La CGT, tras la ruptura con el Gobierno: los llamados secretos de Cordero y la última apuesta oficial

Qué hay detrás de la sorpresiva decisión de la central obrera de no ir al diálogo promovido por el secretario de Trabajo. El retroceso interno del sector dialoguista, que podría propiciar un gesto de acercamiento, y los frustrados esfuerzos oficiales para calmar el enojo

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Carlos Acuña, Héctor Daer y
Carlos Acuña, Héctor Daer y Pablo Moyano, los cotitulares de la CGT, con los dirigentes del Consejo Directivo

El diálogo social que impulsa la Secretaría de Trabajo parece haber muerto antes de haber nacido. Los empresarios estaban dispuestos a sumarse y la CGT también, por lo menos hasta hace 48 horas, pero en la tarde del jueves se produjo un drástico viraje y los sindicalistas, presos de su interna, dijeron que no irán al proyectado debut de las conversaciones tripartitas, el miércoles próximo. Sorpresivamente, perdieron los dialoguistas de la CGT y se impuso la línea dura de Pablo Moyano y los kirchneristas.

¿Qué pasó desde que los líderes cegetistas se sentaron con Cordero hace dos semanas y dieron señales de que se abría otra etapa en su relación con el Gobierno? La dirigencia gremial se enojó porque se reglamentó el Impuesto a las Ganancias sin contemplar el reclamo de subir el mínimo no imponible y lo mismo sucedió, aseguran, con el artículo de la reforma laboral que crea la figura del trabajador independiente que puede tener hasta 3 colaboradores autónomos a cargo.

A cierta distancia, no parecen razones muy sólidas como para desaprovechar la oportunidad de consensuar el decreto reglamentario de la reforma laboral, tal como ofreció Cordero, y armar una agenda junto con los empresarios para resolver otros temas, como el desempleo, por ejemplo. Incluso no sólo por el horizonte de negociaciones que se abría sino porque no es poco lo obtenido hasta ahora por la CGT con su estrategia de presión: ya logró que se recortaran 42 artículos del capítulo laboral de la Ley Bases que rechazaba y pedía que otros 3 o 4 puntos se atenuaran mediante la reglamentación. Esa era la primera tarea que tenía por delante si no hubiera pateado el tablero.

La CGT y el secretario
La CGT y el secretario de Trabajo, Julio Cordero, se reunieron hace dos semanas

Para el Gobierno, la CGT quedó atrapada por los tironeos internos entre dialoguistas y duros, que, a su vez, está condimentada por los reacomodamientos en el peronismo. “Héctor Daer ya no es un dialoguista porque responde a la estrategia de Sergio Massa, su líder político”, interpretó un funcionario con oficina en la Casa Rosada acerca del retroceso del ala moderada de la CGT. Otro libertario opinó que “la CGT sigue presionando para sacarle más al Gobierno, pero sus trabajadores sienten que sus sueldos están mejor”, en clara alusión a los datos del INDEC de que en el período enero-mayo los salarios subieron más que los precios: 73,6% contra una inflación del 71,9%.

En su mensaje luego del estridente portazo de la CGT, Cordero explicó dio explicaciones sobre el reclamo por Ganancias: “El mínimo no imponible fue definido por el Congreso de la Nación -dijo-; cuando se presentó el primer proyecto tuvo en consideración una propuesta inicial de $1.250.000 y cuando se retomó su tratamiento, en abril, el mismo fue actualizado en $1.800.000; incluso el propio Poder Legislativo dispuso una nueva actualización en el mes de septiembre”.

El secretario de Trabajo no dijo nada sobre la queja de Daer por la reglamentación del artículo sobre los trabajadores independientes, pero en su entorno negaron ese dato. “Lo único que hubo fue un decreto publicado en el Boletín Oficial para que esos trabajadores puedan adherir al monotributo, pero la idea era precisar los alcances de esa figura para tranquilizar a la CGT”, señalaron.

Héctor Daer, con Pablo Moyano
Héctor Daer, con Pablo Moyano y Carlos Acuña, explicó por qué la CGT no irá al diálogo con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, y los empresarios

Cordero sabía que el camino hacia el diálogo tripartito se estaba complicando. El martes recibió un llamado de Daer para protestar por la falta de actualización del mínimo no imponible y la reglamentación de la figura del trabajador independiente. Es cierto que el resto del Gobierno no ayudó mucho a Cordero: el secretario de Trabajo encontró poco eco en el gabinete para darle a la CGT algo de lo que exigía como una muestra de buena voluntad. Los sindicalistas sintieron que se cumplía su sospecha de que Cordero no iba a tener apoyo interno para satisfacer alguno de sus reclamos.

Inesperadamente, además, la CGT tomó una preocupación del Sindicato de Camioneros como propia: tras anunciar que no irán al diálogo, Daer criticó el artículo que penaliza los bloqueos sindicales al considerarlos una injuria laboral grave que expone a sus responsables al despido con causa: lo calificó de “limitante absoluta, muy mal escrito, muy mal hecho, aparte de lo nocivo que es”. En 2020, el mismo Daer cuestionó los bloqueos de Camioneros a Mercado Libre: “No se puede generar un pleito de encuadramiento por los hechos porque para algo están la Justicia y las normas”, dijo, y sostuvo que “bajo ningún punto de vista el pleito se puede resolver con un bloqueo”.

“Cuando uno ve un video que los compañeros tienen que salir amedrentados por otros compañeros, no es bueno y menos en estos momentos en los que tenemos que transitar otros mecanismos de solución”, consideró el cotitular cegetista hace 4 años, cuando no justificaba los bloqueos.

La CGT defiende ahora los
La CGT defiende ahora los bloqueos sindicales; antes tomaba distancia de esa modalidad de protestas

En la reunión de la CGT de este jueves, llamó la atención la actitud del cotitular de la CGT Carlos Acuña (estaciones de servicio), un fiel aliado de Luis Barrionuevo: no dijo una palabra en toda la tarde. ¿Será una señal de que el líder de Gastronómicos ya no es tan opositor como antes de que el Gobierno habilitara el pago de la propina en forma digital? Cosas que se escucharon en los pasillos cegetistas.

Cuando la decisión rupturista estuvo tomada, hubo otras posturas que llamaron la atención, como la de un dialoguista como el secretario adjunto de la CGT, Andrés Rodríguez (UPCN), quien el jueves justificó el rechazo al diálogo con el titular de Trabajo sólo 2 días después de que, en discrepancia con Pablo Moyano, dijo que “Cordero todavía no nos cagó ni nos dejó de cagar”. El mismo dirigente explicitó el porqué de su malestar: “Era importante que el Ejecutivo tuviera un gesto”.

¿A Cordero no lo ayudó el resto del gabinete a darle algo a la CGT que representara al menos un gesto? Hay más que indicios. El secretario de Políticas Educativas cegetista, Sergio Romero (UDA), por ejemplo, acaba de rechazar una oferta del Gobierno de un sueldo mínimo para los docentes de 420.000 pesos, “por debajo de la línea de pobreza, que es de 873.168 pesos”. Por eso la semana próxima los gremios educativos de la CGT decidirán medidas de fuerza y, además, denunciarán la precarización salarial del sector ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Sergio Romero, de UDA, rechazó
Sergio Romero, de UDA, rechazó una oferta para los docentes de un sueldo mínimo de 420 mil pesos

La fracción moderada de la CGT quedó en estado de crisis por el intenso debate en la CGT, donde se descubrió “nadie quería ir al diálogo”, como reveló uno de sus exponentes. Otro dirigente admitió a Infobae que “todo se complicó cuando no actualizaron el piso de Ganancias”, pero, enigmático, no descartó que se pueda reflotar el diálogo: “Veremos. La pelota ahora está del lado del Gobierno”.

Como un símbolo de la virtual ruptura con la Casa Rosada, Gerardo Martínez (UOCRA), considerado el cerebro del sector dialoguista de la CGT, no participó este jueves de la reunión del Consejo Directivo porque estaba en Fortaleza, Brasil, para participar de un foro de ministros del G20. Hace apenas 10 días, el líder de la UOCRA fue uno de los jefes cegetistas que visitó la embajada de EEUU y dejó allí un mensaje que duró poco: “En la Argentina se inauguró un ciclo de buenas relaciones con el Gobierno”.

Los empresarios del G6 y
Los empresarios del G6 y Julio Cordero (Foto Maximiliano Luna)

Quien celebra que no haya sido así es Pablo Moyano, el cotitular cegetista que se convirtió en el abanderado de la oposición sindical y ahora se llevó una victoria política en el debate que hubo en Azopardo 802: logró que la CGT no vaya al diálogo con Cordero y los empresarios, e incluso que desde la central obrera acompañen el 7 de agosto la marcha de los movimientos sociales a San Cayetano.

El dirigente de Camioneros venía de trastabillar en el conflicto por el acarreo en la ciudad de Buenos Aires: primero fue el vocero de la extorsión del sindicato al gobierno porteño mediante el trabajo a reglamento en la recolección de basura, pero Hugo Moyano, su padre, lo volvió a apartar del conflicto para negociar personalmente una tregua con la vicejefa de Gobierno, Clara Muzzio, a quien conoce bien desde que fue ministra de Espacio Público e Higiene Urbana en la gestión larretista.

Mientras, Cordero no se rinde: reanudó en las últimas horas los llamados a los sindicalistas y está tratando de que a la primera reunión del diálogo tripartito, el miércoles próximo, concurran aunque sea los abogados de la CGT para hablar sobre la reglamentación de la reforma laboral. Sería una suerte de premio consuelo en medio de un escenario que dejó a la CGT más cerca de otra protesta luego de que los dialoguistas, al menos en estos últimos días, se probaron el traje de combativos.

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