En medio de la celebración de la segunda sesión del Sínodo en Roma, el Papa Francisco recibió a casi cuatrocientos representantes de la Iglesia Católica en el Vaticano que participaron del evento titulado como “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. La propuesta fue ideada por el líder religioso, quien remarcó la necesidad de realizar cambios estructurales que permitan la pluralidad de voces y romper con la idea de que las decisiones de poder solamente recaen en la cúpula eclesiástica.
“Las personas a menudo perciben a la Iglesia como muy vertical, con el poder fluyendo hacia abajo desde la cima, mientras que en el nivel más bajo, el laicado, no tiene poder en absoluto”, planteó el cardenal Michael Czerny, quien ocupa el rol de prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Por este motivo, explicó que la misión de la asamblea tiene como fin empoderar a todos los miembros de la Iglesia, es decir, a los hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, el clero, los obispos e, incluso, al Papa, según la vocación religiosa y la guía de Dios.
En este sentido, el representante del Vaticano recurrió a los orígenes de la palabra “Sínodo”, para profundizar en el deseo del Sumo Pontífice, debido a que el término nació de la unión de dos palabras griegas que significan juntos y caminos. “La combinación de ambas transmite la idea de caminar juntos”, señaló al mencionar que se trataría de una práctica adoptada por las iglesias de origen oriental y que la rama protestante también haría alusión a la idea a través del uso de sinónimos como “concilio”.
“Hoy, en la Iglesia Católica, ‘sínodo’ transmite algo más. Siguiendo la enseñanza del Papa Francisco, la sinodalidad señala la participación activa de todos los fieles en la vida y misión de la Iglesia”, aclaró Czerny. Asimismo, remarcó que el proceso de renovación comenzó en 2021, para poder celebrar este año el Sínodo sobre la Sinodalidad y subrayó que “este proceso está permitiendo a la Iglesia Católica aprender sobre la sinodalidad practicándola, poniéndola a prueba y mejorándola”.
En línea con este mensaje, el cardenal reiteró: “Todos están invitados a contribuir, a marcar el rumbo, a tomar decisiones, a encontrar el camino a seguir, y luego la autoridad correspondiente toma la decisión final”, y destacó que “en el corazón del proceso sinodal está el encuentro con los demás, la escucha y el ir más allá de las diferencias divisorias”.
“Este tipo de diálogo honesto es lo que la Iglesia necesita ahora, y las sociedades lo necesitan aún más urgentemente”, aseguró el prefecto religioso al apuntar que desde el 2025 la sinodalidad pasará a ser adoptada como uno de los valores cruciales de la institución, por lo que se espera que se convierta en el camino que la Iglesia elija para llevar a cabo su misión y gestionar los asuntos.
Un aspecto central de este Sínodo fue la insistencia en la escucha activa de aquellos que tradicionalmente no tienen voz en la Iglesia, entre ellos, los más pobres y marginados de la sociedad. El Papa Francisco resaltó que esta es una de las exigencias más importantes del Evangelio y que la Iglesia no puede permanecer ajena a las problemáticas sociales como la pobreza, la desigualdad y la violencia.
Este llamado a la escucha implica una reorientación de la misión de la Iglesia, que busca estar más presente y ser un actor relevante frente a los desafíos globales. Por esta razón, remarcaron que la necesidad de fortalecer el diálogo ecuménico e interreligioso como una herramienta para la construcción de puentes en un mundo marcado por conflictos y divisiones, con el objetivo de que la Iglesia puede desempeñar un rol activo en la promoción de la paz y la reconciliación, tanto en el ámbito religioso como en el social y político.
En este marco de renovación, el Sínodo también puso el foco en los espacios físicos y simbólicos de la Iglesia. Se insistió en que los lugares de encuentro deben transformarse en centros de acogida y participación, donde la comunidad pueda sentirse incluida y respetada. Además, el Papa Francisco resaltó la importancia de dos ámbitos estratégicos para la evangelización: el continente digital y las universidades, espacios donde la Iglesia puede acercarse a nuevas generaciones y participar activamente en los debates contemporáneos.
Estos cambios no se limitan a las estructuras físicas, sino que también incluyen una revisión de cómo la Iglesia interactúa con el mundo. El Papa señaló que la Iglesia debe estar presente en los medios digitales, donde muchas personas buscan orientación y encuentro, y en las universidades, que son centros clave para el diálogo y la formación de las futuras generaciones.