El Gobierno vivió los últimos cinco días arriba de una montaña rusa. Si bien ninguna crisis es oportuna, el sobresalto que provocó la internación del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, excedió largamente las fronteras de la Casa Rosada y del oficialismo y le sumó presión a una administración que enfrenta una apretada agenda de desafíos políticos. Fueron 36 horas de incertidumbre, que terminaron después de la frase que pronunció él mismo al salir de la clínica de Belgrano: “Sí, continúo”. Es que la inquietud por su futuro no sólo estaba en el oficialismo, sino que alcanzaba al denominado “círculo rojo”.
El comunicado que difundió la Clínica Sagrada Familia ofreció una precisión médica que había estado ausente en la previa. Los datos confirmados sirven para darle dimensión y también explicación a los hechos. El centro de salud especializado en afecciones neurológicas reveló que el ministro coordinador ingresó “post descompensación por un cuadro sincopal y pérdida de conocimiento”. Llegó allí en la madrugada del sábado al domingo, en emergencia y proveniente del hospital de Pacheco. Más allá de que la Casa Rosada había indicado la mañana del domingo que fue por un “cuadro gastrointestinal agudo” que derivó en una lipotimia, los últimos médicos que trataron al jefe de Gabinete evitaron esas referencias.
Francos, de 74 años, terminó internado después de una acumulación de tensiones y desacuerdos con el “triángulo de poder” que forman el presidente Javier Milei, su hermana y secretaria General, Karina Milei, y el asesor Santiago Caputo. La gota que rebalsó el vaso fue la diferencia de criterios que quedó expuesta en torno al decreto que reguló el acceso a la información pública. Pero hay una historia de desencuentros que se venían acumulando desde que el propio Francos desarticuló la maraña de funciones y atribuciones que había acopiado el antecesor, Nicolás Posse. En Casa Rosada le dijeron a Infobae: “No es una interna. Puede haber un enojo, pero las decisiones que toman ellos tres son las decisiones del Gobierno, no hay una instancia superior”. El rigor de ese dispositivo apareció en este incidente.
Al jefe de Gabinete la atmósfera tóxica que se genera en lo más alto del poder no le es extraña ni desconocida. Lo vivió en la década del 90, al lado de Domingo Cavallo, en el mundo corporativo, más tarde en el Grupo Banco Provincia, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y durante los comienzos de este mismo gobierno. ¿Pero qué pasó esta vez para que las tensiones terminaran en una crisis por estrés que tuvo en vilo al poder?
Antes de ser llegar al cargo actual, como ministro del Interior, Francos quedó varias veces desacompasado del ritmo que tocaba la Casa Rosada. Le pasó en negociaciones con los gobernadores -sobre todo respecto a los compromisos fiscales- y en el debate de la accidentada Ley Bases. La paciencia, una vocación infatigable por el diálogo y la moderación lo llevaron a ser encumbrado en el cargo que, según lo establece la Constitución Nacional, es el de mayor importancia de toda la administración. Es una definición formal que no contempla, ni cerca, el cuerpo y el alma del gobierno que empezó el pasado 10 de diciembre. Puede ser esa incongruencia el origen del malentendido que derivó en el colapso del fin de semana.
El defecto y la causa
Efectivamente, según pudo confirmar Infobae, Francos tuvo con el vocero presidencial Manuel Adorni una conversación telefónica áspera el viernes pasado. Ese día, el funcionario había aclarado que “no se va a modificar” el decreto que reglamentó la ley de acceso a la información pública, pese a que el miércoles, el jefe de Gabinete les había dicho a los Diputados que escucharon su informe de gestión en la Cámara que sí lo harían “si fuera necesario”.
En esa charla hubo recriminaciones y quejas del jefe de Gabinete por lo que consideró que fue una deliberada desautorización de su palabra. Su enojo no sólo estaba dirigido a Adorni sino, principalmente, a Santiago Caputo, con quien desde hace cerca de un mes viene acumulando desavenencias de forma, pero sobre todo de fondo. Difieren respecto de la relación con el PRO y Mauricio Macri, hasta la gestión de las empresas públicas.
“No discutí, intercambiamos opiniones”, respondió el sábado Francos cuando fue consultado en una entrevista radial si había discutido con Santiago Caputo. “Yo soy el jefe de Gabinete (...) No me preocupa lo que haya dicho el vocero de la Presidencia”, agregó respecto de Adorni y la frase que negó la posibilidad de modificar el decreto que fue redactado por la secretaria de Planeamiento Estratégico, María Ibarzábal Murphy, una funcionaria que responde al máximo asesor del Presidente.
Después de esa entrevista, que fue por la tarde del sábado, Francos empezó a sentirse mal y tuvo una descompensación que lo llevó primero a ser atendido en el Hospital de Pacheco y, ante la necesidad de estabilizar su estado de salud, se lo trasladó de urgencia a un centro de mayor complejidad, como es la Clínica Sagrada Familia. Allí estuvo acompañado por su mujer y madre de su último hijo. “Por prescripción médica, no me atosiguen. Estoy bien”, respondió con buen humor cuando salió con el alta médica. Y al ser consultado sobre su permanencia en el cargo, fue contundente: “Sí, continúo”.
Más allá de que admitió que será “martes o miércoles” su reincorporación, despejó un interrogante que cruzó desde la mañana del domingo todos los estamentos de poder.
“Lo que pasa con Guillermo no tiene nada que ver con lo que pasó con Nicolás Posse. Él está firme en su cargo y nadie lo que quiere sacar, porque es muy valorado y le aporta mucho al Gobierno. Esperamos que esté en la reunión de Gabinete de hoy, pero si no puede estar, no hay problema. Queremos que se recupere y retome sus funciones con plenitud”, decían ayer fuentes oficiales.
En la sede del Poder Ejecutivo, las oficinas de Jefatura de Gabinete estuvieron cerradas. Sí estuvo Lisandro Catalán para el encuentro con diputados aliados: “Encabecé, junto con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, y el presidente de la Honorable Cámara de Diputados, Martín Menem, una reunión con diputados nacionales de distintos bloques para conversar sobre la agenda legislativa”, informó en redes sociales el vicejefe de Gabinete del Interior. Allí debió haber estado Francos.
Pasada la tormenta, entre hoy y mañana, el Gobierno descuenta que volverá a su despacho. Está por delante una apretada agenda de desafíos políticos: en la Cámara de Diputados y en el Senado, el kirchnerismo confía en que podrá derrotar dos o tres veces a las huestes libertarias. Y hay temores fundados de que la movilización del miércoles será multitudinaria y peligrosa.