Martín Llaryora y Juan Schiaretti están pensando -y actuando- más allá de las fronteras de Córdoba, la provincia en donde tienen consolidado el poder territorial del peronismo anti K y en la que el último domingo volvieron a dar una muestra de la capacidad que tienen para ganar elecciones, luego de que Guillermo De Rivas, candidato de Hacemos Unidos por Córdoba, se convirtiera en intendente de Río Cuarto, la segunda ciudad más poblada de la provincia.
Ambos trabajan en la reconfiguración y reconstrucción de Hacemos por Nuestro País, la fuerza política que fundó Schiaretti el año pasado para competir en la elección presidencial junto a Florencio Randazzo, que lo acompañó en la fórmula. Apuntan a que en el 2025 la coalición pueda inscribirse en la mayoría de las provincias del país y competir con un sello unificado. Quieren jugar a fondo, por el centro y abrazando a los heridos de Juntos por el Cambio.
El objetivo es que en las competencias locales -se eligen diputados en todos los distritos, senadores en ocho provincias y gobernadores en Santiago del Estero y Corrientes- la fuerza política tenga candidatos. Y que haya una representación nacional cohesionada, que sea el paso previo para consolidar y expandir una coalición que compita en las elecciones presidenciales del 2027.
“En las próximas elecciones presidenciales vamos a competir con Milei y el kirchnerismo. No nos podemos pelear con los K antes de tiempo. Hay que resolver las diferencias en una elección”, le aseguró a Infobae un importante funcionario del gobierno cordobés. En el Panal, como se conoce a la Casa de Gobierno provincial, visualizan un escenario en el que haya una competencia de tres fuerzas: La Libertad Avanza, el kirchnerismo y el peronismo no K.
¿El radicalismo? ¿El PRO? ¿La Coalición Cívica? En el peronismo cordobés piensan que el estallido de Juntos por el Cambio derivará en un rearmado de los espacios políticos y que esos sectores terminarán adhiriéndose a los tres espacios que imaginan en competencia. Incluso advierten, y trabajan en consecuencia, que la piedra fundacional de esa posible alianza puede ser el año que viene en las elecciones legislativas.
La apuesta es lograr un armado en el que la parte del radicalismo más distante del Gobierno se sume a la coalición. Las líneas de comunicación fueron tiradas a las plataformas políticas de Evolución, el espacio radical que conduce Martín Lousteau, presidente de la UCR y uno de los dirigentes opositores más crpiticos de la Casa Rosada. Movimientos incipientes y de segundas o terceras líneas que tratan de encontrar puntos en común para edificar un nuevo proyecto.
En Córdoba se dan cuenta que la reconfiguración del escenario político les brinda una posibilidad para expandir el proyecto que encabezó Schiaretti el año pasado y que se quedó en el camino frente a una polarización muy marcada entre La Libertad Avanza y Unión por la Patria. Un plan político apoyado en el centro productivo del país, en el que no hay lugar para el kirchnerismo y que busca crecer desde el interior hacia la provincia de Buenos Aires.
¿Quién encabezaría ese proyecto? Aunque nadie lo confirme a esta altura del calendario, la idea es que sea Martín Llaryora. De gobernador a candidato a presidente en tres años. Pero no es la única opción. Nadie saca del mapa a Schiaretti, que lejos de retirarse de la política, como suponían algunos actores del peronismo, se mantiene activo, haciendo base en la oficina que tiene a pocos metros del Río Suquía, cerca del centro de Córdoba capital.
Es demasiado temprano para que los nombres propios tengan ubicaciones inamovibles. “Cualquiera de los dos podría ser candidato a presidente”, asumen en Córdoba. Llaryora tiene un mandato más por delante y la voracidad de un constructor de proyectos ganadores. Schiaretti juega su partido con paciencia y tranquilidad, sin cargos y cuidando la estructura provincial. Los dos juegan en tándem y componen una sociedad inquebrantable.
El objetivo agregado es quebrar las barreras provinciales que ellos mismos generaron. Utilizar la maquinaria del peronismo cordobés para idear un proyecto político en el que el peronismo anti K sea la columna vertebral. “Alambramos tan bien la provincia que no pudimos salir. Que no queden dudas. Vamos a ir por el premio mayor”, fue la sentencia de un encumbrado dirigente de Hacemos Unidos por Córdoba.
José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti fueron candidatos a presidente. Ninguno llegó al puerto deseado. Llaryora es el tercer eslabón de la dinastía cordobesa. Las circunstancias políticas definirán si es el tercero en intentar unir el Panal con la Casa Rosada. Falta demasiado tiempo para el 2027, pero poco para tener una construcción sólida que compita en las elecciones que tendrán lugar en un año.
La confirmación de avanzar en un armado nacional llega después del contundente triunfo del peronismo cordobés en Río Cuarto, donde obtuvo una diferencia de trece puntos sobre el radicalismo, que quedó en el segundo lugar; y de 16 puntos sobre la segunda opción peronista que representó Adriana Nazario, la última esposa de De la Sota. El triunfo rotundo fue una muestra de fortaleza de Llaryora, que se puso al frente de la campaña electoral y contuvo el daño de la división del peronismo en el municipio.
“Quisieron quebrar el peronismo cordobés en un distrito importante. El triunfo lo terminó fortaleciendo a Llaryora y a la sociedad que tiene con Schiaretti. Una sociedad sólida e inoxidable”, analizó un funcionario del gobierno provincial, donde creen que la victoria en las elecciones de Río Cuarto son el kilómetro 0 del armado nacional con base en el centro del país. Así como Marcos Juárez fue el punto de partida del PRO diez años atrás, la segunda ciudad más poblada de Córdoba puede ser el punto de partida de la nueva aventura electoral.
¿Schiaretti como candidato en CABA?
“No se le puede hablar al país solo desde Córdoba. Juan puede liderar este proyecto desde la Ciudad de Buenos Aires. Dar el mensaje desde ahí y nacionalizar el plan político y económico”. La frase pertenece a un dirigente de confianza de Martín Llaryora. El Gobernador promociona en las entrañas del peronismo cordobés una estrategia inédita y disruptiva: la candidatura de Juan Schiaretti a diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En la gobernación advierten que la opción de que el ex mandatario desembarque en la Capital Federal le daría al proyecto un anclaje nacional concreto y sería el eje de una construcción que se pueda esparcir en otras provincias. Ese trabajo ya se está haciendo. Hay gestiones abiertas para que Hacemos por Nuestro País tenga habilitado el sello en distintos distritos. Están en marcha los trámites normales de inscripción de una coalición política en la justicia electoral de cada provincia.
En el entorno del “Gringo” son cautos con esa estrategia que empujan en la gobernación, pero aseguran que está involucrado en la reconfiguración del espacio que armó el año pasado. Aprovecha su imagen positiva en Córdoba, cercana al 70%, y se cuida en cada uno de sus pasos. Quienes lo frecuentan saben que para que el armado nacional crezca es necesario que él sea candidato. El propio Schiaretti lo tiene en claro.
Una opción es ser candidato a diputado por Córdoba. Algunos especulan en que podría encabezar la lista, seguido de la vicegobernadora actual, Myrian Prunotto, que es de origen radical. La otra alternativa, en sintonía con la estrategia de Llaryora, es mudarse a CABA y candidatearse en el territorio porteño. En ese caso, también sería para ocupar un lugar en la Cámara baja, aunque en la Capital Federal el próximo año también se renueven los representantes del Senado.
Lo importante es que su voz se amplifique y el modelo cordobés, que expuso en los debates presidenciales en los que participó, se inserte en las distintas regiones del país. Para que eso suceda en la gobernación creen que es clave que encabece ese movimiento político y sacuda la estantería política. La estrategia nació hace poco y no tiene un consenso generalizado.
Hay dirigentes del peronismo cordobés que no ven viable la posibilidad de que el ex gobernador se instale en la Ciudad de Buenos Aires y compita por un distrito en el que nunca vivió, más allá de que pueda tener un domicilio legal que lo ampare para presentarse. En Córdoba ponen el ejemplo de Jorge Macri, que en un año pasó de ser intendente de Vicente López a Jefe de Gobierno porteño.
En lo que todos coinciden en la provincia es que el camino más viable para avanzar en la construcción nacional de una nueva coalición opositora es edificar un proyecto desde el Congreso. Los primeros ladrillos serían los del bloque Hacemos Coalición Federal, que preside Miguel Pichetto y del que forman parte peronistas disidentes como Florencio Randazzo, Nicolás Massot y Emilio Monzó; los socialistas santafesinos, legisladores cordobeses del peronismo y del PRO; y Margarita Stolbizer.
La constitución de un partido nacional, réplica del partido cordobés que Llaryora construye en la provincia, podría abrazar a dirigentes como Horacio Rodríguez Larreta o Martín Lousteau, hoy lejanos a la estrategia del PRO y del sector del radicalismo que conduce Rodrigo de Loredo, y críticos del gobierno de Javier Milei. También a muchos legisladores del interior que actualmente son parte de Unión por la Patria y no se imaginan en un nuevo armado político junto a La Cámpora y el kirchnerismo duro. Están esperando que haya una nuevo proyecto para alinearse y rediscutir el liderazgo del peronismo.
Hay un plan de acción y múltiples especulaciones sobre cómo llevarlo a cabo. Para los cordobeses el límite es el kirchnerismo, con el que se imaginan disputando el lugar de la oposición en los próximos dos años. Ellos más fuertes en el interior del país. Los K con una base de poder sólida en el conurbano bonaerense. El ganador de ese duelo, entienden, será el que pueda enfrentar a Milei y pararse como una opción de cara a la sociedad.