Desde que el presidente Javier Gerardo Milei canceló la promesa electoral que indicaba que su vice, Victoria Villarruel, manejaría con su gente los ministerios de Defensa y de Seguridad -y en cambio les dio esas carteras a sus viejos rivales y nuevos aliados Patricia Bullrich y Luis Petri-, la relación entre la dupla que ganó las elecciones para gobernar la Argentina entró en un territorio de chicanas, ninguneos e intrigas palaciegas sin proyecciones de armisticio.
La última de las declaraciones picantes de Villarruel llegó días atrás, después de que el Gobierno firmara un acuerdo con el Reino Unido para, entre otras cuestiones, retomar los vuelos a las Islas Malvinas desde Córdoba. La abogada nacionalista rechazó el contenido del pacto y fue determinante en su oposición: “Es contraria a los intereses de nuestra Nación”. Fue un ladrillo más en una pared que Presidente y Vice levantaron en los primeros diez meses de gestión y que no tiene techo: quedó uno de cada lado del muro.
De las críticas del Presidente por el aumento de la dieta de los Senadores a las filosas ironías de ella, que lo llamó “pobre jamoncito” por estar ubicado en medio de las fuerzas opuestas de Karina Milei y ella misma -como si cada una fuera una mitad del mismo pan-, la mala relación política se suma a la larga lista de tensiones históricas entre el jefe del Poder Ejecutivo y el de la Cámara de Senadores en Argentina desde la vuelta de la democracia: Menem-Duhalde, De la Rúa-Chacho Álvarez, Kirchner-Scioli, Cristina-Cobos, Macri-Michetti y Alberto versus Cristina completan el paradójico paisaje de parejas presidenciales enfrentadas.
Como incluso ella misma lo ha sugerido, y es un rumor conocido en los pasillos de la Casa Rosada, el problema principal lo tienen Karina Milei y la Vice desde el primer día de la campaña. Muchos dicen que la hermana del por entonces candidato no la quería a ella como compañera de fórmula, tal vez porque intuía que detrás del proyecto de La Libertad Avanza latía un emprendimiento personal por parte de la abogada.
De hecho, las primeras chispas estallaron en campaña. A mediados de noviembre del año pasado, mientras Milei hacía un acto proselitista en Rosario, ella convocó a militantes para un encuentro en el corazón del barrio porteño de Recoleta, en el cruce de las avenidas Santa Fe y Callao. Lo que molestó, contaron las crónicas del momento, fue que Villarruel no hiciera menciones a su compañero de fórmula ni llevara imágenes de la “marca” La Libertad Avanza; sólo se limitó a flamear banderas argentinas y unas pancartas que llevaban su nombre con una V fucsia sobre un fondo azul.
Ya en enero de este año, el prestigioso medio británico Financial Times advirtió que a la Vice había que “seguirla atentamente” por su proyección y su ambición de poder. El artículo del diario europeo citó al consultor Juan Germano, de Isonomía, quien destacaba que ella es “una figura con su propia agenda, extremadamente clara”, y a un “estrecho colaborador” de la vicepresidenta que dijo que “se preparó para esto por años”. Eso es lo que los hermanos Milei ven como una amenaza.
En marzo llegó el momento de la entrevista que la presidenta del Senado le dio a TN. “Las dos queremos a Javier, las dos somos bravas, pobre jamoncito”, ironzó entonces. El presidente respondería varios meses después, cuando el astuto senador formoseño José Mayans (Unión por la Patria) refirió al “apodo” en plena sesión.
“Él (por Milei) cree que entiende más de economía. Caputo y Cavallo forman parte de un clan. Él es un pobrecito, un jamoncito como dijo la vicepresidenta”, dijo el peronista. Y ella, sonrisa mediante, le agradeció por “el favor”. Horas después, el Presidente comentó con cierta indiferencia que su vice “tiene ese humor”.
“Hizo un chiste, ¿cuál es el problema? “¿Por qué debería estar enojado? Eso, no... A ver... Hicieron toda una novela con el tema de ese intercambio que tuvo con Mayans. Digo, la pregunta es... Cuando me hacen ese chiste... Porque además eso es parte del humor de Villarruel, Villarruel tiene ese humor”, comentó durante una entrevista con radio Mitre.
Una de las primeras polémicas a cielo abierto fue la referida al aumento en la dieta de los senadores, en abril. Milei criticó el incremento y la banda de trolls de las redes sociales cargaron contra Villarruel, que se defendió desde la plataforma X: “Podría haberme levantado para no que no salga mi foto y parte del periodismo y de los trolls me acusen de lo que no tengo injerencia alguna pero siempre doy la cara y hoy no va a ser la excepción. Lamento que se le mienta al pueblo y ciertos sectores aprovechen para intentar ensuciarme, pero lo que sucedió en el Senado es perfectamente legal y no tengo herramienta alguna para frenarlo”.
En agosto se repitió la situación, cuando se debatió un nuevo aumento en la Cámara alta, que subía el salario hasta los 9 millones de pesos. Milei dijo se trataba de una “traición al pueblo trabajador” y manifestó su “máximo repudio al vergonzoso aumento de sueldo que acaba de ocurrir en la Cámara de Senadores”. Además dijo que “deberían tener empatía con los argentinos y no tomarles el pelo aumentándose el sueldo todos los meses”.
Los rumores de la crisis entre ambos mandatarios, volvieron a estallar y la vice intentó diferenciarse de la decisión de los legisladores. Explicó en una historia publicada en su cuenta de Instagram que se trataba de una “facultad de los senadores desengancharse o no de las paritarias de los trabajadores” al tiempo que aclaró: “Yo solo decido sobre las paritarias de los empleados”.
En julio, después de que la Selección argentina ganara nuevamente la Copa América, una canción de cancha con tintes discriminatorios fue viralizada ingenuamente por el mediocampista Enzo Fernández, lo que motivó el repudio de Francia -los jugadores europeos eran los atacados- y el pedido de disculpas de Karina Milei al embajador de ese país en Argentina.
Sin embargo, Villarruel no compartió la postura oficial y escribió en X: “Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir”. Además, remarcó que el país se hizo “con el sudor y el coraje de los indios, los europeos, los criollos y los negros”.
Villarruel envió el tuit con un tríptico de imágenes de Bernardo de Monteagudo, Remedios del Valle y Juan Bautista Cabral, figuras clave de la historia militar argentina de ascendencia “criolla”. “Argentina es un país soberano y libre. Nunca tuvimos colonias ni ciudadanos de segunda. Nunca le impusimos a nadie nuestra forma de vida. ¡Pero tampoco vamos a tolerar que lo hagan con nosotros!”, escribió la titular del Senado. Unos días antes, habían participado juntos en el desfile militar por el 9 de Julio. Las risas parecieron forzadas porque las internas, a esa altura, ya eran conocidas por todos.
Tanto era así que unos días después se cruzó en un gélido saludo con el presidente Milei y su hermana Karina durante el acto de inauguración de La Rural en Palermo .“Malestar”, fue la respuesta que recibió Infobae al consultar en el entorno de la vice sobre cuál era el estado de ánimo después de su participación en la feria agroganadera. Además de la indiferencia que mostró Milei, el Gobierno difundió 51 fotos del acto, con varias del presidente, de su hermana, de los ministros y secretarios pero en ninguna estuvo Villarruel. Ni sola ni con algún otro integrante del Gabinete. Fue a la única que le pasó.
Semanas más tarde Villarruel fue excluida de la cena de camaradería con las Fuerzas Armadas, un ámbito en el que se siente cómoda y con gran afinidad. “Nunca llegó la invitación”, dijeron en su entorno y apuntaron en silencio, otra vez, a Karina. Al día siguiente ella no viajó a Mendoza para participar del acto por la conmemoración del 174 aniversario de la muerte del General José de Santa Martín. Acusó problemas de salud.
Un mes más tarde llegó el acuerdo anunciado por la canciller Diana Mondino con Reino Unido y el anuncio de la conectividad entre Córdoba y las islas argentinas tomadas por la corona británica. “¿Nos toman por tontos?”, se preguntó Villarruel. La respuesta, de momento, no llegó.