería socavar nuestra credibilidad, nuestra imagen entre la gente.
—Su nombre se hizo mundialmente conocido a través de la película Spotlight. Ese trabajo sobre los abusos sexuales de la iglesia católica fue alentado por usted. ¿Cuál fue la principal dificultad que tuvo en esa investigación al frente del Boston Globe?
—La primera dificultad, yo diría, era la necesidad de obtener pruebas fiables, porque siempre hay acusaciones cuando hay alegatos de abusos. Había una demandante y una víctima que decían que existieron abusos y había un sacerdote que decía que no había cometido nada. Entonces, obtener pruebas es muy difícil en estos tipos de casos.
—¿Cuál de los 18 Premios Pulitzer que ganaron las redacciones que usted lideró fue el más significativo para usted?
—Creo que la investigación de la Iglesia Católica, porque ha tenido un impacto inmediato sobre las vidas de las víctimas, la prensa, los políticos y las autoridades. La prensa no hacía caso de las quejas de las víctimas, de sus aseveraciones. Y por fin, escuchábamos la voz de los impotentes, y tenían cosas muy poderosas para decir.
—¿En qué medida la campaña de Trump para desacreditar los hechos y difundir fake news surtió efecto en la población?
—Después de su llegada (al poder), criticaba todo el tiempo a la prensa y eso tuvo un gran impacto entre sus seguidores. Ellos piensan que Trump es la única persona que dice la verdad, y que no hay otras fuentes fiables de información. Él dice que es uno de sus triunfos más importantes.
—¿Qué debemos hacer los periodistas frente a esta campaña para minar la credibilidad del periodismo profesional?
—Tenemos que cumplir con nuestra misión todo el tiempo. Hacerlo con honestidad, con independencia. Tenemos la obligación de darle al público la información que necesita y merece saber, para autogobernarse. Deberíamos seguir con esa tarea y pensar un poco más sobre nuestro propio desempeño. ¿Cómo podemos hacer más? ¿Qué podemos hacer? Y creo que deberíamos ofrecer al público más transparencia sobre nuestro trabajo. Cuando hay algo para mostrar, me refiero a pruebas, deberíamos mostrarlas, no solamente contar las historias. Y mostrarle al público que tiene el derecho y la oportunidad de comprobar la información.
—¿Qué se juega en estas elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos?
—Creo que el futuro de la democracia de los Estados Unidos está en juego. Trump ha propuesto medidas que son de naturaleza autoritaria. Y no es solamente una actuación. Él va a cumplir con sus promesas y utiliza palabras que eran utilizadas por los dictadores en el pasado. Y está proponiendo poner en marcha medidas que hemos visto en otros países autoritarios. Entonces, creo que él podría poner en jaque a nuestra democracia.
—¿Y qué puede hacer el periodismo ante ese riesgo, frente a un líder autoritario como él?
—Tenemos la obligación de dar al público la información que necesita. Pero le corresponde al público la decisión de tomar decisiones sobre el futuro del país. No podemos hacer nada más que darle información fiable.
—Por último, ¿ve similitudes entre Donald Trump y el actual presidente Javier Milei?
—Los dos son hombres raros. Los dos son, quizás, aspirantes a autócratas. Y los dos, obviamente, critican todo el tiempo a la prensa con la idea de socavar su papel en una democracia. Sin embargo, tienen políticas diferentes. Milei es un libertario y Trump es un proteccionista. Milei parece ser un globalista y Trump es nacionalista. Entonces hay diferencias entre ellos, pero también hay similitudes.
A continuación, la entrevista en video completa:
* Fotos y cámara: Cristian Gastón Taylor