Eduardo Jozami murió este viernes a los 84 años, víctima de una enfermedad con la que luchó en el último tiempo. El periodista, escritor, docente universitario y referente de la lucha por los derechos humanos será velado este sábado en la Legislatura porteña entre las 9 y las 14.
El intelectual, miembro de Carta Abierta y ex director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti -que funciona dentro de la ex ESMA-, también era abogado y tuvo su último paso por la función pública durante el gobierno de Alberto Fernández, en el que se desempeñó como director nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
Su primera detención durante un gobierno de facto había sido en 1972. Integrante de Montoneros desde comienzos de 1974, a lo largo de toda la última dictadura militar, Jozami permaneció detenido. Desde su aprehensión meses antes del golpe de Estado hasta su liberación pocos meses antes del retorno de la democracia, pasó por las cárceles de La Plata, Devoto, Caseros, Rawson y Sierra Chica. Luego, hasta 1985 se exilió en México.
En su rol de periodista, que lo llevó a conocer al Che Guevara en 1967 en Bolivia, trabajó en Clarín, Página/12, El Mundo, El Cronista Comercial, Uno más Uno (México) y las agencias de noticias Télam e Interpress Service, entre otros medios. También colaboró como columnista en muchas otras publicaciones a lo largo de su vida. Fue además director de la emblemática revista Crisis.
Se desempeñó como secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires y secretario adjunto de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa entre 1964 y 1966, año en el que la dictadura militar intervino las agrupaciones sindicales.
También fue columnista de 678, el programa ultraoficialista que se emitió por la TV Pública durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner.
“En 678 tuve una comodidad que me gustaría tener en otros programas donde uno se siente agredido desde que entra. He dicho en todos lados lo que pienso, lo que no quiere decir que esté todo el día jugando al juego de la verdad. La situación del intelectual militante siempre implica una tensión”, expresó Jozami durante una entrevista con Infobae en julio de 2015.
Jozami fue legislador porteño por el Frente Grande entre 1993 y 1997. También fue secretario de Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires durante el gobierno de Aníbal Ibarra y más tarde, entre 1997 y el 2000 fue diputado de la Nación.
Compañero de militancia de Eduardo Luis Duhalde, también se desempeñaba desde hacía décadas como profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, trabajo que también realizaba en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, donde además era director del Centro de Estudios de Memoria e Historia del Tiempo Presente.
Autor de más de una decena de libros, Jozami recibió varias distinciones a lo largo de su vida. En 1991, le dieron el premio Helmann-Hammet, que es otorgado por el Foro por la Libertad de Expresión de Nueva York a los intelectuales que sufrieron persecución política. En 2007, la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata lo reconoció con el premio Rodolfo Walsh por el libro Rodolfo Walsh, la palabra y la acción.
En 2014, año en que se homenajeó a los destacados en la rama de las letras, Jozami recibió un Premio Konex.
Entre otros libros, publicó Ya nada será igual. Argentina después del menemismo (2000), Final sin gloria (2004), Rodolfo Walsh, la palabra y la acción (2006), Dilemas del Peronismo (2009), 2922 días. Memorias de un preso de la dictadura (2014) y, como compilador, Tradiciones en pugna. 200 años de Historia Argentina (2011) y Walter Benjamin en la ex ESMA (2013). En la última Feria del Libro de Buenos Aires presentó su obra De Alfonsín a Milei. Una parábola inquietante (1983-2023).
“Hoy es un día de profundo dolor para todos aquellos que comprenden que no es común que ser un intelectual de alto vuelo y un militante cercano a las necesidades más profundas de un pueblo sean características que se reúnan en una misma persona. En Eduardo Jozami se daba la convergencia extraordinaria de estas dos cualidades”, lo despidió Aníbal, su hermano, quien es rector emérito de la UNTREF.