Desde junio, Javier Milei empezó a perder notoriedad en el ecosistema de las redes sociales, el territorio en el que mejor se mueve y que más rédito le dio durante la campaña y en los primeros meses de gobierno.
En septiembre, la tendencia a la baja en las menciones del Presidente continuó su senda. Según el relevamiento habitual que hace la consultora Ad hoc, de Javier Correa, el jefe de Estado había tenido en julio 10 millones de menciones, en agosto se desplomaron a 6.7 millones y el informe de este mes arrojaba una cifra similar, en torno a los 6.5 millones. El pico máximo, de febrero, fue del doble: 12.5 millones de menciones.
Para Milei, esa medición representa un problema porque significa que su figura empezó a perder interés. “La disrupción ya no produce el mismo efecto. La relación entre la disrupción y la percepción de cambio es lineal. Eso es lo que se está rompiendo”, aseguró Correa. “Este no es un dato relevante para gobernar, pero es un dato importante para este gobierno en particular, que da la sensación de que es tan distinto, de que vino a cambiar algo. Cuando pierde interés, empieza a perder esa sensación de que Milei puede cambiar las cosas”, agregó.
En su discurso de asunción, el Presidente tuvo, en 24 horas, 1.6 millones de menciones en las redes. El 1 de marzo, en la inauguración de sesiones ordinarias, bajó a 750 mil. En la presentación del presupuesto, de hace dos domingos, solo 211 mil menciones. Si se compara su visita a Davos de enero con el sermón que dio en la ONU en la semana, Milei volvió a registrar en al conversación digital una baja muy marcada: de 1.1 millones de menciones a poco más de 340 mil.
El desgaste de la figura presidencial que se empieza a evidenciar en el ecosistema digital representa además un problema adicional para el gobierno porque todas las encuestas comienzan a exhibir en simultáneo un aumento del malhumor en parte de la sociedad, y una baja en la popularidad del mandatario. Un consultor que trabaja hace años en la provincia de Buenos Aires y que acaba de terminar un estudio focal en la primera y la tercera sección del conurbano, y en el interior, detectó entre los votantes “volátiles” que el año pasado se inclinaron por Milei, pero que en el pasado eligieron opciones opuestas al proyecto libertario, un sentimiento de “decepción”. Valoran positivamente que el gobierno haya cortado ciertos “curros” pero empezaron a perder la paciencia, tienen miedo de perder el trabajo y tuvieron que salir a buscar otro ingreso porque la plata ya no les alcanza.
Lo que se preguntan, en definitiva, es si el esfuerzo vale la pena.
Milei todavía mantiene, de todos modos, índices de aceptación altos. Más aún cuando se analiza la imagen presidencial en línea con el ajuste severo que ejecutó en estos primeros diez meses de gobierno, más allá de que, en septiembre, es la primera vez que el jefe de Estado tuvo niveles de rechazo en torno al 55%, mayores a la aprobación, por debajo del 45%, tal como publicó la consultora Opina, de Facundo Nejamkis.
En la cúpula del Ejecutivo dicen ser conscientes de esta baja en la popularidad presidencial, pero las señales que el Gobierno ofreció en las últimas semanas no parecieran reflejar ese reconocimiento. En especial por la escena del jueves, cuando el INDEC difundiera el índice de pobreza más alto de los últimos 20 años, del 52.9%, es decir, que reconociera que hay más argentinos y argentinas pobres que no pobres. Después de esa publicación, Milei salió al balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez, risueño y divertido, la imagen de un líder disociado de la realidad. Una rareza para un dirigente que supo captar como nadie, durante la campaña y en los primeros meses de su gestión, la demanda de buena parte de la sociedad.
En el gobierno sobrevuela una cautelosa preocupación por la marcha universitaria del miércoles próximo. El antecedente de la primera, de abril pasado, todavía es un recuerdo amargo. El jueves, se ofreció de urgencia un aumento del 5.8% para el personal docente para intentar sacarle un argumento de protesta a las organizadores, convocados por el veto inminente a la ley de financiamiento, pero fue rechazado por los gremios. También trascendió, como un gesto de buena voluntad, que Milei podía avanzar con el veto recién después de la manifestación. Incluso hubo asesores que plantearon, sin éxito, puertas adentro si no convenía dar un giro sorpresivo, suspender esa decisión y promulgar la ley.
Existe el temor de que, una vez vetada la ley, el Congreso consiga el número para dar vuelta esa decisión. “A diferencia de las jubilaciones, el sistema político sabe que esta ley no jaquea el programa económico”, reconoció un colaborador.
Para el presidente, se trata no solo de la decisión de sostener a cualquier costo el equilibrio fiscal, si no de apuntalar su liderazgo. Para eso se presentó ayer en Parque Lezama, con vistas a las elecciones del 2025. Para volver a ganar centralidad, y recuperar la agenda frente a una gestión que, más allá del ordenamiento de la macroeconomía, todavía no mostró resultados concretos en la vida cotidiana. Una disputa diaria con el sistema en la que, en el plano doméstico, Milei lleva la delantera. Por eso su hermana Karina, el verdadero “jefe”, como la llama el mandatario, se ocupó en estos meses de la ingeniería legal de La Libertad Avanza, que está muy cerca de tener personería a nivel nacional, una herramienta que le permitirá al jefe de Estado tener independencia partidaria en las elecciones del próximo año. Ayer, la influyente secretaria General debutó por primera vez de manera oficial, y pública, como la verdadera jefa de campaña de su hermano, con un discurso muy básico y directo.
Las legislativas no son solo claves por la política, también por la economía: solo con un Milei fortalecido políticamente en el Parlamento podrían empezar a llegar en serio las inversiones prometidas.
El acto de ayer significó además una mala señal para Mauricio Macri y el PRO. Y para el jefe de Gobierno porteño.
En las últimas semanas, a raíz de la seguidilla de derrotas legislativas, el Presidente ensayó una reconfiguración de su sistema de toma de decisiones con la revalorización de Guillermo Francos como jefe de Gabinete y una nueva mesa chica política con Patricia Bullrich como figura destacada, y siguió reservándose para él el monitoreo de la ejecución del programa económico. Pero consolidó, en paralelo, a su anillo de confianza, el “triángulo de hierro”, que administra con exclusividad el manejo y la supervisión de la gestión de gobierno.
En estos días, la Casa Rosada exhibió, en ese sentido, una novedad: la decisión de transparentar de una buena vez el rol de Santiago Caputo, el asesor principal del gobierno. Y blanquear públicamente su injerencia cada vez mayor en el Ejecutivo.
Este domingo, Milei lo resaltó especialmente.
La designación de Mario Lugones al frente del Ministerio de Salud, que ya manejaba en los hechos, en reemplazo de Mario Russo es un mojón en ese sentido después de una saga de imágenes que mostraron al asesor del jefe de Estado en funciones como nunca antes había pasado.
Rodrigo Lugones, el hijo del flamante ministro, es el socio de Caputo. Con viejos vínculos con el PRO, sindicado como el principal discípulo de Jaime Durán Barba, radicado en Madrid –visita el país mensualmente-, fundó su propia empresa cuando la Justicia abrió una investigación, al final archivada, por supuesta campaña sucia en la Ciudad, años atrás.
Por esos años, Caputo era tan solo un empleado de Lugones. Había sido contratado antes por el ecuatoriano, promocionado por el empresario Nicolás Caputo, uno de los más íntimos amigos de Macri, con el que Durán Barba tenía una muy buena relación.
Al tiempo, el consultor obtuvo una pequeña participación accionaria de la consultora. No era conocido por el círculo rojo, administraba un puñado de clientes de un portfolio transversal a todo el sistema. En aquel momento, los consultores salieron a la búsqueda de un outsider, para patear el tablero electoral. No lo encontraron, hasta que apareció Milei de la mano del joven consultor. El resto de sus socios participaba en las campañas de Bullrich, de Eduardo “Wado” de Pedro y de otros dirigentes provinciales o municipales.
Caputo se transformó entonces en el asesor estrella del Presidente, sus acciones empezaron a cotizar al alza entre sus socios y su poder se esparció rápidamente en todo el gabinete, sin un rol formal más que el de una simple contratación por monotributo. Desde la SIDE, la AFIP e YPF hasta energía, la comunicación y estrategia oficial y Salud, o un buen número de las 59 empresas públicas relevadas por el mendocino Diego Chaher, que también responde al asesor. También Justicia: antes de fin de año, por caso, podría haber novedades en torno a la figura de Sebastián Amerio, el viceministro que, como Lugones en Salud durante todos estos meses, administra las principales decisiones de ese ministerio. Amerio reporta directamente a Caputo.
El consultor negocia además con el kirchnerismo, los aliados del peronismo y el radicalismo los pliegos de los candidatos a la Corte Suprema. El nuevo bloque del Senado que responde a un grupo de gobernadores, entre ellos Ignacio Torres, aliado al Ejecutivo, fue creado después de conversaciones con el asesor presidencial. Caputo también concentra las negociaciones con la CGT. La reunión que los sindicalistas tendrán mañana con Francos tendría al consultor entre sus participantes. Es que, más allá de las charlas que tuvo el jefe de Gabinete en estos meses con los gremios, la cumbre con la cúpula sindical se organizó desde la oficina de Caputo. Será, en ese contexto, la institucionalización de una nueva etapa tras la reglamentación del capítulo laboral de la ley bases.
Existe, de todos modos, una oficina en el que todavía el consultor no pudo tener injerencia: Capital Humano. La relación con la ministra Sandra Pettovello sigue tan tirante como siempre, al igual que el vínculo entre la Casa Rosada y la vicepresidenta Victoria Villarruel, que el viernes volvió a mostrar un nuevo gesto de autonomía con una crítica durísima al acuerdo promocionado por la canciller Diana Mondino con el Reino Unido por los vuelos comerciales a las Islas Malvinas.
Ayer, la vicepresidenta no estuvo en el acto de Parque Lezama.
La interna entre Caputo y Pettovello es una novela que ya acumula muchísimos capítulos, y que se sigue con atención por el resto del gabinete. Para el asesor presidencial, el conflicto universitario obedece, en buena medida, a la ineficiencia en la gestión de la ministra. Una crítica que es rechazada en ese ministerio. Pero en el entorno del consultor sí disfrutaron doblemente la salida de Russo porque era un aliado de la funcionaria.
De hecho, hubo voces que intentaron instalar la semana pasada de manera maliciosa que la renuncia del ministro de Salud tuvo que ver con parte de la conversación privada que Pettovello tuvo hace dos semanas con el Papa Francisco en Roma.
En verdad, se filtró poquísima información de ese encuentro. Según pudo reconstruir este medio, la reunión fue buena, e incluso la funcionaria se llevó una fotografía junto a un Francisco sonriente.
A Pettovello, que tiene línea directa con el Presidente y que suele visitarlo muy seguido en Olivos hasta altísimas horas, según los registros oficiales, le fastidian las operaciones internas. Dicen que ya se acostumbró, pero que suele estar bien atenta y que, por momentos, se pone paranoica. Y que tal vez por esa razón ya haya cambiado en lo que va de la gestión varias veces su número telefónico.