Además de enfrentar serias dificultades para concretar -o defender- su agenda legislativa en el Congreso, el Gobierno sufre en estas semanas un nuevo brote de desconfianza interna. El “triángulo de hierro”, conformado por el presidente, Javier Milei, su hermana y secretaria general, Karina Milei, y el asesor Santiago Caputo está a la caza de traidores en el propio equipo, con el convencimiento de que hay funcionarios que ventilan a la prensa o transmiten a otros partidos información confidencial.
Los problemas de fiabilidad en el Gabinete vienen de larga data. El manoseado despido del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, había sido el gran ejemplo disciplinador que aplicaron los Milei para mostrar que cualquier señal de autonomía en la comunicación tenía consecuencias irreversibles. Pero ahora hay suspicacias en torno a otro actor libertario, por ahora desconocido. En Balcarce 50 deslizan que aún no detectaron al “topo”, como ellos mismos lo calificaron, pero aseguran que “están en eso”.
El martes, el Ejecutivo anunció a último momento que suspendería la reunión del Gabinete que se hace ese día, cada semana, prácticamente sin falta, lo cual generó suspicacias, principalmente, entre los propios. La Casa Rosada intentó disimular, y en los ministerios siguieron el juego. Así, tanto en la sede del poder central como en las distintas dependencias respondieron a las consultas sobre los motivos de la decisión de suspenderla con el argumento de que se habían interpuesto los -siempre convenientes- “temas de agenda”.
Concretamente se referían a la charla presencial que mantuvo Milei con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Pero no contaron que esa mañana también hubo una reunión de Gabinete “reducida” o, como la llamaban en Gobierno, “blue”.
Milei, y sobre todo su hermana Karina, cuidan especialmente que no se conozca una sola palabra de lo conversado en esos extensos y bastante amplios cónclaves semanales. Y, de hecho, lo logran. Es prácticamente imposible para la prensa conocer detalles de esas charlas más allá de los escuetísimos detalles que brinda, siempre a grandes rasgos, el vocero Manuel Adorni, en sus conferencias de prensa matinales. Sin embargo, dicen que percibieron ciertas desobediencias, y decidieron hacer un fuerte recorte en la habitual convocatoria.
El encuentro fue extremadamente cerrado, al punto de que los colaboradores de los referentes presentes nunca supieron en qué salón de la Casa Rosada se celebró. Según pudo reconstruir Infobae, se hizo por la mañana y duró cerca de dos horas. Estuvieron, además del Presidente, los miembros de su mesa chica, Karina y S. Caputo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vocero Adorni, especialmente cercano a la hermana del primer mandatario; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, principal representante de la fusión con -una parte- de PRO, que se ganó y sostiene la confianza del Presidente; el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem.
En general, la lista es mucho más amplia e incluye, además, a Luis Caputo (Economía); a Mariano Cúneo Libarona (Justicia); a Federico Sturzenegger (Desregulación); a Diana Mondino (Relaciones Exteriores)️; a Sandra Pettovello (Capital Humano); a Luis Petri (Defensa); a Mario Russo (Salud); al secretario de Prensa, Eduardo Serenellini; el Secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo; el vicejefe de Gabinete del Interior de la Jefatura de Gabinete, Lisandro Catalán y el Vicejefe de Gabinete Ejecutivo de la Jefatura de Gabinete, José Rolandi. Hasta hace algún tiempo asistía también la vicepresidenta, Victoria Villarruel, que se encuentra distanciada como nunca de la dupla presidencial y hace tiempo no se suma.
Sin apuntar contra nadie en particular, en Gobierno sólo se encargaron de desvincular de cualquier sospecha a la amiga del Presidente, Sandra Pettovello. “Javier jamás desconfiaría de ella”, dijeron. Y atribuyeron su ausencia a su enfrentamiento subterráneo con Santiago Caputo. “Siente que no la reconocen como deberíamos y tiene razón”, deslizaron en Balcarce 50.
“Fueron sólo siete u ocho los presentes”, deslizaron en una de las carteras lideradas por ministros que no formaron parte, pero se enteraron de que los habían excluido. Mientras tanto, en el entorno de Milei casi todos se mostraban receloso de mostrar detalles y masticaban bronca por la divulgación, también, de este encuentro, que querían mantener en secreto.