Fue un gesto político fuerte, que mostró unidad en la diversidad. El embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, reunió representantes del ámbito diplomático de 39 países para reclamar “transparencia e integridad en Venezuela”, en medio de las denuncias de irregularidades graves en las elecciones del domingo pasado, en las que el jefe del régimen, Nicolás Maduro, se declaró ganador sin aportar pruebas ni las actas oficiales de votación.
El encuentro se concretó en la sede de la representación de EEUU, en el barrio porteño de Palermo, donde se convocaron funcionarios, embajadores y referentes de 39 países y de la Unión Europea. Además de Stanley, como anfitrión, estuvieron presentes por América Argentina, Canadá, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay; por Europa Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, República Checa, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Malta, Países Bajos, Noruega, Polonia, Portugal, Eslovenia, España, Suecia, Ucrania, Reino Unido, Alemania, Serbia y Montenegro; por Asia Georgia, Israel, Japón, Corea del Sur; y por Oceanía Nueva Zelanda.
Junto al embajador Stanley estuvo el vicecanciller argentino, Leopoldo Sahores, y el resto de los embajadores y funcionarios. Cada uno se presentó con su correspondiente bandera. Todos reunidos alrededor del pabellón nacional de Venezuela, el país que es sacudido por estas horas por una grave crisis política, derivada de la decisión de la dictadura de Maduro y Diosdado Cabello de aferrarse al poder, a pesar de haber sido derrotado por la oposición liderada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado.
La diplomacia global está en estos momentos alineándose de manera dramática, con el régimen venezolano apoyado por China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua y otros regímenes autocráticos, mientras que las democracias occidentales exigen de manera pública que se difundan las actas de votación. Es que Maduro se declaró ganador el domingo sin ningún dato oficial.
Mientras tanto, países como Brasil, que preside Luiz Inácio Lula Da Silva; México, de Andrés Manuel López Obrador; y Colombia, de Gustavo Petro, se mantienen con una posición ambivalente, que exige que la dictadura muestre de una vez las actas, pero reconocen que las elecciones, donde hubo proscripciones, presiones y todo un aparato estatal presionando al electorado fueron “normales y limpias”.
De hecho, esos tres países no estuvieron presentes en el encuentro que organizó el embajador Marc Stanley.
El posicionamiento de EEUU
El gesto en la Embajada ocurrió mientras el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, afirmó este jueves que González Urrutia fue el que ganó las disputadas elecciones presidenciales de Venezuela. “Dada la abrumadora evidencia, está claro para Estados Unidos y, lo que es más importante, para el pueblo venezolano, que Edmundo González Urrutia ganó la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio”, dijo Blinken en un comunicado.
En las recientes elecciones presidenciales en Venezuela, Nicolás Maduro fue declarado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE) con el 51% de los votos. Sin embargo, el resultado ha sido ampliamente disputado por la oposición y la comunidad internacional. Edmundo González, el principal candidato opositor, reclamó una victoria contundente, alegando fraude y manipulación en el proceso electoral.
La respuesta del gobierno de Estados Unidos ha sido firme. Antony Blinken expresó “serias preocupaciones” sobre la legitimidad de los resultados y manifestó que estos no reflejan la voluntad del pueblo venezolano. El secretario de Estado subrayó que las irregularidades y la falta de transparencia durante las elecciones minan la credibilidad del proceso democrático en Venezuela.
En esa misma línea, Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, en las últimas horas instó a la administración de Maduro y a la comunidad internacional a reconocer a Edmundo González como el legítimo ganador. Nichols destacó que la continua represión y control del poder por parte de Maduro no solo afecta a Venezuela, sino también la estabilidad y democracia en la región.