Recién se confirmó su audiencia con el Papa, pero la CGT no puede evitar el estado de pelea permanente y ya se perfilan tironeos internos por los miembros de la delegación que viajará al Vaticano. El gestor de la audiencia, Héctor Daer (Sanidad), uno de los cotitulares cegetistas, ya advirtió que serán muy selectivos con la comitiva y que irán sólo 8 dirigentes. Será un desafío conformar a una CGT cuyo Consejo Directivo integran 49 representantes de distintos gremios y que, como es tradicional, le dan una importancia superlativa a esa codiciada postal con el Sumo Pontífice.
Los elegidos para reunirse con el papa Francisco en una audiencia privada el lunes 16 de septiembre, a las 9.30, serán, además de Daer, Pablo Moyano (Camioneros), Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Rodolfo Daer (Alimentación), Maia Volcovinsky (judiciales) y Marina Jaureguiberry (docentes privados). No iría, en cambio, el otro integrante del triunvirato de conducción de la CGT, Carlos Acuña (estaciones de servicio).
Daer manejó casi en secreto su pedido de audiencia a Jorge Bergoglio. Sólo estaban al tanto Moyano, con quien se siente cada vez más cómodo, y su hermano Rodolfo, líder del Sindicato de Alimentación y ex titular de la CGT entre 1996 y 2000, quien históricamente fue uno de los dirigentes que tuvo los mejores vínculos con la Iglesia y con el actual Papa desde que fue Arzobispo de Buenos Aires.
La idea de los promotores del encuentro en el Vaticano es que la foto con el Papa sirva para fortalecer sus reclamos ante el gobierno de Javier Milei y, además, desalentar el avance de los proyectos de ley en el Congreso que afectan al poder sindical, como la limitación de las cuotas solidarias, el tope a las reelecciones en los gremios y medidas en favor de la transparencia y la democracia sindical.
Pero la composición de la comitiva de 8 miembros ya comenzó a generar quejas entre quienes se quedarán abajo del avión a Roma. Algunos cuestionan que se hayan decidido los nombres desde “el grupito que resuelve todo sin consultar a nadie”, aunque otros enfocan sus críticas al hecho de que quedarán marginados dirigentes que “representan a actividades importantes del país” y que podrían haberle presentado al Papa un panorama más detallado de los efectos de las medidas de Milei.
La CGT sigue demorando una reunión de su mesa chica, que debía haberse realizado hace dos semanas para analizar si mantienen la tregua con el Gobierno sin medidas de fuerza o le dan un nuevo impulso al postergado plan de lucha que ya incluyó dos paros generales desde el 10 de diciembre.
Sin embargo, el sector dialoguista prefirió postergar el debate interno a la espera de que prosperen las negociaciones para atenuar dos artículos de la reforma laboral en la reglamentación que elabora la Secretaría de Trabajo, conducida por Julio Cordero. Si logran su objetivo, esa fracción cree que tendrá más motivos para frenar al ala dura, integrada por moyanistas y kirchneristas, que busca boicotear cualquier tratativa con el Gobierno y acelerar la realización de un nuevo paro general de la CGT.
La visita al Papa no será un mero saludo protocolar: Bergoglio recibirá a los 8 sindicalistas en una audiencia privada que tendrá lugar en su casa en Santa Marta. Allí, podrán hablar en extenso sobre la situación del país y la CGT le entregará un documento sobre los problemas sociales y económicos de la Argentina, con la expectativa de algún guiño papal hacia su postura en contra del Gobierno.
De alguna forma, Daer heredó los buenos vínculos con el Vaticano de su hermano Rodolfo y de su predecesor en la Federación de Trabajadores de la Sanidad (FATSA), Carlos West Ocampo, quienes, junto con Armando Cavalieri (Comercio) y el fallecido Oscar Lescano (Luz y Fuerza), se caracterizaron durante décadas por mantener y expandir la relación con los miembros de la Iglesia argentina.
En junio pasado, el Papa recibió por separado a dos contingentes sindicales que lo visitaron en el Vaticano. Por un lado, una delegación de la que participó Gerardo Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, y luego, una comitiva integrada por Juan Pablo Brey (aeronavegantes), José Voytenco (UATRE), Cristian Jerónimo (empleados del vidrio), Guillermo Moser (Luz y Fuerza), Pablo Flores (AFIP) y Juan José Moreyra (ceramistas), entre otros.
La foto más impactante de esa jornada sin embargo, fue obtenida por Brey: se fotografió junto al Papa con una bandera del gremio y otra de Aerolíneas Argentinas, justo cuando el Senado de la Nación debatía la Ley Bases en la que estaba prevista la privatización de la línea de bandera.
Ahora, la CGT actual tendrá finalmente su primera postal con Francisco, pero, a tono con su compleja interna, llegará al Vaticano con el desgaste de las críticas y los reproches internos por cómo se eligieron los nombres de los 8 privilegiados que hablarán mano a mano con el Papa.