Hasta anoche, Javier Milei y Victoria Villarruel seguían sin hablarse. El viernes había sido un día especial en la relación entre la Casa Rosada y el Senado. Un punto de quiebre, según algunas de las fuentes consultadas, por la decisión del presidente de blanquear públicamente su rechazo al posteo de la vicepresidenta en el que tildó a Francia de país “colonialista”, en defensa del jugador Enzo Fernández, y rescatar las gestiones de su hermana Karina, la influyente secretaria General que, como se sabe, arrastra desde hace tiempo una posición hipercrítica de la figura de la vice.
“Bueno, no fue un tuit feliz, digo porque las cuestiones deportivas tenés que ir por el lado deportivo, y no podés meter, por una cuestión deportiva, generar un quilombo institucional en términos diplomáticos. Pero bueno, ya está, ya se arregló, lo arregló Kari”, explicó Milei sobre la noche del viernes en los estudios de Alejandro Fantino, que insistió: “Ojalá que no tengas quilombo con Villarruel, y te pelees con Villarruel, pero vas a necesitar una charla sincera...”, opinó el conductor, consciente de la tensión que sobrevuela al vínculo entre el Senado y la Casa Rosada.
Ayer, cerca de la vicepresidenta intentaban bajarle el tono a la disputa, aunque para esa altura la puja ya se había esparcido por toda La Libertad Avanza. “Está mal desautorizar a una vicepresidenta”, señaló, por ejemplo, el senador Francisco Paoltroni.
Hasta ahora, el presidente se había ocupado en cuidar públicamente la relación con su vice.
“Es una erosión institucional que no tiene sentido”, explicaron desde el Senado, en alusión a algunos movimientos vinculados a la hermana del mandatario y a Santiago Caputo, los dos colaboradores más decisivos del entorno presidencial, con un nivel de influencia apabullante en todas las decisiones de Li. Villarruel aún seguía de viaje por Catamarca, y preveía su regreso para esta noche. Mañana, sin confirmación formal, podría dar el presente en la muestra del campo, en La Rural, y almorzar en el salón principal con los organizadores. Recién el domingo se reencontraría otra vez en público con Milei, para la inauguración oficial en el predio de Palermo, a la vuelta del viaje del jefe de Estado por Francia, el detonante del último conflicto interno entre el Senado y la Casa Rosada.
Desde Néstor Kirchner para acá, con la sola excepción de Mauricio Macri, todos los presidentes tuvieron, con mayor o menor grado de gravedad, relaciones tirantes con sus vicepresidentes. Primero fue Daniel Scioli, después Julio Cobos, lo siguió Amado Boudou, salpicado por el caso Ciccone, y Cristina Kirchner, que terminó su gestión como vice peleada en durísimos términos con Alberto Fernández.
El caso de Villarruel, sin embargo, es aún más llamativo: las diferencias con la Casa Rosada quedaron expuestas en los primeros meses de gestión, en el inicio del Gobierno. Cerca de la vicepresidenta aseguran, en ese sentido, que nunca fueron propiciadas por ella. Y que buena parte de las operaciones en su contra tienen nombre y apellido: Karina Milei y Santiago Caputo. Por eso, sorprendió en la Cámara alta la decisión del viernes del presidente, cuando Fantino le consultó por el posteo con su apoyo al jugador de la selección y las críticas al país europeo.
Hasta ayer, Villarruel aún tenía fijado en sus redes ese mensaje. Y no tenía previsto cambiarlo.
Es que, según trascendió, no hubo, de manera formal o informal, ningún tipo de comunicación a la vicepresidenta por parte de Francia en la que se le haya transmitido malestar por sus declaraciones. Al menos eso fue lo que aseguraron fuentes oficiales. Molestó, en ese contexto, que haya sido la propia secretaria General la que se haya acercado en persona a la embajada de ese país, sobre la calle Cerrito, para llevar un pedido de disculpas oficial de parte del Gobierno. Que haya sido ella la encargada de esa visita no fue una decisión al voleo.
Karina Milei, según su entorno, tiene desde hace tiempo, incluso antes de que su hermano se hiciera cargo de la Presidencia, una especial negación con la vicepresidenta. Cree que encabeza un proyecto personal que trasciende al presidente, que maneja su propia agenda, que está por fuera de la lógica del relato y de la gestión oficial del Gobierno, y que incluso podría haber intentado aliarse a Macri para en conjunto contra el jefe de Estado.
Desde el Senado rechazan cualquiera de esas especulaciones. Agregan, por caso, que cuando la ex diputada intentó ayudar al Gobierno no hubo ninguna señal por parte del Ejecutivo. Por ejemplo, en la negociación por la Ley Bases y el paquete fiscal: recién fue incorporada a las tratativas sobre el final de las mismas. En el DNU 70, finalmente rechazado por la Cámara alta, remarcaron en su momento que tampoco tuvo ningún guiño por parte del Gobierno como carta de transacción con los legisladores para evitar el revés. Esa noche, la Casa Rosada emitió un comunicado muy duro, sin nombrarla, pero con alusiones obvias a su figura. En la puesta en escena del demorado pacto de mayo, en Tucumán, se excusó por una gripe. Al otro día participó del desfile militar sobre la avenida Libertador, una temática que la entusiasma. Se la vio con buen semblante.
Villarruel solo reconoce una condición que sí pareciera exasperar a parte de la cúpula libertaria: no reconoce jefes. Sí, respeta la investidura presidencial, y el liderazgo del jefe de Estado. Pero solo eso. En conversaciones privadas de estos últimos meses, por caso, se encargó de aclarar bien ese punto. “A nosotros (con Milei) nos votó la misma cantidad de gente, compartimos fórmula, si él piensa que el jefe es la hermana, allá él”, le explicó a un gobernador con el que compartió una comida meses atrás, fuera del Senado.
“El Jefe” es como el presidente presenta oficialmente a su hermana. Ella es tanto o más implacable que él con aquellos que considera “desleales”.
En estos tiempos, la vicepresidenta se encargó de activar relaciones con gobernadores del PRO, de la UCR o del peronismo, por fuera de la agenda de la Casa Rosada. Con algunos de ellos se vio más de una vez. Este fin de semana, por ejemplo, viajó a Catamarca para participar de la tradicional fiesta del poncho, muy convocante en esa provincia. Se paseó con el gobernador Raúl Jalil por varias localidades. Es una agenda a la que le dedica particular interés, y que le reditúa. Lidera la mayoría de las encuestas. En el último estudio de la Universidad de San Andrés de estas horas, es la dirigente con mejor diferencial entre la imagen positiva y la negativa, por encima del propio Milei.
En los pasillos del Senado, de hecho, están convencidos de que la insistencia de un sector de la Casa Rosada con su figura puede jugarle a favor. Algo similar sucedió, años atrás, con Scioli, que era constantemente vapuleado por la Casa Rosada y su figura no sufría ninguna erosión en términos de popularidad, más bien todo lo contrario.
Villarruel cuenta además con una ventaja, por sobre el resto de los dirigentes libertarios: no está a tiro de decreto, como el resto. Puede salirse del guión oficial, desobedecer a la Casa Rosada y no perder su trabajo. Lo hizo en innumerables ocasiones. Por ejemplo, en el aumento en la dieta de los senadores. El último que no respetó ese contrato no escrito fue Julio Garro, de una larga lista de funcionarios que fueron eyectados por no atarse a la narración libertaria. El ex subsecretario de Deportes, referenciado en Macri, tenía todo planeado para viajar a París para la inauguración de los Juegos Olímpicos.
Antes del conflicto en torno a Francia, trascendieron además eventuales cortocircuitos por la conformación de la Comisión Bicameral de Inteligencia. Por supuestas negociaciones que desde la presidencia del Senado se habían alcanzado y que, según pareciera, habrían sido desconocidas por la Casa Rosada. En ese sentido, la discusión que se avecina alrededor de la convocatoria a las audiencias públicas en la Cámara alta por los pliegos de los dos jueces nominados por Milei para la Corte Suprema también empezó a generar cierta inquietud en el oficialismo. Villarruel declaró públicamente que se había enterado por los diarios.
Sucede que, más allá de lo protocolar, no tiene demasiado diálogo con el Ejecutivo. Ni con el presidente, mucho menos con su hermana, tampoco con Caputo. Solo con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que mantiene un diálogo fluido con todas las terminales del Gobierno, e incluso de la oposición. A las últimas dos reuniones de gabinete, Villarruel no se presentó. Por ahora, recién el domingo volverían a encontrarse con Milei.