“No está la decisión de proponer una medida de fuerza concreta, pero sí que discutamos qué protestas vamos a llevar adelante”. La frase es de Juan Pablo Brey, uno de los sindicalistas más combativos contra el Gobierno, cuando respondió a Infobae si el moyanismo, sector que integra, impulsará un nuevo paro general en la reunión que este miércoles tendrá la mesa chica de la CGT para disponer una tregua interna y definir cómo será su estrategia ante la administración de Javier Milei.
A diferencia del estilo irreductible de Pablo Moyano (Camioneros), su referente sindical, el titular de la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA) aseguró que “primero siempre hay que hablar y negociar”, pero reveló que este viernes el gremio que lidera, junto con el de pilotos, harán asambleas en los lugares de trabajo que causarán demoras en los vuelos justo en el inicio de las vacaciones de invierno. ¿Por qué protestarán? Dijo que los sueldos de los trabajadores de su actividad están “un 60% por debajo de la inflación” y que ahora sufrirán recortes por la restitución del Impuestos a las Ganancias, pero aseguró que desde Aerolíneas Argentina no hicieron ninguna oferta salarial.
Líder del sindicato de 2.200 afiliados que agrupa a azafatas y comisarios de a bordo, este dirigente de 46 años, aficionado al boxeo y al jiu-jitsu, se hizo mucho más conocido desde el 12 de junio porque fue el gestor de una célebre foto con el papa Francisco que causó impacto: ambos posaron con una bandera de Aerolíneas en medio del intenso debate acerca de su privatización. Con esa postal en el Vaticano, consiguió que Jorge Bergoglio diera virtualmente su opinión sobre el futuro de la aerolínea de bandera, que finalmente salió del listado de empresas privatizables en la Ley Bases.
Brey, que llegó a su puesto de secretario general en 2013, es secretario de Deportes de la CGT y titular de Prensa de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Proviene de la Juventud Sindical y su ascenso fue promovido por Hugo Moyano y su hijo Facundo, cuyo apoyo fue clave para ganarle las elecciones en la AAA a una candidata kirchnerista que impulsaba Alicia Castro.
En la entrevista con Infobae, el sindicalista habló sobre las peleas en la CGT y en la CATT, el reclamo contra Ganancias, la situación de Aerolíneas, el diálogo con el Gobierno y la foto con el Papa.
— Usted participó de una reunión de sindicatos en la que se decidió luchar contra la restitución del Impuesto a las Ganancias. ¿Por qué no lo resolvieron desde la CGT?
— Este miércoles se va a juntar la mesa chica de la CGT y si podemos estar en sintonía, vamos a estarlo. Pero es un un tema que afecta muchísimo al transporte y no tanto otros sindicatos de la CGT. La lucha contra el Impuesto a las Ganancias es una bandera que levantó la CATT durante años. Le hemos hecho cuatro paros al gobierno de Cristina Kirchner e infinidad de asambleas con afectación del servicio por este tema. Creemos que tenemos que tomar las riendas porque el 85% o 90% de de los sindicatos de los trabajadores nucleados en la CATT va a pagar de nuevo este impuesto. Hablando con compañeros de CESIRA (Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina) y de CATHEDA (Confederación Argentina de Trabajadores y Empleados de los Hidrocarburos, Energía, Combustibles, Derivados y Afines) surgió esta reunión, que fue promovida por Pablo Moyano.
— ¿Van a presentarse ante la Justicia contra este impuesto desde la CATT o desde cada sindicato?
— Eso se está evaluando. Ya tuvimos una charla con abogados y abogado constitucionalista. Todavía no se decidió. Pero sí sabemos que vamos a hacer movilización el día que hagamos la presentación.
— ¿La restitución de Ganancias cómo afecta a los trabajadores de su actividad?
— Con el piso que que ponen hoy (el mínimo no imponible que fija la ley es de $1.800.000 brutos para los solteros y a $2.200.000 para los casados con hijos) nos pega fuertísimo, casi el 100% pasa a tributar Ganancias. Tenemos trabajadores a los que les van a sacar hasta el 16% de su salario. A su vez, nosotros y otros gremios como camioneros, marítimos y portuarios habíamos conseguido el año pasado un dictamen que exceptuaba del pago del impuesto a las horas extras y los viáticos. Ahora, esos ítems pasan a tributar de nuevo. Esto quiere decir que un trabajador que se sube a un avión o un barco donde no tiene la opción de de elegir si hace una hora extra o no, porque no se puede tirar en el medio del mar o del aire, tiene que hacer esas horas obligatorias que vuelven a tributar Ganancias.
— ¿Cuál es la situación actual de los salarios de los aeronavegantes?
— Estamos un 60% abajo de la inflación desde que asumió este gobierno y además ahora se nos suman los descuentos por Ganancias. Por eso ahora ya avisamos a la empresa que esta semana vamos a empezar con asambleas en los sectores de trabajo que van a afectar el servicio.
— Va a complicar los vuelos cuando empiezan las vacaciones de invierno.
— Sí, la primera asamblea la vamos a hacer el viernes si no tenemos alguna propuesta decente. No es que no nos ponemos de acuerdo en el número: el problema es que no tenemos una propuesta.
— ¿No tenían un compromiso de revisión en caso de desfase salarial?
— Sí, hasta el año pasado, todos los meses nos sentábamos con la empresa para ajustar el número de acuerdo con la inflación. Pero noviembre y diciembre quedó en un limbo. Luego se produjo el cambio de gobierno y nos dijeron que lo íbamos a ver más adelante, pero perdimos muchísimo frente a una inflación altísima: en diciembre fue del 25,5%. Después cerramos los dos meses siguientes, con el compromiso de volver a sentarnos, pero con la empresa no nos sentamos más. Es decir, nos sentamos, pero nos dicen: “No tenemos una propuesta”. Lo mismo le dicen el resto de los sindicatos aeronáuticos. Por eso las asambleas del viernes las haremos junto con APLA (sindicato de pilotos).
— ¿El reclamo contra Ganancias puede ser el detonante de un paro general de la CGT?
— Podría ser. En principio tendría que ser el eje para realizar asambleas todo el transporte e ir paso a paso. Si no obtenemos respuesta, habrá que seguir escalando hasta llegar a un paro general.
— ¿Por qué en la reunión de sindicatos de la CATT no estuvo su secretario general, Sergio Sasia (Unión Ferroviaria)? En mayo pasado hubo un enfrentamiento con él porque no adhirió a las asambleas con paralización de servicios que impulsaban los moyanistas y el sector K.
— No fue una reunión formal del Consejo Directivo de la CATT sino de algunos gremios de la confederación del transporte con otros de la industria y de energía. No sé si le avisaron (a Sasia).
— De todas formas, ¿el malestar interno se mantiene?
— Hay un reclamo hacia la conducción por no salir formalmente como CATT a enfrentar y a dar ciertas discusiones y ciertas luchas. Y una es la de Ganancias porque es una bandera histórica. Desde la conducción de la CATT no podemos mirar para otro lado cuando somos los más afectados y tenemos toda una historia de lucha. En la sala de reuniones de mi sindicato todavía tenemos un afiche que pegábamos en 2015, cuando hicimos tantos paros: “Maldito Impuesto a las Ganancias”.
— ¿Cree que no todos en la CATT se ponen al frente de esa batalla?
— Creo que podríamos hacer mucho más desde la CATT. Tenemos una herramienta como el transporte que es muy fuerte, que nuclea muchos trabajadores y desde donde podemos dar cualquier pelea que queramos dar para protestar contra un impuesto que afectará a nuestros trabajadores.
— Por lo que usted está diciendo es evidente que la pelea interna en la CATT se mantiene.
— No hubo más más reuniones de Consejo Directivo después de esas asambleas, en mayo.
— Desde el moyanismo, junto con otros sectores de la CATT, ¿no tienen la mayoría suficiente para reunirse y forzar un endurecimiento de la estrategia contra Ganancias?
— Estamos en un momento delicado, donde cada paso hay que darlo con mucho cuidado y sin tratar de dividirnos más. Eso no nos suma, todo lo contrario. Tenemos que ser cuidadosos hoy en cómo manejamos las relaciones y la organicidad para que no se produzca un quiebre. También pasa en la CGT: hay distintas visiones, distintas corrientes, distintos pensamientos, distintas formas de querer encarar este proceso. Algunos quieren la lucha y otros no. Pero sabemos que tenemos que estar todos juntos. Entonces esas diferencias hay que zanjarlas, hay que discutirlas y a veces también hay que dar libertad de acción, como sucedió el día de la movilización al Congreso, para no generar rupturas.
— En la práctica parece que existieran dos CGT distintas. Una dialoguista, con “los Gordos” y los independientes, y otra más dura, con Pablo Moyano y el kirchnerismo. ¿Es imposible unificarlas?
— Se habla, se discute, pero hay momentos donde no se encuentra un punto en común. Entonces, cuando sucede eso, algunos proponen que se vote en el Consejo Directivo, pero desde la conducción se dice: “Muchachos, no votemos porque nos partimos”. Por eso dejar en libertad de acción es la herramienta para que no se produzca ese quiebre que ninguno quiere. A veces no llegamos a un punto en común y por eso unos hacen una cosa y algunos otra. Eso está acordado también.
— Como miembro del ala dura de la CGT, ¿se siente cómodo con la actitud dialoguista del sector mayoritario de la CGT que, por ejemplo, negoció la reforma laboral con el Gobierno?
— Primero siempre hay que hablar, hay que negociar. Y cuando se rompe el diálogo o se rompe la negociación tanto con el Gobierno como con las empresas de cada actividad hay que actuar y salir a la calle para usar las herramientas sindicales que tenemos, como el paro o la movilización.
— ¿Existe hoy un diálogo de una parte de la CGT con el Gobierno?
— No, no hay. Creo que se construye desde el diálogo. Lo demás es destruir porque siempre hay perjudicados. Lo ideal es dialogar, construir y buscar los puntos en común. Pero a veces no se puede, como hoy, porque el Gobierno no está dispuesto a abrir ese diálogo y a dar las soluciones que reclamamos para para los trabajadores. Es el momento de usar las herramientas que tenemos los trabajadores y de luchar porque, tarde o temprano, con este modelo tenemos que confrontar.
— Un sector de la CGT consiguió que se eliminaran 42 artículos de la reforma laboral en una negociación con el Gobierno. ¿Hay espacio para ir a un nuevo paro general?
— Creo que sí porque tenés la obra pública parada, tenés el Estado achicándose y despidiendo de a miles de trabajadores, tenés la industria paralizada, todo lo que se hace está afectando a la industria, a las empresas, a las pymes, y todo eso son puestos de trabajo que se pierden. Entonces, este modelo nos va a llevar a la confrontación porque excluye a los trabajadores, además de que los empobrece. Nos pasa a nosotros. En Aerolíneas hay que bajar el déficit, pero ¿qué se ajustó primero? El salario de los trabajadores. Hoy cobramos un 60% menos de sueldo. Ahora las provincias reclaman la plata de la coparticipación. ¿Qué se hace? Se restituye la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, que además representa el 0,20% del PBI. Pero la baja de Bienes Personales representa el 0,11% del PBI. Ahí está claro para quién se está gobernando, y no es para los trabajadores. Tenemos todos los argumentos para salir a dar la pelea y defender a quienes representamos, el pueblo trabajador.
— ¿El moyanismo presentará una propuesta en la CGT para hacer otra medida de fuerza?
— No está la decisión de proponer una medida concreta, pero sí que discutamos qué protestas vamos a llevar adelante. No digo que hay que hacer un paro de 48 horas, pero sí que veamos qué medidas impulsamos. La CGT hizo un confederal, después un plenario de regionales y de ahí se decidió aplicar un plan de lucha que incluía la movilización y el paro del 9 de mayo. Ahora, ¿cómo seguimos? Puede no ser un paro general inmediato, pero tenemos mandato para llevar adelante una medida de fuerza.
— ¿Hay espacio para avanzar hacia una negociación amplia con el Gobierno, como quieren algunos sectores de la CGT, para frenar algunas reformas y evitar que se profundice el ajuste?
— Me encantaría poder apoyar algo así, pero no lo veo viable por el plan que tiene este gobierno y por la actitud que tiene el Presidente. Ojalá me equivocara, pero no lo veo posible.
— ¿Qué sintió cuando el Gobierno decidió quitar a Aerolíneas Argentinas del listado de las empresas sujetas a privatización que incluía la Ley Bases?
— Es importante porque las privatizaciones que tuvo Aerolíneas nunca fueron buenas. De hecho, los responsables de la última privatización están presos en España. Y cuando se habla de privatización de Aerolíneas, al conjunto de los trabajadores se le viene a la mente cuando usaban nuestros aviones para llevárselos a España, sacarles las ruedas, ponerle ruedas viejas y quedarse las nuevas. O sea, el desguace que se hizo fue algo impresionante. Por eso decir hoy que Aerolíneas se volvería a privatizar es una amenaza para nosotros. Y, por otro lado, no sé que es peor: si tener una aerolínea argentina privatizada o una aerolínea argentina estatal de un gobierno de Milei.
— ¿Qué quiere decir con eso?
— Sabemos la amenaza que es la privatización de la empresa, pero también lo es tener una aerolínea estatal que tiene que cumplir una función social, como lo ha hecho Aerolíneas hasta ahora, pero en un gobierno de un presidente que asegura no creer en la función del Estado y que es un topo que viene a destruirlo. Lo que están haciendo con el sueldo de los trabajadores también tiene que ver con eso mismo: “Bueno, no la privatizamos, pero tampoco le vamos a dar más plata”.
— De todas formas, Aerolíneas es una empresa vista como una suerte de “caja” multimillonaria, con exceso de gastos, recursos e incluso con sueldos por encima del promedio, en un país que está empobrecido. ¿Qué se puede hacer para se ponga a tono con la crisis argentina?
— Ahí lo que está en discusión es el modelo de aerolínea. Porque para tener una aerolínea estatal y que siga cumpliendo esa función social tenés que inyectarle dinero. Porque hay rutas que unen destinos que otras líneas no lo hacen, y destinos entre dos ciudades sin pasar por Buenos Aires, que Aerolíneas tiene muchos de esos tramos que otras aerolíneas no las tienen. Y después hay rutas que no son rentables o no son tan rentables como son otras. No es casualidad que las aerolíneas privadas sólo hagan rutas rentables como Bariloche, Córdoba, Mendoza. Por eso lo que está en discusión es el modelo. Esto lo hablamos con el presidente de Aerolíneas. Quieren que la empresa sea eficiente y hasta hoy cumplía una función social. Esa eficiencia no se medía sólo con los números sino con todo lo que representa la función social para la Argentina. Si quieren eficiencia sólo con los números, tenés que sacar esa función social y para eso tenés que eliminar rutas, tenés que sacar servicios.
— ¿No se puede una mayor eficiencia reduciendo algunos gastos o reduciendo algunas estructuras sobredimensionadas? ¿Ustedes estarían de acuerdo en ese objetivo?
— Sí, estamos de acuerdo en que siempre se puede mejorar, se puede ordenar. De hecho, cuando hablan de la antigüedad de los convenios no es el caso de nuestro sindicato. A partir de la pandemia hemos adaptado los convenios de la pandemia a como hoy se maneja la industria aerocomercial.
— ¿Qué adaptaron?
— Adaptamos las condiciones laborales y le dimos mucha productividad a la empresa. Hoy tenemos un convenio hoy que es pura productividad. El trabajador que hace horas de vuelo también ve esa productividad en su bolsillo. Lo dicen las autoridades mismas de la empresa: “El problema no son ustedes”. Adoptamos las condiciones a las características con que se vuela hoy el mercado y, de hecho, los sueldos son mucho más bajos en Aerolíneas que en el mercado: si los medís en dólares, como se hace en la aeronáutica, nuestros sueldos son baratísimos. Cobramos mucho menos que lo que cobra la industria. Entonces el problema no somos los trabajadores sino definir qué aerolínea queremos.
— El Gobierno fue votado por una mayoría y ya definió ese modelo. ¿No es legítimo?
— Creemos y apoyamos la democracia en un 100%. A ellos los votó la mayoría. Y también por eso, como creemos en la democracia también tenemos derecho a huelga y la posibilidad de pelear por nuestros derechos y nuestras conquistas. Las dos cosas son válidas. Y si Aerolíneas estaba dentro de la lista de empresas a privatizar o no, se votó en las cámaras legislativas, en un poder del Estado.
— Usted fue el artífice de la famoso foto con el Papa y una bandera de Aerolíneas mientras en la Argentina se debatía si la empresa era o no privatizable. ¿Cómo se gestó esa imagen?
— Fue durante una audiencia en el marco de un proyecto que llevamos adelante para alimentar a muchos chicos a través de los curas villeros, un proyecto que empieza SMATA con la fundación de la Universidad del Salvador, con Fernando Lucero Smith a la cabeza, y después nos invitan a sumarnos a varios gremios. A raíz de este proyecto se pactó la audiencia con el Papa, donde le llevamos una carta sobre la realidad de Aerolíneas y todos tuvimos la oportunidad de hablar casi dos horas.
— ¿El Papa Francisco está preocupado por la situación social y económica del país?
— Nos pidió que la charla que quede en reserva. Puedo decir que está preocupado por la pobreza que se sigue generando en el país y y la falta de alimentos. Nosotros pudimos hablarle de Aerolíneas.
— ¿Tuvo algún reparo en sacarse la foto con la bandera de Aerolíneas?
— No, al contrario. Nos pidió que la foto fuera sólo de Aerolíneas y del gremio, sin mensajes políticos.
— Algunos dirigentes sindicales se asombran por el grado de apoyo o de tolerancia hacia las políticas de Milei que hay en sus propias bases. ¿A usted le pasa lo mismo?
— Todavía hay tolerancia porque todos los que gobernaron antes, desde (Mauricio) Macri hasta la fecha, no supieron o no pudieron cumplir con las necesidades del pueblo. Claro, la gente se cansó y decidió votar a un Milei que es distinto. Está por fuera de la política, de lo tradicional. Hay gente que dice “démosle tiempo” y tiene tolerancia. Pero también hay gente que dice “se terminó el tiempo”.
— ¿Lo ayuda al avance de Milei este escenario político actual en donde el peronismo está dividido, sin nuevos líderes a la vista, con crisis similares en el radicalismo y el PRO?
— Sí, claro que lo ayuda. Pero la consecuencia de ese cuadro también es que haya ganado Milei y que siga gobernando como lo está haciendo. Al peronismo hay que reconstruirlo y ese proceso tiene que darse de abajo hacia arriba. Nos acostumbramos a que la voz la tenga una persona, a que la lapicera la tenga una persona y que elijan los cargos a dedo, con los amigos o los que son más leales. Eso nos llevó a la destrucción. La reconstrucción tiene que ser de abajo hacia arriba y son las bases las que ya tienen que empezar a generar ese debate. Primero es necesario un mea culpa. Creo que ya se hizo y por eso hay que dar vuelta esa página sin olvidarse de lo que se hizo mal. Ahora hay que empezar a dar esos debates y generar nuevos espacios. Nosotros generamos uno con sindicatos y compañeros de la política que se llama Fuerza Argentina con la intención de contribuir a la reconstrucción del peronismo. Estamos en un momento en el que tenemos una política muy pobre, donde se discuten candidatos y todo son peleas, pero no hay ideas. Hoy necesitamos escuchar a los pibes porque la mayoría votó a Milei. Tenemos que saber por qué lo votaron y qué es lo que nos están reclamando.