Septiembre del 2015, casi nueve años atrás. Mauricio Macri, por entonces el principal candidato de la oposición, y Hugo Moyano sobre el escenario de la Usina del Arte, flanqueados por más de una docena de trabajadores recolectores de residuos, que recibirían minutos después una serie de condecoraciones, una excusa para exhibir otra muestra de apoyo del sindicalista al líder del PRO en plena campaña presidencial. El que habla primero es el camionero: “Lo único que queremos reconocer es la respuesta que nos ha dado el gobierno de la ciudad a los trabajadores, ojalá los municipios del país reconozcan a los trabajadores como lo ha hecho el gobierno de la ciudad”. Finaliza Macri, antes de abrazarse con el gremialista: “La Argentina tiene que seguir por el camino del diálogo y la negociación, en la mesa con los trabajadores y las empresas, y la paritaria es un instrumento que tenemos que cuidar”.
Casi un mes después, en octubre, semanas antes de la elección, Macri y Moyano volverían a coincidir en la inauguración de la estatua del general Perón, sobre la avenida Paseo Colón, en compañía de Cristian Ritondo, Diego Santilli, María Eugenia Vidal y el ex presidente Eduardo Duhalde, entre otros dirigentes. También se abrazaron, mientras de fondo sonaba la marcha peronista. “Mejor que decir es hacer, y mejor que hacer es realizar”, diría Macri escoltado por el sindicalista, un discurso bien estudiado y elaborado en el laboratorio de Jaime Durán Barba.
Durante los 16 años de gestión de Macri y de Horacio Rodríguez Larreta, la relación del PRO en territorio porteño con los Moyano fue históricamente privilegiada en torno al negocio de la basura y otros rubros en los que el sindicato camionero siempre pisó fuerte, como el servicio de grúas para el acarreo de vehículos que ahora entró otra vez en disputa con el avance de la nueva administración en la estatización definitiva de la concesión, una decisión que abrió un abanico de conflictos públicos y una serie de negociaciones secretas que incluyeron a Hugo y Pablo Moyano, a otro jefe de la CGT y a parte de la cúpula del gobierno porteño.
“El sindicato es pesado de verdad, no es joda”, explicó a este medio uno de los interlocutores del macrismo con los Moyano una vez que los ánimos empezaron a calmarse y de que la recolección de residuos volvió a normalizarse después del trabajo a reglamento del gremio que hizo que la basura se acumulara durante 72 horas por las calles porteñas en respuesta a la decisión de Jorge Macri de anular una preadjudicación para la licitación por el servicio de acarreo a una empresa que, como toda compañía del sector, está relacionada con los Moyano. “Es como que las empresas que ganan licitaciones de obras en la Ciudad no tengan relación con la UOCRA”, graficó un ex funcionario.
Con su decisión, a todas luces sorpresiva por la reacción de los involucrados, el ex intendente de Vicente López no solo alteró el vínculo del PRO con el moyanismo, si no que reavivó, de nuevo, la interna partidaria, aunque esta vez con un condimento más complejo: la denuncia, por parte de la Ciudad, a sus antecesores, a los que acusaron por la posible comisión de un delito en la preadjudicación del servicio de grúas mientras dejaban el gobierno.
El jefe de Gobierno, enemistado notoriamente con Rodríguez Larreta desde la campaña del año pasado, nunca le avisó que avanzaría públicamente con esa denuncia. El primo del ex presidente tampoco le avisó a Manuela López Menéndez, la ex encargada del área de Transporte, que se enteró por los medios. López Menéndez, que ahora trabaja en la gestión de San Isidro, responde a Guillermo Dietrich, es decir, al corazón del macrismo.
Según el jefe porteño, la preadjudicación del servicio de acarreo se firmó por última vez el 11 de diciembre por funcionarios que “ya no eran funcionarios” de los que, según dijo, podrían haber incurrido en actos “impropios”. Su acusación generó un terremoto interno, y una indignación creciente: no es frecuente que un dirigente denuncie a otro de su propio espacio, mucho menos si esa imputación -el jefe de Gobierno dijo que encargaría una auditoría interna-, involucra a ex funcionarios encolumnados detrás del presidente del partido, en este caso del PRO.
Ayer, en su recorrida por La Rural, Jorge Macri trató de bajar un poco el nivel de tensión con el ex jefe de Gobierno: aseguró que el conflicto “es con Moyano”, y desligó, tímidamente, a Rodríguez Larreta. El daño ya se había ejecutado.
En los meses previos se habían esparcido rumores de un supuesto acercamiento entre Rodríguez Larreta y Mauricio Macri que, la semana entrante, tiene previsto dar su primer discurso después de meses en su primera reaparición pública ya como presidente del partido que fundó hace dos décadas. Esta semana, ante interlocutores de confianza, el ex jefe de Gobierno se encargó de volver a desmentir esas versiones.
Según reconstruyó Infobae, hubo funcionarios del gobierno porteño que se comunicaron con el ex precandidato a presidente del PRO para hacer control de daños, y evitar que escale el conflicto puertas adentro. Le pidieron lo mismo a Jorge Macri. Su primo Mauricio recibió quejas de parte de algunos dirigentes. “¿No éramos un equipo?”, le preguntó uno. El ex presidente siempre valoró el trabajo de López Menéndez, que no quiso opinar en público.
Cerca de la ex funcionaria porteña, sin embargo, arreció la bronca: resaltaron que la preadjudicación se firmó antes de que Macri tomara el control del gobierno porteño, y que se hizo tras un proceso que empezó en septiembre, con el aval del propio ex intendente y los colaboradores que eligió para la transición. Entre ellos, Guillermo “Willy” Romero, muy cercano, operativo y de mucha historia en la empresa familiar de los Macri.
En paralelo, desde la Ciudad se activó un operativo para reencausar el conflicto con el clan Moyano, cuyo poder de fuego está intacto, y cuya relación con la gestión porteña en los cuatro mandatos del ex presidente y de Rodríguez Larreta siempre terminó de la misma manera: con un apretón de manos. Lo reconoció Hugo Moyano en aquella puesta en escena de septiembre del 2015.
Cuando asumió la Presidencia, el vínculo entró en una zona de turbulencia: el jefe camionero, que lo había apoyado públicamente durante la campaña en contra de Daniel Scioli, dijo que Macri había intentado meterlo preso. Nunca quedó del todo claro por qué el ex presidente avanzó en esa dirección contra el jefe camionero después de negociar con él durante años como jefe de Gobierno. “Le hicieron la cabeza”, lo justificó un colaborador.
Lo cierto es que, en pleno conflicto, Marcos Peña exploró una suerte de amnistía, avalada, según confiaron, por el propio Macri. Hubo un asado con emisarios del Ejecutivo para calmar las aguas con la cúpula del clan sindical. Hasta que desembarcó en la Casa Rosada, Macri había tenido como interlocutores habituales a su amigo Nicolás Caputo o a Diego Santilli. Entre otros.
Fuentes de la Ciudad remarcaron que el conflicto de esta última semana se originó, en parte, porque desde el sindicato se especuló con una supuesta intención de la administración porteña de quitarles a los trabajadores del servicio de grúas, estatizado desde hace tiempo, los beneficios que tienen del gremio desde hace años. Y que por eso vaciaron, incluso, toneladas de basura sobre la avenida Belgrano. En estas horas, agregaron, la Ciudad terminaría de anular la preadjudicación.
El martes, la vicejefa, Clara Muzzio, encabezó un encuentro con Hugo Moyano y algunos de sus colaboradores para terminar de sellar la tregua. Esa fue la reunión pública, liderada por una funcionaria, Muzzio, que ya como jefa del área de Espacio Público durante la gestión anterior había trabado un diálogo fluido con los Moyano, impulsada por asesores que conocen bien de cerca a los camioneros.
La noche anterior, de todos modos, existió un encuentro privado que Jorge Macri blanqueó sin detalles en LN+, y que tuvo como protagonistas a Néstor Grindetti y a Pablo Moyano. Un llamado de Héctor Daer también sirvió para acercar posiciones. Hasta ese momento, se habían acumulado una serie de desinteligencias internas.
En todos estos años existió, además, otro sindicalista clave del gremio camionero que tiene menos promoción que los Moyano y un perfil mucho más bajo, pero tanto poder como ellos: es Gabriel Aparicio, “Feucho” o “Feu” para los que lo tratan en confianza, que varias veces amagó con alejarse del sindicato por los constantes chispazos en la familia.
Aparicio mantuvo a lo largo del tiempo una relación fluida e intensa con la cúpula de la Ciudad. Siempre estuvo legitimado como uno de los interlocutores más pragmáticos en el negocio de la basura y en las tratativas del gremio.
Un nexo histórico que esta semana crujió a la par de la interna del PRO. Una movida propiciada por el primo del ex presidente que asumió hace casi ocho meses, que todavía no encontró dónde anclar su administración, que en el último mes tuvo que acudir a históricos colaboradores para ordenar la gestión pero que, aún así, ya mira ansioso, a lo lejos, el 2027.