(Desde New York, Estados Unidos) El sábado a la tarde, Ricardo Lagorio asumió que su misión diplomática en la ONU había terminado de hecho: le informaron que no podía concurrir a recibir a Javier Milei al aeropuerto de New York , y que no debía ir al recinto de la Asamblea General, cuando el Presidente hiciera su primer discurso ante el foro global.
Lagorio hace 42 años que es diplomático de carrera y ya sabe cómo funciona el poder vinculado a la política exterior. Aceptó la instrucción directa que bajó de Balcarce 50 y continuó con su trabajo rutinario al lado de la canciller, Diana Mondino, que se ha transformado en una equilibrista de aptitudes notables frente a las pujas internas del Palacio San Martín.
Mondino se reunió el domingo con Soltan Bin Saad Al Moraikhi, canciller de Qatar, y a su lado se encontraba Lagorio. La instrucción del Poder Ejecutivo fue que Lagorio no participara en ninguna reunión vinculada a la agenda 2030 y que no se sentará junto a la delegación oficial para escuchar a Milei en el recinto multilateral, pero podía continuar en funciones protocolares hasta que se oficialice su desplazamiento.
Milei considera que la agenda 2030 es una versión siglo XXI del concepto de Antonio Gramsci vinculado a las batallas culturales y la influencia del Estado en las sociedades modernas. Desde esta perspectiva, la agenda 2030 y la posibilidad de su extensión e influencia con el denominado “Pacto del Futuro”, encendieron todas las alarmas en Balcarce 50.
El Pacto del Futuro es un proyecto ambicioso que se trabajó a nivel mundial en los últimos dos años y que tiene como finalidad establecer compromisos geopolíticos para reformar la arquitectura institucional de la ONU, profundizar los contenidos del acuerdo de cambio climático de París, fijar normas de consenso para garantizar la paz, definir reglas de juego para cerrar asimetrías en el uso de la inteligencia artificial y promover una hoja de ruta para garantizar un escenario crecimiento estable para las nuevas generaciones.
Milei piensa que la ONU no puede imponer axiomas futuros, cuando no tiene poder institucional suficiente para lograr la paz en Medio Oriente y en Europa Central. Es más, el Presidente cree que hay una contradicción obvia entre la declaración buenas intenciones en el Pacto del Futuro y la constante votación a favor de Palestina, que está dividida en Gaza que controla Hamas y Cisjordania que se encuentra en una situación de anomia política.
En este contexto geopolítico, Lagorio apareció con una posición diplomática que proponía atenuar el concepto binario de amigo-enemigo. El embajador en la ONU asumía el compromiso presidencial respecto a Israel frente a Hamas, pero consideraba por las relaciones multilaterales que la postura de Milei también se podía explicitar con una abstención en lugar de un rechazo cada vez que se trataba el caso Palestina en Naciones Unidas.
Milei rechazó esa perspectiva diplomática. Palestina está dividida en dos -Hamas en Gaza, la ANP en Cisjordania-, y en ambos territorios se aspira con exterminar a Israel y unir ese territorio desde el Río Jordán al Mar Mediterráneo.
El presidente está convencido de su mirada geopolítica y no quiso dejar dudas en la ONU y sus alrededores.
En ningún momento Lagorio se propuso desafiar la agenda de Milei: simplemente pensó que su experiencia profesional y su conocimiento geopolítico se aprovechaba al presentar una mirada diferente del complejo mundo multilateral. Su perspectiva personal le jugó en contra, y en gobierno le bajaron el pulgar.
Es probable que Lagorio mañana no ingrese al recinto de la Asamblea General. Aguardará las órdenes finales de Mondino, que hoy en la Bolsa de New York fue muy elogiada por MIlei.
Milei ya desplazó de hecho a Lagorio y ahora falta que se tome una decisión administrativa.
Ocurrirá pronto.