El Gobierno nombró al actual embajador de India, Mariano Caucino, además como embajador extraordinario y plenipotenciario de la Argentina ante el Reino de Bután. La designación, formalizada a través del Decreto 790/24 y publicada en el Boletín Oficial, permite al citado diplomático a desempeñar este nuevo rol además de sus actuales funciones como embajador en el gigante asiático. Por su parte, Caucino agradeció, vía la red X (ex Twitter) al presidente Javier Milei y a la canciller Diana Mondino por “la confianza” para tal designación.
Caucino, nacido en Buenos Aires en 1976, es un abogado, historiador y diplomático con una vasta experiencia en relaciones internacionales. Graduado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ha sido embajador de Argentina en Costa Rica (2016-2017) y en Israel (2017-2019) durante el gobierno de Mauricio Macri. En 2024, fue designado embajador en India.
Asimismo, fue fundador y director de la Escuela de Ciencia Política y Gobierno de la UCES e impartió cátedras de Política Exterior e Historia Contemporánea. Además, es autor de varios libros y colaborador habitual en medios argentinos, latinoamericanos, estadounidenses e israelíes sobre temas globales y políticos.
Su designación reflejó una creciente importancia de las relaciones entre naciones en regiones con características únicas, como Bután, que desafía las normas económicas tradicionales con un enfoque innovador en medir la felicidad de sus ciudadanos ya que instauró el Índice Nacional de Felicidad como medida de desarrollo en lugar del Producto Bruto Interno (PBI).
¿Qué sabemos de Bután?
Este pequeño país en el sur de Asia y reinado budista, con una población que oscila los 800 mil habitantes, mantiene estrictas restricciones económicas para controlar el flujo de visitantes, buscando preservar su entorno ambiental único y sus valores culturales tradicionales.
Esta estrategia, con una apertura a los visitantes a partir de 1974, derivó en un turismo sostenible y controlado, con grandes ingresos provenientes de la industria turística, pero también una constante limitación del número de viajeros, transformándose en un destino casi desconocido.
Debido a su política de pocas visitas turísticas que, aunque generan altos ingresos, sirven también para proteger sus vastas áreas forestales que comprenden el 70% de su superficie. El país es famoso por su belleza natural, cultura y tradición, aspectos que atraen a un turismo exclusivo dispuesto a pagar tarifas elevadas, como los 250 dólares diarios por persona, lo que hace que una estancia de cuatro días cueste un mínimo de 1000, excluyendo alojamiento, comida y transporte aéreo.
Este enfoque ha permitido a Bután mantener su esencia cultural y minimizar las influencias externas, aunque con avances tecnológicos lentos pero significativos. Desde 1999, el país permitió el acceso a la televisión e internet, y hoy en día, los smartphones y las redes sociales son comunes en Thimphu, la capital del reinado. Sin embargo, el Gobierno butanés continúa vigilando las influencias extranjeras con el objetivo de proteger su arraigada cultura.