Javier Milei evitó agravar la pelea que mantiene con Luiz Inacio Lula Da Silva desde la campaña electoral y que se agravó las últimas semanas. Las diplomacias de ambos países habían estado atenta a lo que pudiera pasar en la ciudad balnearia de Camboriú, donde se congregó el foro que reúne a líderes de la derecha del continente americano. Más allá de que el discurso iba a ser seguido con atención por Itamaraty, el líder libertario defendió a su aliado Jair Bolsonaro y se abstuvo de pronunciar ofensas contra el primer mandatario brasileño que pudieran derivar en una crisis política irreversible.
El encuentro de la CPAC, donde se dio al socialismo por “extinguido” y se festejó que “soplan vientos de cambio en el mundo”, ocurrió el mismo día en que la izquierda obtuvo una resonante victoria en Francia y dejó en tercer lugar a la derechista Marine Le Pen. Un triunfo que se suma al que la semana pasada obtuvo el laborismo sobre los conservadores en el Reino Unido. Y que antes logró el progresismo que gobierna hace seis años en México. La reacción de Lula y del Grupo de Puebla saludando a Jean-Luc Mélenchon no estuvieron al margen de esto.
A pesar de sus críticas a los “socialistas empobrecedores y asesinos”, al no mencionar a Lula, Milei descomprimió no sólo la tensión entre Brasil y Argentina, sino también en el Mercosur, que hoy reúne en Asunción a los jefes de Estado del bloque, menos a uno. Con el argumento del viaje y la vigilia de esta noche en Tucumán previa a la firma del Pacto de Mayo, el líder libertario esquivó la incomodidad de tener que compartir con el brasileño foto, escenario y el riesgo de un cruce o una discusión pública ante los ojos del mundo.
Milei llegó a Camboriú después de decirle “comunista y corrupto” a Lula y de manifestar que “son más importante los intereses de los ciudadanos que el ego inflamado de algún zurdito”. Antes, el jefe del PT le había exigido disculpas a él y a Brasil por decir “tonterías”. Con los antecedentes de ese cruce explosivo, la suspensión de la presencia en la capital de Paraguay y la visita a la cumbre de Bolsonaro -que no sólo es el líder de la oposición sino que busca enfrentarlo en las próximas elecciones- el gobierno brasileño dejó trascender que si había un agravio más retiraría a su embajador en Buenos Aires. Por descalificaciones a los presidentes, ya se fueron los de Bolivia, España y de Colombia, aunque volvió tras una gestión de la canciller Diana Mondino.
Lo cierto es que, el presidente argentino se subió al escenario de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) y desplegó su habitual artillería pesada contra el socialismo, pero sin nombrar ni hacer referencias personales a Lula Da Silva. De hecho, Milei desautorizó la interpretación periodística de una frase de su discurso como una referencia indirecta al líder del PT. Lo que sí hubo fue una cerrada defensa a Bolsonaro, que organizó este encuentro que convocó a líderes de derecha de todo el continente como una plataforma de lanzamiento de su proyecto presidencial 2026.
“La historia demuestra que los mismos que se llenan la boca hablando de la democracia, de pluralismo y de opresión, son los que están dispuestos a romper las reglas e incluso interrumpir el orden constitucional para atrincherarse en el Palacio cuando el pueblo reclama un cambio. Miren lo que pasó en Venezuela, que ya no queda ni un solo gobierno sensato en el mundo que no reconozca que es una dictadura sanguinaria; miren lo que pasó en Bolivia en el 2019, cuando Evo Morales se obstinó con un tercer mandato inconstitucional; miren la persecución judicial que sufre nuestro amigo Jair Bolsonaro aquí en Brasil”, afirmó Milei. Una afirmación que tiene reminiscencias con las denuncias de lawfare que en los tiempos del Lava Jato tenía como “víctima” a Lula.
El presidente argentino viajó a Camboriú invitado por el hijo del ex presidente brasileño, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, y fue el orador principal del encuentro que duró dos días y que tuvo a la primera línea del bolsonarismo, y dirigentes de la “nueva derecha”, como el chileno José Antonio Kast, el mexicano Eduardo Verástegui, y el ministro de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador, Gustavo Villatoro, uno de los principales colaboradores del presidente Nayib Bukele. La anterior reunión de la CPAC se realizó en Estados Unidos y participó Donald Trump.
La CPAC, siglas de Conservative Political Action Conference (Conferencia de Acción Política Conservadora), es una conferencia política organizada por la Unión Conservadora Estadounidense (American Conservative Union, ACU), que convoca a activistas y funcionarios políticos conservadores de los Estados Unidos y de otros países para discutir y promover ideas y políticas. Fundada en 1974, es uno de los eventos más grandes e influyentes del movimiento conservador en los Estados Unidos y otras ciudades de América, atrayendo a políticos, expertos, y activistas de todo el país. Durante el evento, se llevan a cabo discursos, paneles de discusión y otras actividades centradas en temas como la economía, la política exterior, la cultura, y más.
Socialismo, victoria o extinción
La reunión de la CPAC fue una de las cajas de resonancia alrededor del mundo de las ideas de la nueva derecha, que los críticos del mundo progresista y de izquierda califica como “ultraderecha” o “extrema derecha”. Son movimientos que en las últimas elecciones para parlamentarios europeos tuvieron resultados en su mayoría positivos, pero que este domingo vieron cómo fracasó una de sus principales apuestas: la Agrupación Nacional de Marine Le Pen quedó tercera en las elecciones legislativas de Francia.
Más allá de la volatilidad del electorado en los distintos países, Milei planteó su mirada: “Soplan vientos de cambio en el mundo. Las ideas del socialismo empobrecedor han fracasado y la gente lo sabe. La gente sabe que el socialismo es siempre y en todo lugar un fenómeno empobrecedor y violentamente asesino y por eso se están extinguiendo. Y por eso los vamos a sacar a patadas de todos lados donde estén. Han fracasado en lo económico, en lo político, en lo cultural, en lo social y, como si esto fuera poco, han asesinado a más de 150 millones de seres humanos. Es hora que el mundo despierte y le diga nunca más al socialismo”.
Esta definición de Milei choca con el sugestivo mensaje que publicó Lula: “Muy contento con la demostración de grandeza y madurez de las fuerzas políticas de Francia que se unieron contra el extremismo en las elecciones legislativas de hoy. Este resultado, así como la victoria del Partido Laborista en el Reino Unido, refuerza la importancia del diálogo entre segmentos progresistas en defensa de la democracia y la justicia social. Deberían servir de inspiración para América del Sur”.
Más explícito fue el Grupo de Puebla, que reúne a líderes progresistas y de izquierda de América Latina, que declaró: “Gran noticia el triunfo de la izquierda unida en Francia, un ejemplo a seguir para los progresismos del mundo. Dejar pequeñas diferencias de lado para lograr crear una alternativa sólida frente a la barbarie que representa la ultraderecha de Le Pen socia de Javier Milei y Jair Bolsonaro. Felicitaciones al NFP (Nuevo Frente Popular), a Ensemble (la coalición de Emmanuel Macron) y al pueblo francés por esta gran jornada democrática”. No es inocente la mención a ambas agrupaciones que enfrentaron a la derecha nacionalista.
Al mensaje del Grupo de Puebla lo retuiteó Alberto Fernández. Cristina Kirchner hizo el suyo: “Una vez más, como hace más de doscientos años, Francia ha dado una lección: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Felicitamos al pueblo francés por la jornada democrática y muy especialmente al Nuevo Frente Popular y a su líder Jean-Luc Mélenchon por ser la fuerza política que más votos ha obtenido en las elecciones parlamentarias celebradas en el día de la fecha”.
Milei regresó a la Argentina a la noche. No se expresó sobre los resultados de Francia.