La primera votación de la ley Ómnibus, que terminó en catástrofe, había encontrado a Javier Milei en Israel, al margen de la discusión política y abocado, en cambio, a los primeros contactos con el gobierno de Benjamin Netanyahu. Hoy, en el segundo ‘día D’ de los libertarios por la votación de la ley Bases y el paquete fiscal, el Presidente adoptó una estrategia exactamente opuesta. Además de organizarse para estar en el país en el tramo final de las negociaciones legislativas, mantuvo intactos en su agenda los dos eventos en los que tenía planeado exponer, por la mañana y por la tarde. Y no terminaba de decidir el horario de su vuelo rumbo a Europa para participar del G-7, justamente, para contribuir a que la votación salga bien.
Milei seguía con un compromiso significativamente mayor que hace seis meses los idas y vueltas entre la Casa Rosada y el Congreso. Aunque implacable en su decisión de evitar los contactos con la dirigencia de manera directa, monitoreaba el debate subterráneo a través de sus principales colaboradores, que sí estaban en comunicación con los jefes de bloque de la oposición dialoguista: su jefe de Gabinete, Guillermo Francos y el asesor todoterreno Santiago Caputo (los protagonistas siguen siendo los mismos, aunque en algunos casos los roles hayan cambiado).
El Presidente escuchaba también a su hermana, Karina Milei, que a su vez se informaba de primera mano del curso de las negociaciones por medio de su mano derecha, Eduardo Lule Menem, que estuvo por la mañana en el Senado y regresó cerca del mediodía a Balcarce 50 con novedades frescas. Había estado reunido con su primo, Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y según contaron en Gobierno, ambos estaban confiados en un resultado positivo, aunque conscientes de que sería apretado. “Hay indecisos, como (Natalia) Gadano que están muy volátiles”, decían.
En paralelo, trajinaba el Congreso desde temprano el vicejefe de Gabinete, José “Cochi” Rolandi, principal -y casi único- nexo con la presidenta del Senado, personaje central de la jornada, Victoria Villarruel, que podría llegar a desempatar la votación y mantenía el perfil bajísimo, sin contactos directos ni con Milei ni con Karina.
Francos, principal informante del Presidente, no pisó el Congreso, al igual que su secretario de Interior, Lisandro Catalán, que se mantuvieron firmes en Balcarce 50 desde la mañana. Nadie en el ministerio coordinador se atrevía a asegurar que fueran a ir más tarde. “Lo más probable es que lo hagan, pero no se sabe”, decían algunos, con cuidado. “Si van, es porque hay que seguir ajustando de último momento”, agregaban otros.
La primera aparición de Milei fue esta mañana, en la EXPO EFI de La Rural, donde reivindicó su gestión y su plan con frases grandilocuentes (“Me van a tener que sacar muerto de la Rosada para lograr quebrar el déficit fiscal”, dijo), pero con cuidado de no despotricar contra “la casta” en el momento más álgido de su administración. Después, en lugar de ir a la Casa Rosada, volvió a Olivos. Y por la tarde irá directamente al Hotel Hilton de Puerto Madero, donde tiene planeado hablar frente a los miembros del think tank conservador norteamericano CATO Institute. En paralelo, los alrededores del Congreso se sacudían por los enfrentamientos entre manifestantes de grupos de izquierda y la policía, pero en el Gobierno le restaban importancia y descartaban cualquier posibilidad de que se caiga la sesión por ese motivo.
Es probable que Milei vuelva al mismo tono en su segundo discurso de la jornada, y la gran incógnita de la complicadísima jornada gira en torno al horario de su viaje a Italia. Hasta ayer, en Balcarce 50 aseguraban que tenía planeado partir a las 22.30. Pero esta mañana empezaron a ponerlo en duda y deslizaron que el Presidente estaba dispuesto, incluso, a postergar su salida hasta la medianoche o el inicio de la madrugada. Justamente, para no perjudicar, con su ausencia, el equilibrio de la votación.
El motivo de estas especulaciones tiene que ver con el reglamento del Senado. En caso de ausencia, el jefe de Estado debe ser reemplazado por la vicepresidenta -Villarruel- que por ese motivo debería dejar su rol como presidenta del Senado y, por tanto, no podría encargarse desempatar la votación (el escenario más probable, dicen en la cúpula presidencial, es que las voluntades queden 36 a 36). Es decir, que si Milei se fuera del país temprano, terminaría decidiendo el tercero en la línea de sucesión, Bartolomé Abdala, senador libertario por San Luis. Un escenario demasiado enredado y riesgoso para un momento político tan importante.
“Bartolomé tendría doble voto, de cualquier forma estamos cubiertos”, deslizó uno de los hombres fuertes del Presidente esta mañana en un pasillo de Gobierno. Pero tampoco se atrevía a decir a qué hora partiría Milei. Llamativamente, el vocero presidencial, Manuel Adorni, omitió incluir un dato tan básico como el horario de salida en su canal oficial de WhatsApp cuando informó con todo detalle la agenda internacional del Presidente, incluyendo, sí, el momento del vuelo de regreso, el sábado.
En la Casa Rosada dijeron que Milei no decide la hora del viaje porque quiere asegurarse de la ley salga. Relativizaron así las versiones del sector más intransigente del Gobierno, encabezado por Santiago Caputo, donde se mostraban muy seguros de que se verían beneficiados incluso en caso el proyecto se cayera. “Milei no se quedaría si no estuviera buscando que salga”, contrarrestaron esa postura en el ala dialoguista que se identifica con el jefe de Gabinete, Francos.
En el Gobierno estaban expectantes por la ley Bases no sólo por las repercusiones en los mercados internacionales, de los que dependen las inversiones que podrían permitir al Gobierno salir de la crisis económica, sino también por los efectos que podría conllevar en el Gabinete. Una nueva debacle podría significar que el Presidente se vea obligado a sacudir el tablero y mover las fichas, nuevamente. En PRO, mientras tanto, estaban agazapados. Un triunfo para el oficialismo con su ayuda podría permitirles pedir una retribución. Pero un fracaso les habilitaría los argumentos para ofrecer ayuda, es decir, poder introducir a sus cuadros en la administración libertaria, la tarea pendiente de Mauricio Macri.
Por lo pronto, Milei pareció entender que el nivel de compromiso del Presidente de la Nación con la aprobación de las leyes que impulsa el Ejecutivo es crucial.