“Si se va del bloque, se divorcia, porque la mujer no se va a ir”. La frase irónica pertenece a un influyente dirigente de Unión por la Patria (UP) que no se imagina al gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, rompiendo el bloque de la Cámara de Diputados, tal como lo hizo el tucumano Osvaldo Jaldo a principio de año. Silvana Ginocchio, su esposa, es una de las diputadas que forman parte del esquema legislativo opositor.
En el peronismo hay dudas sobre cómo se comportará el mandatario catamarqueño en la segunda etapa del año. Es uno de los gobernadores opositores más cercanos al gobierno de Javier Milei. Los diputados que le responden acompañaron la sanción del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) y el regreso del impuesto a las Ganancias. Se desmarcaron de la estrategia peronista, lo que generó rispideces y pases de facturas que quedaron grabados en las reuniones de bloque.
Esa votación generó tensión interna en el bloque que conduce Germán Martínez e incomodidad en los cuatro legisladores catamarqueños, que tuvieron que cumplir con el mandato del gobernador, que tiene la idea de ser un “opositor constructivo y abierto al diálogo”, como les ha repetido infinidad de veces a sus interlocutores más frecuentes. No le gusta el estilo confrontativo que tiene el kirchnerismo. No se siente cómodo.
Esta última semana dos hechos puntuales despertaron los rumores de una ruptura del bloque por parte de Jalil. Primero fue una entrevista que brindó a FutuRock en la que anticipó que no le interesa ser parte de una oposición que se opone en forma sistemática, y resaltó que él tiene una buena relación con la Casa Rosada. “Hay políticas que hay que acompañar y otras que hay que discutir”, sostuvo.
El segundo hecho que iluminó el tema es la filtración de un puñado de off the record que salieron de Balcarce 50 anticipando que la voluntad oculta del Gobierno es quebrar el bloque de UP y sacarle fuerza a la primera minoría en el Congreso. En la Cámara baja el tucumano Osvaldo Jaldo sacó a sus tres legisladores y les pidió acompañar la Ley Bases. En el peronismo lo tienen apuntado como un traidor. El oficialismo pretende que Jalil haga lo mismo.
“Hay que desdramatizar la situación. Hay que tratar de tener una buena relación con el Gobierno. Dialogar. Poder sentarse con ellos. Eso es lo normal”, le dijo Jalil a un legislador con el que habló en las últimas horas, respecto a su posicionamiento político y su lugar en el peronismo. Y le agregó: “Lo normal pasa a ser anormal. En la política hay que hablar”.
El mandatario norteño entiende que el kirchnerismo, que tiene una fuerte influencia en los bloques de diputados y senadores de UP, debe darle margen de acción a los gobernadores y evitar presiones que tensen al máximo el vínculo entre las provincias y el Congreso. Aceptar que las estrategias pueden ser diferentes y que, en algunas oportunidades, votarán en sintonía con el Gobierno.
Considera que la necesidad de negociar para llevar adelante la gestión, sumado al fracaso de una forma de hacer política en donde el diálogo no fue predominante, obligan a los representantes provinciales del peronismo a generar una relación más lineal y menos traumática con el gobierno nacional. Aún sabiendo que el Presidente no ha sido el mejor ejemplo sobre cómo construir nuevos vínculos con dirigentes que están enfrentados a sus ideas.
“El bloque no se va a quebrar. No hay ninguna ley importante por delante que pueda tensar la situación al máximo. Lo que sucedió con la Ley Bases ya es viejo”, reflexionó una importante voz del kirchnerismo. No visualizan una sangría nueva ni un escándalo interno que derive en la ruptura. Existe una tensa calma, normal de un bloque donde las diferencias son muchas y prolongadas en el tiempo.
Desde hace tiempo Jalil mira con atención cómo muchos gobiernos provinciales dejan de lado los partidos tradicionales, como el peronismo o el radicalismo, y se convierten en fuerzas provinciales, donde los gobernadores, mayoritariamente, son los jefes políticos. Son los casos de Salta, Misiones, Córdoba, Río Negro, Santiago del Estero, Neuquén y Santa Cruz.
La tendencia a esa conversión de los gobiernos provinciales la repite cada vez con más frecuencia en sus charlas políticas en Catamarca o en Buenos Aires, adónde viaja con frecuencia. No parece ser una casualidad. Jalil no quiere romper el bloque, pero tampoco quiere que lo destraten o lo presionen. Mantiene su autonomía y amaga con endurecer su postura si la convivencia en el bloque no se vuelve más flexible. Está dando señales claras.
“Tiene que haber tolerancia. Tiene que haber un cambio de actitud”, dice una y otra vez el catamarqueño. Intuye que sino, más temprano que tarde, terminará habiendo cortocircuitos porque “no se puede votar todo en contra” como quiere el kirchnerismo. El pedido va dirigido al sector K más duro, donde conviven el cristinismo y La Cámpora. Un reclamo y una advertencia.
La foto de Jalil con la vicepresidenta Victoria Villarroel en Catamarca despertó malestar en algunos sectores del peronismo, pero ya no sorprende a nadie. El catamarqueño ha sido muy claro sobre la relación política que quiere tener con Javier Milei y la plana mayor del Gobierno. Sus mejores vínculos son con el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y con la compañera de fórmula del Presidente.
El Gobierno se siente cómo con el diálogo abierto con Jalil, así como con Jaldo, los dos peronistas más cercanos a la Casa Rosada. Y quieren empezar a construir una relación más cercana con el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, que forma parte de UP, pero es un equilibrista nato en las relaciones políticas.
El santiagueño recibió a Francos en la provincia y se acopló a la firma del Pacto de Mayo, que finalmente se realizó este mes en Tucumán. Fue una señal positiva para el oficialismo, que intenta normalizar los lazos con los mandatarios opositores, después de siete meses de diálogos y discusiones intermitentes, atravesadas por las extensas negociaciones de la Ley Ómnibus.
Zamora mantiene un perfil muy bajo. Ha reducido sus expresiones públicas y casi no confronta con el Gobierno. Tampoco se mete en las internas de UP. Camina por una cuerda finita con una gran pericia. Es un ejercicio que conoce a la perfección. Nadie en el peronismo imagina que pueda romper el bloque y disminuir el poder de fuego del principal espacio de la oposición.