El próximo domingo Córdoba tendrá la primera y única elección del año. Será en la segunda ciudad más poblada de la provincia. Río Cuarto elige intendente y el gobernador, Martín Llaryora, juega su primera ficha electoral en el territorio. Será el primer resultado en las urnas que impacte en su gestión y que se convierta en una incipiente señal de termómetro que hay en la provincia respecto al nuevo proceso político del peronismo local.
Guillermo Llamosas, de Hacemos Por Córdoba, la fuerza a la que pertenencen Llaryora y el ex mandatario Juan Schiaretti, está terminando su segundo mandato en el municipio. Tuvo una gestión ordenada pero deficiencias para el armado político. La continuidad, con cambios, a esa expresión está concentrada en la candidatura de Guillermo De Rivas, que hasta hace pocos días ocupaba la secretaría de Gobierno y Participación Ciudadana en la gestión municipal.
De Rivas no será el único candidato peronista en el tablero electoral. Adriana Nazario, ex legisladora provincial, se abrió de la línea oficialista y construyó una candidatura con la base de un espacio político llamado la Fuerza del Imperior del sur, como se conoce a la segunda ciudad más influyente, en términos electorales, después de Córdoba capital.
Llamosas, encargado de la estrategia política en su distrito, no pudo lograr la unidad con Nazario, última pareja del ex gobernador José Manuel de la Sota, que se convirtió en una amenaza para la continuidad del oficialismo local, que ya lleva ocho años de gestión, luego de desbancar al radicalismo. Según marcan las encuestas que se consumen en Córdoba, entre De Rivas y Nazario, representantes del peronismo, se llevan cerca del 45% de los votos. Una lista de unidad hubiera terminado la elección antes de que empezara.
Los comicios serán aún más complejos con un tercer actor en la cancha. El radical Gonzalo Parodi se presenta como el cambio y la renovación a una etapa política con el sello del peronismo cordobés. Según los sondeos, está entre segundo y tercero, detrás de De Rivas. Pero, en la mayoría de los casos, las proyecciones son muy ajustadas. El dirigente de la UCR anticipa que quiere construir una buena relación con Llaryora en el caso de que le toque ganar. Está en competencia y entusiasmado para dar el golpe.
En el peronismo cordobés, según las encuestas que consumen, advierten una caída de Nazario en la última semana y un crecimiento del radical, aunque no lo suficiente para sacarles la victoria. De todas maneras, reconocen que la elección será muy pareja y que el nivel de participación será un dato definitorio. Estiman que será cercana al 60%. En el caso de que sea mayor, los márgenes para el triunfo oficialista se achican. El padrón electoral tiene anotados a cerca de 158.000 habitantes.
Los comicios se definirán entre esas tres expresiones. Varios escalones más abajo aparece Mario Lamberghini, un liberal que no fue avalado por La Libertad Avanza (LLA). Desde el partido de Javier Milei explicaron que no llevan candidato para la elección del domingo. Nadie competirá con ese sello. El oficialismo nacional no encontró un candidato competitivo y no tenía regularizado el partido en la provincia. Problemas del incipiente armado electoral.
A Milei le fue muy bien en Río Cuarto cuando se llevó a cabo el balotaje con Sergio Massa. Sacó cerca del 70% de los votos. Por eso es extraño que el Gobierno no haya trabajado con anticipación en la construcción de un candidato propio en uno de los polos productivos más importantes del país. La discusión central es entre el peronismo - en sus dos vertientes - y el radicalismo.
De Rivas recibió el apoyo de los dos pesos pesados del peronismo cordobés. Además de Llaryora, el ex gobernador Juan Schiaretti subió un video a sus redes sociales en el que pidió acompañar el proyecto del candidato de Hacemos por Córdoba. El “Gringo” ostenta una imagen positiva cerca a los 60 puntos y se convirtió en un apoyo clave para la campaña electoral. Jugó en el sprint final para intentar inclinar la balanza.
Al apoyo de los dos dirigentes que comandan el peronismo local, se sumó la diputada nacional Natalia De la Sota. Decidió respaldar en público al candidato que competirá con la última esposa de su padre, fallecido en el 2018. “No tengo ninguna duda de que si mi papá estuviera hoy acá, diría que Guillermo de Rivas es el candidato del justicialismo”, sentenció la legisladora el mes pasado. La contundencia del mensaje desnuda su relación con la última pareja del ex gobernador.
Nazario asegura que nunca la convocaron para formar parte del proyecto oficial. Por impericia o por choque de intereses, no hubo acuerdo y el peronismo ahora corre el riesgo de perder un bastión importante de la provincia. Manifestó en reiteradas oportunidades que hace dos años tomó la decisión de ser candidata a intendenta y que nunca nadie la llamó desde la cúpula del peronismo cordobés.
El próximo domingo el oficialismo corre un alto riesgo debido a la imposibilidad de sellar una lista de unidad con Nazario. La deficiencia en la gestión política le puede costar caro. Mientras Parodi denuncia clientelismo político y compra de votos a través de entrega de chapas y colchones, el aparato del peronismo cordobés se puso a la orden de De Rivas. Saben que si consiguen el triunfo, será un paso importante en la construcción del liderazgo de Martín Llaryora dentro de los límites de la provincia.