Ayer, en Casa Rosada, fuentes muy cercanas a Javier Milei aseguraron que Victoria Villarruel le habría enviado un mensaje de WhatsApp al presidente y que el mandatario, al menos hasta bien entrada la tarde, no lo habría respondido.
Más temprano, a las 12.48, visiblemente molesta por las versiones crecientes del lazo entre el Senado y la Casa Rosada y la atención permanente de los medios a su vínculo con Milei -motivada, en este caso, por la larga saga de desencuentros entre los presidentes y sus vices de la historia reciente-, Villarruel escribió un posteo en X que varios legisladores interpretaron como un gesto de distensión en medio de un vendaval de trascendidos, y después de que los senadores de La Libertad Avanza le enviaran una carta para expulsar del bloque a Francisco Paoltroni, una solicitud que ella respondió como “improcedente”, por fuera de sus competencias. “Al periodismo pautero y mala leche le digo que deje de buscar titulares que dividen y dedíquense a informar sin hacer amarillismo”, posteó, y aludió a una nota de este medio y otra de La Nación que dieron cuenta de su respuesta a la ofensiva contra Paoltroni orquestada por el entorno presidencial.
El senador cuestionó públicamente la conducción del presidente y visibilizó, según él negativamente, el rol de Santiago Caputo. Eso le costó la permanencia en el bloque, y la fundación de su propio monobloque. “Esa es la línea de Victoria”, cuestionaron desde el Ejecutivo, a pesar del cuidado que mantienen con su figura en las redes sociales, un pilar fundamental del relato libertario.
Es, a esta altura, indisimulable. Hace rato que cualquier intento por descomprimir los constantes cortocircuitos entre Milei y Villarruel dejaron de tener el efecto buscado. Pero este jueves, desde el entorno presidencial, altas fuentes resaltaron que es “difícil recomponer” un vínculo a todas luces desgastado por el fuego cruzado. No hay movimiento de ambos que en las últimas semanas esté atravesado por esa disputa que, según los senadores de diálogo frecuente con la vicepresidenta, es fogoneada por Karina Milei y Caputo, los dos integrantes, junto al mandatario, del “triángulo de hierro” por el que pasan todas las decisiones del gobierno.
Con la influyente hermana presidencial, cuya disputa blanqueó la propia vice por televisión, en marzo, cuando dijo socarronamente que por ese disenso con ella Milei quedaba en el medio como un “pobre jamoncito”, la fractura quedó expuesta por completo con el entredicho con Francia, tras el canto racista de los jugadores de la selección argentina de fútbol. En esa controversia, el presidente se definió públicamente en favor de su hermana.
La relación política entre el Senado y la Casa Rosada está virtualmente quebrada desde hace semanas, y el diálogo literalmente cortado. En los pasillos de la Cámara alta resaltaron incluso que Villarruel tampoco tuvo en estos tiempos demasiadas conversaciones con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, un dialoguista abocado a la revisión de la gestión de los ministros. A la reunión de gabinete más reciente que se realizó en Casa de Gobierno, la semana pasada, la vice no asistió.
La última charla comprobada que Villarruel mantuvo con la cúpula del Ejecutivo fue hace dos semanas, cuando Caputo la visitó en el Senado para hablar de la integración de la comisión bicameral de inteligencia, un rubro que Milei delegó en su principal asesor. El consultor le insistió en que debían avanzar en un acuerdo para que el peronista Edgardo Kueider se quedara con la presidencia de la comisión, a pesar de que la vice se inclinaba por el misionero Enrique Martín Goerling Lara al igual que la ministra Patricia Bullrich. No se pusieron de acuerdo. A la semana siguiente, Martín Lousteau se quedó con ese lugar tras una negociación con el kirchnerismo.
Fue una de las tres derrotas legislativas de la semana anterior, la primera, de una seguidilla de tres que incluyó el revés en Diputados al DNU que asignó $100.000 millones adicionales y reservados a la SIDE y el rechazo a la fórmula de movilidad jubilatoria impulsada por la oposición kirchnerista, el radicalismo, parte del peronismo y el PRO.
El martes, la vicepresidenta sumó -¿sin quererlo?- un nuevo capítulo a la tirantez en la relación con el Ejecutivo cuando encabezó un homenaje a víctimas del terrorismo, agendado desde hace al menos dos meses, en el que volvió a plantear su posición histórica respecto al rol de la guerrilla en la última dictadura militar y su defensa de los militares. “Todos los Montoneros tienen que estar presos respondiendo por ensangrentar nuestra Nación”, tiró, y agregó: “Reabriremos todas las causas de víctimas de terrorismo para que sea la Justicia la que haga lo que debió hacer hace más de 20 años”.
Según el entorno presidencial, la revisión de los ‘70 no es un rubro al que le dedique especial atención, más bien todo lo contrario. Pero es un tema que, según fuentes oficiales, no es conveniente agitar por fuera de la agenda desplegada por el Ejecutivo. Más aún, en medio de la enorme polémica por la visita de los seis diputados libertarios a un grupo de genocidas liderados por Alfredo Astiz en el penal de Ezeiza, que terminó esta misma semana con la salida de Lourdes Arrieta, una de las legisladoras que participó de ese tour carcelario y que pidió, en comisión, que Martín Menem diera sus explicaciones.
“Esa no es mi agenda, habrá que ver como fue ideado eso”, dijo Milei la semana pasada. Sus colaboradores explicaron que se trata de un tema “sensible” para un sector de la población.
El martes, mientras abandonaba el salón Azul del Senado, Villarruel envió otro mensaje de distensión al presidente: “Con Milei somos amigos y vamos a superar cualquier problema que haya, si es que existe hoy alguno”, le dijo al periodista Manu Jove, en TN.
Solo Milei y Villarruel pueden dar fe del tenor de esa amistad, de la dificultad, o no, para relanzar el vínculo y de la necesidad institucional de que eso suceda más temprano que tarde. Pero en la cúpula del Gobierno dan cuenta de que las diferencias se agudizaron en las negociaciones parlamentarias de estos meses, pero que se originaron, y se acumularon, en la mismísima campaña electoral. Por la eventual división de ministerios, y de tareas, que no conformó a la vicepresidenta. Y que el punto de mayor complejidad se dio en las horas previas al cierre de listas, por una negociación que se tensó a un nivel muy elevado. Y que incluyó serias advertencias. Esa es, al menos, la versión del entorno presidencial.
Desde la cima del poder se agita además una supuesta relación con Mauricio Macri, cuya frecuencia es mucho menos intensa de lo que se fantasea en despachos oficiales. En La Libertad Avanza se especuló en el verano con una hipotética reunión en el country Cumelén de Villa La Angostura que nunca se confirmó. Alimentada, por algunas fuentes, por el vínculo del experimentado abogado Jorge Pérez Alati con el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTyV), referenciado en la vicepresidenta. Pérez Alati es muy cercano a Macri, su vecino en Cumelén y dueño de una de las casas más imponentes, además de un muelle privado.
En la campaña electoral, Macri habló varias veces con Villarruel.
En la Cámara alta, los senadores más cercanos a Villarruel aseguraron en estos días que la vicepresidenta está cansada de las operaciones. Que fueron incesantes en estos meses de gestión, y que se aprovecharon de su “lealtad”. En Casa Rosada dicen tener dudas de eso.
Lo cierto es que, en estos meses, la ex diputada construyó un perfil público que le valió una altísima consideración de un sector de la sociedad que la tiene entre sus preferencias en cuanto a imagen y popularidad junto al presidente y a la ministra de Seguridad. Es una de las razones por las que ella no es un objetivo, al menos en términos orgánicos y masivos, de la red de ciber militantes libertarios que ataca a discreción a cualquier dirigente o funcionario que cuestione a la conducción ejecutiva. En ese sentido, Milei también trata de preservarse públicamente.
Villarruel trabajó, además, una red de contactos con un grupo de gobernadores. Con algunos de ellos se reunió en sus provincias, en actos protocolares. Con otros, mantuvo algunos encuentros privados en la ciudad de Buenos Aires, alejada del Congreso.
La semana pasada, por caso, fuentes del sistema político abundaron a este medio que hubo algunos dirigentes que quisieron contactarse con ella, preocupados por la debilidad legislativa de La Libertad Avanza que quedó expuesta tras la triple derrota en el Parlamento y que motivó que Milei convocara para hoy a los jefes de los bloques aliados a una reunión, en principio, a desarrollarse en Casa Rosada. Hay dirigentes que están interesados, según confiaron, en que ella acelere una ruptura con el Ejecutivo. Por más tensión en el vínculo, Villarruel no tiene ninguna intención de que eso ocurra.