En cuidadoso silencio pero siempre vigilante, Karina Milei se puso en particular alerta esta semana cuando todas las miradas se posaron sobre la Secretaría General de la Presidencia, encargada de los más mínimos detalles de la ceremonia de firma del Pacto de Mayo el martes a la madrugada.
La guardiana de la imagen presidencial es la principal detractora de una alianza en igualdad de condiciones con PRO, pero aún así, dicen, se preocupó cuando PRO dejó trascender que el malestar de Mauricio Macri había empeorado por el destrato recibido en Tucumán. Al punto de que mandó a aclarar que había habido intención premeditada de socavar el vínculo con el principal socio político de su hermano -al menos durante ese acto puntual- y ordenó una suerte de caza de brujas para encontrar a los responsables de las tomas en la transmisión, donde Macri apenas había sido “ponchado”.
La semana anterior, sin embargo, muy cerca de la funcionaria se habían despachado con dureza contra las ambiciones de poder del ex mandatario en la administración libertaria: por lo bajo, en Balcarce 50 prácticamente deslizaban que consideraban a Macri fuera de juego, y atribuían sus quejas a su “ego”.
El Gobierno adopta una estrategia ambivalente en la relación con el ala macrista de PRO. En paralelo a esos planteos críticos, en Gobierno se ocupaban de aclarar que no corresponden necesariamente a la visión de Milei. Y el jefe de Estado enviaba a Guillermo Francos, su ángel conciliador, a pedirle especialmente al ex presidente que no dejara de sumarse a la ceremonia con los gobernadores. Después, el jefe de Gabinete se dedicaba a elogiarlo en entrevistas con medios e incluso ante el círculo rojo, en el almuerzo de esta semana del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CiCyP).
Además, el vocero presidencial, Manuel Adorni dijo que cumplirían el fallo de la corte por la coparticipación. Y en Economía accedieron a una reunión con las autoridades de CABA y le pusieron fecha, pero se mostraban muy cautos. Evitaban aclarar si irá Caputo al encuentro, quiénes negociarán, cuándo y cómo le pagarán la coparticipación a la Ciudad. Además, se mostraban firmes en negar cualquier posibilidad de pagar la deuda anterior.
Los esfuerzos discursivos del Gobierno por recomponer no convencen por ahora al ala macrista de PRO, que pretende una muestra concreta de compromiso más allá de las declamaciones. “Si no empiezan a pagar la cosa se va a complicar mucho”, sentenció un referente de la primera hora.
Sin embargo, en el campamento amarillo dedicaron su cuota de esfuerzo a calmar las aguas. Por ejemplo, se esmeraban en acotar los motivos de insatisfacción al reclamo por la coparticipación, a pesar de que en el fondo son bastante más amplios y profundos. Así, planteaban que la reunión del próximo viernes 19 funcionará como punto de inflexión en la continuidad del vínculo.
Además, si bien protestaban por las acusaciones en off, también disculpaban a Milei por hablar de una “fusión”. “En su inexperiencia política seguramente no midió el calibre de la palabra, no es lo que quiere”, dijo un alfil del macrismo que prefiere el concepto de “coalición”.
La línea de contacto entre ambas tribus se mantiene, vía el asesor de Milei, Santiago Caputo, y el flamante presidente de la Asamblea de PRO y diputado nacional, Martín Yeza, que se conocen desde que el consultor lo asesoraba en comunicación política y, dicen, son amigos. También, con el presidente del interbloque en Diputados, Cristian Ritondo, recién nombrado titular del partido a nivel bonaerense.
En este contexto, la posibilidad de formar un interbloque como propuso el oficialismo, está en punto muerto. El PRO logró persuadir a los libertarios de que no sólo rechazan esa diagonal porque está lejos de sus verdaderas pretensiones (en el ámbito parlamentario quieren la presidencia de la Cámara) sino porque no les conviene numéricamente a ninguno de los dos: según sus sondeos, los soldados de Larreta, si bien son pocos, no aceptarían integrar un bloque integrado por ambos y condicionarían próximas votaciones.
Por ahora, la disputa quedó todo reducida a la coparticipación, un escenario que les conviene a ambos en el camino hacia un apaciguamiento después del pico de tensión. “Si se soluciona eso, se soluciona todo”, dicen en PRO. Aunque aclaran: por ahora.