La Universidad de Buenos Aires (UBA) es anfitriona de una de las elecciones más masivas del país, del tamaño del padrón de una provincia. Esta semana, cerca de 300 mil personas estarán habilitadas para votar el rumbo de los centros de estudiantes y los claustros universitarios que integran los órganos de cogobierno de las facultades. El ritual sucederá en uno de los contextos más convulsos para la vida académica de las últimas décadas: la institución afronta una crisis presupuestaria de magnitud, y una relación política conflictiva con el presidente Javier Milei, como no se veía desde el gobierno de Carlos Saúl Menem.
Desde el lunes 2 al viernes 6 de septiembre, estará abierto el acto electoral en el que los alumnos regulares podrán definirán a los presidentes de la representación gremial estudiantil de las 13 facultades. En los últimos años, el espacio reformista -encabezado por el radicalismo e integrado por aliados peronistas, socialistas y agrupaciones sin identificación partidaria- consolidó su poder en la mayoría de los centros de estudiantes, y buscará revalidarlo en estos comicios.
Este sector está alineado con el ex diputado nacional de UCR-Evolución y vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti. “Yaco” -como siempre se le conoció desde su época como referente estudiantil- es uno de los voceros institucionales que cuestionan el ajuste del Poder Ejecutivo al presupuesto universitario, una carencia que es compartida por las demás universidades nacionales.
El núcleo duro del reformismo controla importantes centros de estudiantes en facultades como Derecho, Medicina, Económicas, Psicología, Arquitectura y Odontología. Además, está aliada con la representación estudiantil de Sociales, Agronomía e Ingeniería.
Las listas que ganaron estos centros en 2022 conducen la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y colaboran con la gestión del rector Ricardo Gelpi, que llegó a presidir la institución tras una alianza entre Yacobitti y el Carlos Rojo, ex decano de Medicina y titular de la Asociación de Médicos Municipales. En el marco de estos acuerdos, todo este sector se quedó también con la mayoría de los integrantes del Consejo Superior, el órgano de gobierno máximo de la UBA.
La oposición estudiantil al oficialismo reformista de la UBA, representada por las agrupaciones de izquierda y el kirchnerismo, quedó reducida a una mínima expresión en los últimos años. Paulatinamente, los sectores más confrontativos fueron perdiendo el apoyo de los estudiantes, lejos de la época de la “FUBA piquetera”que se autodenominó de esa manera en las postrimerías del 2001.
De aquel auge, el Partido Obrero (PO) conserva los centros de Farmacia y Veterinaria; en Filosofía y Letras lidera “El Colectivo”, una lista que reúne a La Mella -una agrupación que se identifica con Juan Grabois-, La Cámpora, el Movimiento Evita y otras agrupaciones; y en la facultad de Ciencias Exactas conduce el espacio “Identidad”, que está vinculado al kirchnerismo.
“Estas elecciones en la UBA son las más importantes en los últimos 20 años. Porque las facultades pueden cerrar y desaparecer producto de la política criminal que está llevando adelante el gobierno de Milei de tener el salario de los trabajadores congelado desde diciembre. Nuestros docentes y no docentes están condenados a la miseria total, y es estratégico para Milei desguazar las universidades y que los docentes estén obligados a irse a trabajar a otros circuitos educativos para abrir paso al arancelamiento y la privatización que agitó como consigna de campaña”, señaló Tatiana Fernández Martí, consejera estudiantil, militante del PO y candidata a presidenta del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).
La curiosidad de este año será el desempeño que tendrá el mileísmo estudiantil, donde La Libertad Avanza (LLA) presentará varias listas para centros de estudiantes en algunas facultades. Lo harán en un terreno hostil -por el rechazo al torniquete presupuestario por el que es responsabilizado su líder político- aunque contradictorio, por la franja de la juventud sub-24 que se inclinó mayoritariamente en las últimas elecciones presidenciales por el actual mandatario. Algún disfraz de “el león” y la estética libertaria ya adornaron estos días los claustros de la FADU.
Si bien cada lista construye su propia estrategia y agenda para capturar el voto de los alumnos, la situación política y económica serán uno de los puntos de conversación ineludibles en estos comicios entre las agrupaciones.
La multitudinaria marcha federal del pasado 23 de abril, donde cientos de miles de alumnos, docentes y graduados de todo el país se movilizaron a las plazas y capitales provinciales para exigir mayor presupuesto a las universidades nacionales, asentó un golpe al Gobierno, que cedió y tuvo que transferir más fondos. La UBA fue la que más se benefició de la protesta, tras conseguir 270% de aumento para gastos de funcionamiento. El resto de las casas de estudios, a través del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), continuó con la queja oficial ante la falta de una respuesta satisfactoria.
Sin embargo, las transferencias de estas partidas a la UBA sólo resolvió una parte del problema. Los escuetos aumentos otorgados al personal docente y no docente profundizaron el malestar. Los gremios nucleados en el “Frente Sindical de Universidades Nacionales” están en conflicto desde que inició el segundo cuatrimestre, con paros consecutivos de hasta 72 horas, clases públicas y distinto tipo de medidas de fuerza frente a la caída del orden del 62% en el poder adquisitivo.
La propuesta de un incremento de 3% para agosto y 2% para septiembre que dispuso el Gobierno nacional acaloró el reclamo. Esta semana, los gremios convocan a un “ruidazo” el martes 3 de septiembre para que el Senado apruebe la Ley de Financiamiento Educativo. Y el jueves 5 se convocó a un paro de 24 horas en todo el país, en caso que se trate ese día el proyecto.
En ese ambiente de agitación, lo esperable es que el espacio reformista mantenga el liderazgo de las principales facultades y consolide su hegemonía, que continúa sin mácula desde 2019. Así, retendría posteriormente la presidencia de la FUBA, que agrupa a todos los centros de la institución.
En las facultades de Sociales -la más politizada-, Agronomía y Exactas existen oposiciones competitivas a las conducciones actuales. En Farmacia y Bioquímica también podría darse vuelta el signo político y, eventualmente, el radicalismo-peronismo imponerse al Partido Obrero. Mientras que, en Filosofía y Letras, hay una riña particular también entre “El Colectivo” y el trotskismo estudiantil referenciado en el FIT-U, dos actores con mucha ascendencia sobre el estudiantado.
“La última elección de 2022 ocurrió en la tercera semana de cursada de la facultad, después de dos años de pandemia y completa virtualidad. Con lo cual, creemos que va a ser absolutamente distinta esta elección. Venimos de dos años y medio de presencialidad y vuelto a nuestras universidades transitando cada uno de los pasillos. De todas formas, estamos yendo a un escenario de reafirmación de los oficialismos. No esperamos grandes sorpresas, pero no descartamos que pueda haber algunos cambios”, señaló Christopher Loyola, presidente del CEFyL.
Junto a las comicios de centros, se celebrarán también las elecciones obligatorias para los claustros estudiantiles, de graduados y docentes, que definen la integración de los Consejos Directivos de cada facultad. Son los órganos de cogobierno responsables de la mayoría de las decisiones académicas y administrativas, con 16 consejeros representando a profesores (8), estudiantes (4) y graduados (4). Serán en la misma semana, con un cronograma propio de días y horarios.