La CGT acaba de sumar otro frente de tensión interna: en un encuentro realizado este mediodía, Luis Barrionuevo reagrupó a sus dirigentes más fieles para terciar con voz propia en la pelea entre el sector dialoguista y la fracción moyanista-kirchnerista, en medio de reclamos a la cúpula cegetista por la ausencia de debate y de reuniones. Allí estaban presentes, curiosamente, dos de los máximos jefes de la CGT: Carlos Acuña (estaciones de servicio), uno de sus cotitulares en representación del barrionuevismo, y Gerardo Martínez (UOCRA), de la corriente moderada, mayoritaria.
Pese al tono de queja y demanda de cambios en la CGT, la propia presencia de Martínez, de buen diálogo con todos los sectores sindicales, evitó que las críticas escalaran. Eso sí, Barrionuevo planteó su preocupación por la falta de soluciones a la crisis financiera de las obras sociales y pidió que el tema sea analizado en una próxima reunión del Consejo Directivo cegetista. Quedó sobrevolando incluso la propuesta de una movilización ante la Superintendencia de Servicios de Salud para protestar por la indiferencia de los funcionarios libertarios ante la debacle del sistema de obras sociales.
Pero el líder de la UOCRA no pudo evitar que varios de los presentes le plantearan sus críticas porque la cúpula de la CGT “casi no convoca a reuniones del Consejo Directivo” para debatir con todos sus integrantes y “toma las decisiones en una mesa chica de no más de 8 miembros”.
Acuña, aunque es parte del triunvirato de la CGT, comparte en un 100% los cuestionamientos de Barrionuevo, su máximo referente sindical, ya que suele quedar al margen de las resoluciones del sector mayoritario, que integran Héctor Daer (Sanidad), de “los Gordos”, y los independientes Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).
Además de Martínez, al almuerzo en el Sindicato de Obreros de Maestranza concurrieron aliados barrionuevistas como Roberto Fernández y Mario Calegari, de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), pero no fue el jefe de La Fraternidad, Omar Maturano, aunque estaba invitado. También estuvieron Pedro Zambeletti (pinturas), Facundo Aveiro (químicos) y Luis Alberto García Ortiz (supervisores metalúrgicos), y los más fieles a Barrionuevo: el anfitrión, Oscar Rojas; Daniel Vila (Carga y Descarga), Roberto Solari (guardavidas), Luis Cejas (viajantes) y Rubén Aguiar (panaderos), entre otros.
A fines de marzo pasado, mientras la CGT dilataba la fecha de un nuevo paro general, Barrionuevo presidió un encuentro de unos 100 dirigentes en Parque Norte durante el que exigió a la CGT “convocar con carácter de urgente a un plenario de secretarios generales y que todos ahí resolvamos cuáles van a ser las medidas que va a tomar”. Señaló, además, que “no debe pasar mucho más tiempo para barajar y dar de nuevo y elegir otra CGT” e incluso dijo que Héctor Daer debería renunciar a la central obrera: “Cuando Gerardo Martínez era secretario de la CGT le pedían la renuncia -recordó-. Hubo un acto en la plaza de los dos Congresos. Era presidente Menem y Gerardo renunció convocando a un paro de 36 horas. Qué buen gesto sería que Daer haga lo mismo”.
Finalmente, la cúpula cegetista se reunió unos 10 días después y definió que su segundo paro general contra el gobierno de Javier Milei se haría el 9 de mayo. De esta forma, la interna sindical se calmó, aunque luego de la huelga se reanudaron las tensiones, esta vez concentradas en los tironeos entre el sector dialoguista y la alianza moyanista-kirchnerista para movilizarse contra la Ley Bases.
Ahora, la mesa chica de la CGT tiene previsto reunirse la semana que viene para decidir sus próximos pasos y en su agenda está la crisis de las obras sociales, un tema sensible para el sindicalismo que podría abrir nuevos frentes de batalla con el Gobierno. Los dirigentes gremiales se quejan de que no encuentran buenos interlocutores oficiales para resolver los problemas financieros que tiene el sistema sindical de salud. Cuando los sindicalistas apuntan a la falta de diálogo no sólo se refieren al ministro de Salud, Mario Russo, sino también al superintendente de Servicios de Salud, Gabriel Oriolo, un ex directivo de OSDE que administra los fondos de las obras sociales.
El único contacto de la CGT con Oriolo se produjo a mediados de mayo, cuando aceptó reunirse con el secretario de Acción Social cegetista, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), quien le planteó los problemas que atraviesan las obras sociales. El funcionario se comprometió en responderle. Hubo nuevos contactos, pero las soluciones, según los dirigentes gremiales, siguen sin aparecer.
El desfinanciamiento de las obras sociales se agudizó durante el gobierno de Alberto Fernández, que nunca resolvió la crítica situación. Eso llevó, por ejemplo, a que muchos sindicatos deriven fondos a sus obras sociales para que no se corten las prestaciones médicas a sus afiliados. Según los dirigentes gremiales, uno de los tantos problemas es el aumento de los medicamentos: con una inflación que alcanzó el 211% en 2023, los precios de los remedios subió un 350% en el mismo período.