Cuando parecía que el Senado se aprestaba a destrabar en las próximas semanas la Boleta Única de Papel (BUP), la iniciativa ya aprobada por Diputados se frenó en las últimas horas. De manera sugestiva, la legisladora Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro) ratificó su dictamen de minoría y volvió a dejar la cuestión en un virtual empate que, al ser electoral, no puede ser desempatado por la vicepresidenta y titular de la Cámara alta, Victoria Villarruel.
La postura de Silva se da en medio de una feroz puja entre su gobernador, Alberto Weretilneck -hábil para bloquear y modificar proyectos en soledad cuando fue senador, con picardías envidadas por otros bloques-; y su par de Buenos Aires, Axel Kicillof, por una mega millonaria inversión para una planta de Gas Natural Licuado (GNL), y una definición en manos de Nación que traerá consecuencias.
Para entender este embrollo hay que remontarse a las sesiones extraordinarias del último período estival, cuando se logró un dictamen de mayoría de las comisiones de Asuntos Constitucionales; y de Justicia y Asuntos Penales de la Cámara alta, para avalar el modelo cordobés de papeleta única. No obstante, en dicho plenario, la entonces eventual aliada del oficialismo Silva, que representa a Juntos Somos Río Negro -fuerza que apoyó el texto aprobado por Diputados, en 2022-, presentó un despacho de minoría con cambios, que fue apoyado por el cristinismo y que apunta a replicar el sistema de Santa Fe, con boleta para cada categoría.
Al dictamen de Silva se sumó su compañero de interbloque y renovador misionero -no massista-, Carlos Arce. Este partido se ausentó en la Cámara baja cuando se votó la Boleta Única de Papel. Entonces, si a los 39 legisladores del oficialismo y la oposición no K que se unieron el 13 de diciembre para votar autoridades se le restaran Silva, Arce y la también misionera Sonia Rojas Decut, el proyecto queda bloqueado, ya que necesita la mayoría absoluta del pleno, es decir, 37 voluntades. Aquí no puede desempatar Villarruel, por ser cuestión electoral.
Días atrás, Infobae contó una negociación en camino -luego confirmada por fuentes inobjetables- con Silva, bajo la supervisión de Villarruel y con movimientos en tándem del radical Maximiliano Abad (Buenos Aires) y el peronista disidente Juan Carlos Romero (Salta), y entre todos se llegó a un acuerdo que también cuenta con el guiño de los silenciosos misioneros: eliminar la casilla para votar la “lista completa” que el proyecto contempla en la elección general, ya que no se prevé para las PASO. Así podría beneficiarse una fuerza provincial sin candidato, por ejemplo, a presidente.
Esto también serviría para fuerzas locales como las del gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal y, por ende, a los menos confiables senadores José María Carambia y Natalia Gadano -rubricó el dictamen de mayoría-, si es que no aparecen con alguna jugada extravagante de último momento. En caso de cualquier tipo de modificación, la ley volverá en segunda revisión a Diputados para su sanción definitiva.
A pesar de lo actuado en las últimas semanas, la situación se agitó una vez más este miércoles, con una gacetilla de Silva para informar una reunión con gremialistas y ex funcionarios kirchneristas que avalan su dictamen de minoría. Lo curioso es que hay declaraciones de los involucrados en el convite -donde resaltan el sistema de categorías de la BUP- pero no de Silva, quien es la que tiene la definición de la iniciativa en la Cámara alta. La legisladora fue contactada por este medio y no realizará declaraciones sobre el tema.
Desde Río Negro sigue de cerca todo esto Weretilneck, apodado “El Brujo”. De hecho, las estrategias que utilizó como senador durante su estadía en la Cámara alta se asemejan, aunque para nada cerca, con las del experimentado peronista y ex gobernador pampeano Carlos Verna, uno de los mejores estrategas que tuvo el Congreso -en modo solitario- de los últimos 20 años.