“Todavía el panorama es poco claro. Incluso para armar. Porque hay miradas diferentes, temores y falta de definiciones del contexto”. De esa forma detalló un operador político de la vía del medio las dudas que giran alrededor del nuevo armado contra Javier Milei. Hay un escenario difuso porque, en gran medida, el proyecto político aún no tiene consistencia.
En las entrañas del incipiente esquema hay una convicción: ser la piedra fundacional de un bloque anti Milei que abrace a algunos partidos provinciales, a una parte del radicalismo, a porción del PRO y a la mayor parte del peronismo del interior. De esa lista, al menos por ahora, queda excluido el kirchnerismo duro. Sobre todo La Cámpora. A la que siguen mirando con reticencia porque les genera desconfianza.
Un dirigente que teje la red de contención territorial del nuevo armado está convencido que el futuro es con el peronismo adentro y con el kirchnerismo afuera. “Si Cristina no se corre y Máximo sigue rompiendo todo, es imposible pensar en una construcción en conjunto. Hay que absorber al peronismo que no tiene líder y que se hartó de los K”, sentenció sentado en su oficina céntrica, desde donde se preocupa por los lazos subterráneos del esquema. Esa intención se repite en el tiempo desde hace algunos años.
La crisis de identidad y liderazgo que tiene el peronismo está atada a la construcción del nuevo espacio. Un alineamiento inesperado, detrás de una figura nueva, dejaría sin margen de acción a los que caminan por la calle del medio. Es decir, no tendrían campo de acción para poder juntar a una parte de la dirigencia que garantiza votos en los pueblos más recónditos del país.
Pero si, por el contrario, el peronismo profundiza su crisis y no logra ordenarse en la elección que viene - puntapié inicial para el armado de la elección presidencial -, el espacio del medio puede aglutinar voluntades con más facilidad. “Que la pureza racial quede en los extremos con los cámpora y los bullrichistas, y que haya espacio en el medio para abroquelar todo”, analizó, con ironía, un legislador que está inmiscuido en las conversaciones.
La idea del armado anti Milei, profundo y extenso, desnuda la necesidad de juntar fuerzas políticas que estuvieron separadas en los últimos años, con el fin de estructurar y fortalecer una propuesta que divida el mapa político y electoral. La construcción de una disputa polarizada. De un lado, Milei, los pocos libertarios de muchos votos y la expresión más dura del PRO. Del otro lado, el resto del campo opositor. El signo de interrogación siempre estará sobre el kirchnerismo.
En algún punto, la fortaleza de Milei reside en su acompañamiento popular. Al menos, el que marcan las encuestas. Por más de que en varios sectores de la oposición comiencen a desconfiar sobre el registro de algunos trabajos de consultoría. Lo cierto es que no hay una crisis social ni el clima está enrarecido, como ha sucedido en otros momentos de la historia argentina. Ese acompañamiento a la gestión libertaria obliga a la oposición a constituir una mayoría distinta a las últimas.
En la vía del medio no solo hay interrogantes sobre alianzas futuras, sino también dudas sobre los caminos que sus propios jugadores seguirán. Preguntas. Muchas preguntas sin respuestas claras. Proyecciones y elucubraciones con poco sustento.
¿Miguel Pichetto será candidato a senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires? ¿A qué elector le puede hablar? ¿Quién lo votaría en un escenario tan fragmentado y colononizado por el perfil electoral de derecha? ¿Y Martín Lousteau? ¿Por qué lista podría ir frente al disolución de Juntos por el Cambio?
¿Horacio Rodríguez Larreta podría poner sus fichas electorales en la ciudad que gobernó ocho años? ¿Quiere realmente competir el año que viene o aspira un proyecto a mediano plazo? ¿Los cordobeses Llaryora y Schiaretti tienen ordenada su interna de poder? ¿Pueden convivir o el actual gobernador necesita ser el jefe político e imponer condiciones? ¿Cuánto influye esa discusión de poder en armado de la alternativa?
Los interrogantes están encima de las mesas donde se discute el armado político. Y seguirán estando. Porque no hay respuestas que puedan convertirse en sentencias. Las especulaciones y las ambiciones se superponen en tiempo de rosca política, frente a la necesidad de empezar a pensar el futuro y las vertientes por donde transitar.
En esos diálogos empieza a ganar fuerza la idea de que el año que viene cada actor político juegue su propio partido en el distrito que le corresponde, y que se retrase para el 2026 la edificación de una nueva propuesta política y electoral. Entonces, surge la estrategia de las dos elecciones. Que tiene, por las inclemencias de la política nacional, un alto grado de incertidumbre.
La idea que gana fuerza es que los gobernadores y legisladores que están inmersos - directa o indirectamente - en el proyecto, el año que viene hagan alianzas locales y cierren listas de acuerdo a la conveniencia del contexto político provincial. Esa intención está atada a la necesidad de darle aire a dos protagonistas que les interesa sumar al final del camino: el santafesino Maximiliano Pullaro y el entrerriano Rogelio Frigerio.
“Pullaro y Frigerio tienen que jugar la suya. Que armen con La Libertad Avanza, el socialismo, el PRO o el peronismo. Necesitan ganar en sus provincias para solidificar sus gobiernos. El camino a la elección presidencial será otro tema”, reflexionó un dirigente que juega el rol de nexo entre varios actores del tejido político.
Llaryora hará lo propio y se concentrará en Córdoba para afianzar la gestión. Lo necesita si quiere seguir abrazado a la ilusión de ser candidato a presidente en el 2027. Uno de los que más impulsa la idea de que cada cual atienda su juego el próximo año es Horacio Rodríguez Larreta, que está convencido que es demasiado temprano para mostrar un bloque de dirigentes dispuestos a llegar al Gobierno.
Algunos le achacan a Schiaretti su silencio absoluto y la decisión de no asomar la cabeza para exteriorizar el proyecto federal que se elucubra. Otros advierten que la base de la iniciativa aún no está sólida y que, a futuro, va a depender de si se profundiza o no la crisis del peronismo, al que apuestan a extirparle una parte para darle real volumen a la alternativa.
En paralelo, en el grupo político que conformó Hacemos por Nuestro País - la fuerza política donde se sostuvo la fórmula presidencial Schiaretti-Randazzo el año pasado - existe la voluntad de armar una pequeña estructura que permita poner candidatos en la provincia de Buenos Aires y en CABA. Una representación de la idea, el concepto y la línea ideológica que, a futuro, tendría el armado del medio a nivel nacional. Estar, mostrarse, levantar la mano para recordar que existen. Y competir. De eso se trata.