La Ley Bases atravesó al peronismo: fuego cruzado, mensajes encriptados y el renacimiento de viejas diferencias

El apoyo a la iniciativa libertaria de dos senadores distanciados del kirchnerismo y el acompañamiento al RIGI de tres legisladores del bloque de UP, despertaron la discusión sobre la conducción del espacio

Tras la sanción de la ley Bases en el peronismo se habilitó una cacería de brujas contra los que votaron a favor de la ley y del RIGI (Adrián Escandar)

La última semana el peronismo jugó a fondo para voltear la Ley Bases. Hasta el último minuto. El virtual empate que se punteaba en las oficinas del Senado había dejado margen para la especulación hasta el final. Cuando el tablero electrónico arrojó la igualdad en 36 votos, la derrota se consumó y el peronismo advirtió con rapidez que el oficialismo había logrado su primera victoria política. La vicepresidenta Victoria Villarruel le dio la ley al Gobierno.

Lo que vino después en la votación particular decepcionó a algunos y sorprendió a muy pocos. La mayoría sabía con antelación que tres senadores del bloque de Unión por la Patria (UP) iban a votar a favor del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), uno de los puntos más rechazados por el kirchnerismo. También sabían que los 33 senadores del bloque no apoyarían la ley en general.

“Lo que importaba era la votación general. Después ya había más libertad para moverse. Ahora los diputados pueden insistir con la redacción original sin mayoría calificada. Y pueden voltear los cambios del Senado en dos minutos”, se sinceró un funcionario K de la Cámara alta. El mandato de Cristina Kirchner a los senadores que le responden era bloquear la aprobación. Lo exigieron hasta el final, pero no lo lograron.

En esa lógica se movieron la mayoría de los legisladores del bloque que votaron en consonancia con la estrategia de frenar la norma. Menos tres: Carolina Moises (Jujuy), Guillermo Andrada (Catamarca) y Sandra Mendoza (Tucumán). Votaron en contra de la ley en términos generales, pero a favor del capítulo del RIGI. En algunos sectores del peronismo no cayó bien, pero lo tomaron como parte de las reglas del juego en un bloque donde ya no hay un alineamiento estricto a la conducción de la ex presidenta.

“El bloque ya no es una unidad dogmática donde se exigía respetar una postura. Cada senador tiene su peso propio y el mandato de su gobernador. Se está viviendo una transición. Un reacomodamiento”, aceptó un senador que forma parte del bloque que conduce el formoseño José Mayans. Las tensiones internas son evidentes y tienen que ver con que la división que hay entre el kirchnerismo y el peronismo del interior. Es una foto partida que existió siempre. Aún así, la mayoría convive bajo el mismo techo. Aunque no se sabe hasta cuándo.

Carolina Moises, Sandra Mendoza y Guillermo Andrada, los tres senadores peornistas que votaron a favor del RIGI

El martes previo a la votación hubo una reunión que duró cerca de 4 horas. Allí los legisladores evaluaron capítulo por capítulo la ley, definieron la estrategia de la sesión, se definió que se votaba coordinado y los tres legisladores avisaron que votarían el RIGI enmarcados en una estrategia del norte grande, debido a que los gobernadores Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán) habían pedido ese respaldo. La postura molestó, pero se aceptó y respetó.

“Veníamos trabajando el pensamiento del norte grande en referencia a lo que piensan Jalil, Jaldo y Saenz. Siempre estuvimos convencidos de que había que votar la ley en contra. Intentamos producir la mayor cantidad de cambios. La prioridad fue que los 33 estemos unidos. Nosotros avisamos el voto. Lo hicimos de la manera correcta. Explicamos las razones y no nos escondimos. ”, le explicó a Infobae la jujeña Carolina Moisés.

Los senadores tucumanos y catamarqueños del peronismo votaron diferente. La tucumana Mendoza votó a favor del RIGI y Juan Manzur, en contra. El catamarqueño Andrada votó a favor y la ex gobernadora Lucía Corpacci, en contra. No hubo unidad de criterio en el voto peronista por provincia. Fue una estrategia fragmentada atada al pedido de los gobernadores. En el caso de Moises, consideraba que el régimen era una buena iniciativa para su provincia y la región. Juega su propio partido, suelta del tejido K.

El kirchnerismo tuvo en la voz del ex secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla a uno de los acusadores contra los que votaron el capítulo del RIGI. “Carolina Moisés se jactó de no acompañar la Ley Bases, pero votó a favor del RIGI, que nos condiciona por 30 años a una patria cuasi colonial. Es importante que se sepa quiénes son los senadores/as que llegaron en nombre del peronismo y se vendieron por 4 pesos con 50. Que nos expliquen a cambio de qué entregaron el futuro de la patria”, sostuvo en las redes sociales.

Edgardo Kueider junto al senador correntino Camau Espínola (Adrián Escandar)

Moises se plantó ante los cuestionamientos. “No es tan sencillo decir ´Patria sí, Colonia no’. Es un discurso viejo que no le sirve a nadie. Los dirigentes peronistas que nos quieren llevar a ese lugar, buscan que no haya inversiones ni desarrollo. No podemos combatir al capital. El capital es lo que nos va a hacer grandes. Provincias como la nuestra, del norte argentino, necesitan capital”, indicó.

Los peronistas no K, como son los tres legisladores, sienten que las críticas de algunos dirigentes del kirchnerismo son un golpe correctivo habilitado por Cristina Kirchner. Para que entiendan que sino el escrache será mayor, como ocurrió con los dos senadores del peronismo disidente que votaron la ley en general y a los que se les exigió la renuncia al Partido Justicialista (PJ).

Pero no se achican frente a lo que consideran que son mensajes de presión del mundo K. Incluso, advierten que votaciones como las de Moises, Andrada y Mendoza son un mensaje en si mismo y el retrato de las diferencias internas que no se pueden esconder debajo de la mesa. Una señal de que no aceptarán alinearse a la estrategia K y se desmarcarán tantas veces como lo consideren.

“En el bloque hay dos pensamientos. El más dogmático y el que tiene un espíritu más pragmático y moderno, que tiene que ver con aceptar la realidad, aceptar que perdimos y tenemos que reconstruir el espacio político”, aseguró Moises. Y luego agregó: “Hay que salir del blanco o negro, del traidor o leal. Esas conducciones dogmáticas y cerradas no sirven para el peronismo de hoy. Si no entendemos que Milei es el reflejo del fracaso del peronismo, entonces el peronismo se terminará transformando en un partido de minoría. No cuenten conmigo para eso”.

El peronismo hizo lo posible para voltear la ley pero no lo logró

Los tres legisladores habían avisado previamente el sentido de su voto a las autoridades del bloque. No hubo sorpresas en el recinto. Tal vez por eso no haya existido una cacería de brujas contra ellos, como si existió contra el entrerriano Edgardo Kueider y el correntino Camau Espínola, quienes el año pasado rompieron el bloque de UP y se aliaron en un nuevo bloque con la cordobesa Alejandra Vigo.

En el peronismo los pasaron a la lista negra que este año inauguró el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, quien desde un primer momento dijo que había que acompañar la ley Bases y respaldar la gestión de Javier Milei. El mote de “traidores” y “vende patria” fue el elegido para ponerles el sello público. Una caza de brujas que solo busca exponerlos ante el electorado peronista, porque ninguno de los senadores estaba alineado a la estrategia del bloque.

Kueider y Espínola le pusieron la cara a una lógica de pensamiento que existe en algunos sectores del peronismo, pero que, en muchos casos, está reprimida. Creen que el espacio político no puede subsistir en su rol opositor bloqueando todo el tiempo la gobernabilidad. Advierten que, a largo plazo, esa forma de actuar tiene un costo electoral para la fuerza política porque la mayoría de la sociedad está cansada de los bloqueos, y prefieren una oposición crítica pero colaborativa. Lo mismo piensan Jaldo y Jalil. Hay un círculo argumental que se cierra.

En diálogo con Infobae, Kueider se defendió de las críticas que emitieron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en sus redes sociales luego de su votación a favor de la ley. “Me tildaron de traidor a la patria. Alberto y Cristina lo hicieron. Ellos que tienen el 75% de rechazo de la población. ¿Ellos son la patria? ¿Por estar en desacuerdo con ellos somos traidores a la patria? Se cansaron de traicionarse entre los dos y la pagaron todos los argentinos. ¿Ahí no hubo traición a la patria? Asistimos a una pelea feroz durante cuatro años. Parece que se olvidaron”, sentenció.

Juliana Di Tullio, Anabel Fernández Sagasti y José Mayans. El bloque de UP sufre tesiones internas pero no parece haber riesgo de ruptura (Pablo Bove)

El enojo por las críticas se materializó en otra expresión más. “No se puede siempre votar por el no. El peronismo debe cambiar las formas de hacer las cosas. Hay que construir consensos, no podemos obstaculizar todo el tiempo. Los legisladores tenemos que tratar las leyes y buscar cambios. Eso hicimos. No podemos boicotear todo solo por una consigna política”, explicó.

El entrerriano, hombre de confianza del ex gobernador Gustavo Bordet, supo ser el senador que oficiaba de nexo entre el ex presidente Fernández y la Cámara alta, en plena crisis de la Casa Rosada con el kirchnerismo. Pero la relación no terminó bien debido a una promesa incumplicada del ex jefe de Estado por una tarifa diferencial a las zonas cálidas que había pedido el legislador. En su defensa dijo también que la base del rechazo del kirchnerismo fue el RIGI y que él votó en contra mientras hubo senadores de UP que lo hicieron a favor.

El peronismo está cruzado por las diferencias que existen hace muchos años. Estar en la oposición volvió a dar vuelta el tablero y liberó las voces de los actores que no se sienten conducidos por Cristina Kirchner. Quizás sea el comienzo de una discusión de fondo. Una discusión que no es nueva y que estaba dormida. Una discusión sobre la convivencia entre el kirchnerismo y el peronismo no K, que empieza a mirar con más atención el futuro inmediato y su rol dentro del espacio político.

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