La extravagante y contradictoria historia del oficialismo por el cantito de la Selección –con letra xenófoba y homofóbica- acaba de agregar un capítulo final, al menos en público, precisamente en París. Javier Milei mantuvo un encuentro extendido con Emmanuel Macron, en la antesala de la espectacular apertura de los Juegos Olímpicos. El Gobierno difundió que el presidente francés agradeció la gestión de Karina Milei para dejar atrás el roce generado por el mensaje de Victoria Villarruel, mencionado otra vez como un “desafortunado tuit”. Pareció el dato saliente, que opacó a la reunión bilateral -largamente trabajada para asegurar la agenda- y otras actividades.
Por supuesto, había temas relevantes, como la relación económica y comercial entre Europa y la región, además del encuentro posterior con empresarios franceses de primera línea. Por supuesto, no se trata del único punto de interés en el frente externo. Luis Caputo se reunió apenas un día antes con Kristalina Georgieva. Y existe expectativa sobre la elección de mañana en Venezuela, que podría tener muy fuerte impacto en el tablero regional. Sin embargo, el foco mediático se lo llevó la tensión doméstica entre el Presidente y la Vice. Los espera ahora el escenario de la Rural, demandante de señales económicas.
En París, quedó clara la correspondencia entre el gesto de Macron y la gestión ante la embajada francesa, protagonizado por Karina Milei y no por la Cancillería, aún de manera oficiosa. De hecho, estaba implícito en la ratificación de la cita bilateral, en un día nada sencillo de compromisos para el presidente francés. Lo que no termina de cerrar, en todo caso, es el tramo local, en cuanto a la interna del oficialismo y al silencio en el mundo de los intereses y la representación del fútbol argentino.
Visto el panorama completo de lo ocurrido, resulta por lo menos increíble el zigzagueo del Gobierno. Primero, dejó en la banquina a un funcionario -el entonces subsecretario de Deportes, Julio Garro- por solicitar una disculpa formal de la Selección y de la AFA por el referido cantito -en rigor, su impacto político/deportivo- y luego descalificó la insólita posición inversa de la vicepresidente, que incluyó una referencia ácida a Francia. La mezcla, además de contradictoria, expuso el modo por momentos despiadado de dirimir cuestiones propias del oficialismo.
No se trató de una expresión asilada. Los trazos centrales de la interna son marcados por las tensiones en el máximo nivel del Ejecutivo, con proyección al Senado, pero apenas un renglón por abajo se anotan disputas que fueron dejando fuera de juego a decenas de funcionarios. Dicho de otro modo: son un mal síntoma de gestión, con el agravante que representa el muy restringido ámbito de decisiones en Olivos, es decir, la mesa que comparten con el Presidente su hermana Karina y Santiago Caputo.
Milei encara ahora otro escenario. Vuelve rápido a Buenos Aires para asistir al acto central de la Exposición Rural, el domingo. Y para esa platea -y su repercusión mediática- el interés también es mixto: el imán de la interna y la necesidad de señales de gestión. Traducido: nuevas imágenes de Milei y Villarruel -la gastada receta de una foto conjunta como mensaje de distensión- y algún grado de anuncios o promesas frente a los reclamos del sector, básicamente retenciones y dólar.
Villarruel estuvo el miércoles en Palermo y eludió hablar frontalmente de todo el episodio. Salió del tema con alguna diagonal -sobre la importancia de la Exposición-, dijo naturalmente que la relación con Milei está bien y -dato central- no se apartó del discurso oficial frente al tema sensible de las retenciones. Condenó esa herramienta de recaudación y sostuvo que el Gobierno trabaja para “mejorar” las condiciones de la economía que permitan disminuir la carga.
Luis Caputo ya había expuesto sobre el tema ante ruralistas. Con el sesgo fiscalista como núcleo, anudó cualquier paso en este terreno a la consolidación del superávit fiscal, junto con la contención de la base monetaria y la baja del IPC a porcentajes ínfimos. Son las condiciones “macroeconómicas” a las que se refirió después la Vicepresidente.
Opacado por la lógica de las pulseadas domésticas, Caputo también anotó gestiones de peso en el terreno externo. Participó del encuentro de ministros del G20, en Río de Janeiro. Allí se reunió nuevamente con Kristalina Georgieva. Hubo foto y un intercambio de elogios: Georgieva habló del desempeño “sólido” de la economía y el ministro no ahorró para destacar la gestión de su interlocutora al frente del FMI. Los días previos habían estado marcados por la segunda carga de Milei sobre Rodrigo Valdés.
Parece algo más que un reparto de papeles. Está claro que el Gobierno busca un nuevo entendimiento con el Fondo, que mejore sustancialmente las reservas. Resulta complicado, no sólo por el tipo de pulseada con un funcionario de peso, sino además por los tiempos políticos, en plena e incierta carrera electoral de Estados Unidos. También por eso mismo, trasciende la intención de avanzar con la alternativa de un acuerdo con organismos internacionales y bancos privados. No pasaron inadvertidos los contactos con representantes del Banco Mundial o el BID.
Visto desde afuera, los movimientos de la política local fueron modificando el foco, por los frentes que abre y cierra el Gobierno. Y se pasó de una especie de reclamo sobre la capacidad del oficialismo para concretar logros legislativos a la inquietud por los problemas prácticos a causa de los ajustes de gestión. En espejo, la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal marca una lógica de armado con sectores dialoguistas -que no es lineal- y las disputas en el interior del oficialismo operan en sentido contrario.
Nada es estático. La semana que viene, el Congreso comenzará a desperezarse. El oficialismo ya inició contactos para avanzar con propuestas propias (reforma electoral, régimen penal juvenil, algún paquete de desregulaciones), y la oposición dialoguista y el peronismo/kirchnerismo, cada uno a su manera, intentarán mostrar iniciativa, con insistencia en jubilaciones y algún embate contra los fondos para la recreada SIDE. Resulta otra prueba para la capacidad de negociación política, que será exigida además por el ensayo de mesa empresarial y sindical, con inicio frustrado pero no clausurado. Todo, además, sin correr el foco de la economía y los mercados.